
EL OCASO DEL JINETE
CRÓNICA DE UN INTENTO DE GOLPE DE ESTADO EN EL PARAGUAY
EDWIN BRÍTEZ, IGNACIO MARTÍNEZ,
NÉSTOR ESCOBAR FRANCO, CARLOS PERALTA
Editor: JORGE AIGUADÉ
Documentación: LENY ESPÍNOLA / OSVALDO CAZENAVE
Dirección de arte de tapa: EDGAR AMADO
Diseño de tapa: SANTIAGO ROJAS
Edición de fotos: JUAN CARLOS MEZA
Diseño y procesamiento digital: JUAN GONZÁLEZ LOBOS /
JUAN MANUEL TEIXÍDO
Corrección: FRANCISCO ESTECHE / OSCAR OBANDO /
AUGUSTO ESTIGARRIBIA
Coordinación técnica e informática:
JUAN CARLOS GÓMEZ / MARCIAL SÁNCHEZ / ROLANDO ROSSI
ABC COLOR
Asunción – Paraguay
1996 (240 páginas)
PROLOGO
La debilidad de nuestra incipiente democracia -o de
nuestro camino de transición hacia ella- se hizo evidente en la
reciente crisis provocada por la negativa del general Lino César Oviedo
Silva a entregar su cargo de comandante del Ejército, cuando el
Presidente de la República decidió relevarlo no tanto por la dificultad
material que encontró el Gobierno en hacerle deponer su actitud y
cumplir la orden, sino porque el hecho puso al descubierto el endeble
andamiaje de nuestra estructura institucional y política, como sociedad y
como nación.
En efecto, solo una estructura muy cercana al
feudalismo es la que permite que existan caudillos militares que manejen
"su territorio" y su poder autocráticamente, como un bien propio del
que disfrutan y sacan ganancias, y al que deben defender con la fuerza
de las armas, tal como en la Edad Media los señores feudales explotaban
sus territorios en su beneficio y los defendían contra otros señores
feudales en las interminables guerras de la Europa de ese tiempo.
Únicamente proyectando la figura de Oviedo sobre
ese modelo de señor feudal se puede entender su reacción en defensa de
"su" cargo y puesto de mando. Únicamente en un país en que, por debajo
de las estructuras aparentemente formales, subyace el entretejido real
de esas relaciones de poder semifeudales entre militares dueños de
territorios y poderes y empresarios que se apoyan en ellos para llevar
adelante sus negocios, puede entenderse que un jefe militar no pueda ser
detenido en el propio palacio presidencial cuando se niega a cumplir
una orden porque ha venido acompañado de una guardia armada más poderosa
que la de la propia presidencia. Esto, para dar solo un ejemplo.
Es la herencia que nos dejó la dictadura
recientemente derrocada, todavía viva en la realidad, en la conciencia y
la voluntad de la gente, sobre todo de la que de ella saca provecho.
Militarismo prebendarista que se niega a entender su nuevo rol, el que
deben tercer las Fuerzas Armadas en una democracia. Pero la debilidad de
nuestras estructuras democráticas, o en camino a serlo, no se debió
solo a esto. Atañe también a la propia legitimidad del actual gobierno
en función.
Para todos fue siempre evidente que una de las
mayores dificultades del presidente Wasmosy para imponer su autoridad
sobre este siempre polémico militar era la enorme deuda que tenía con él
en los dos momentos claves del proceso que lo llevó a la Presidencia de
la República; las elecciones internas del Partido Colorado, en
diciembre de 1992, y las elecciones generales de mayo de 1993. En ambas
oportunidades, la intervención directa de los militares, liderados por
el general Lino Oviedo, fue la que determinó las discutibles victorias
del actual Presidente de la República. Tanto es así que el general fue
reconocido como artífice de la segunda victoria por los propios
correligionarios colorados.
Entonces, para la lógica de Oviedo, no era
comprensible que tuviera que obedecer y someterse a un gobierno que él
erigió y puso en el poder.
Un hecho digno de destacarse; fue la sorprendente
reacción de la ciudadanía ante los hechos que estaban sucediendo desde
el lunes 22 de abril pasado hasta el jueves 25 a la mañana. Nunca
hubiera sido pensable en el Paraguay de apenas unos años atrás esta
manera de manifestarse y expresar la voluntad popular, con tanto vigor y
dignidad. Se expresó, sobre todo, el deseo -más que el deseo, la
decisión- de no aceptar que por la fuerza se quiebre la
institucionalidad democrática, el deseo de vivir en una democracia real,
de que las apariencias institucionales y formales de nuestra democracia
de fachada -como lo es toda democracia tutelada- coincidan con la
realidad, no sean mera apariencia.
Desde luego, el factor de más peso en la derrota de
Oviedo y el triunfo de una institucionalidad reclamada por las masas
fue la rápida y eficaz reacción internacional, principalmente de los
países del Mercosur, los Estados Unidos de América y la Organización de
los Estados Americanos (O.E.A.). Ellos demostraron también el deseo -la
decisión- de la comunidad internacional de no aceptar la quiebra de la
institucionalidad democrática en nuestro país, otro signo de los cambios
que trae el tiempo. Otra señal que no pudo ser leída a tiempo por
Oviedo.
Los sucesos que este libro describe no solo revelan
los aspectos endebles de nuestra transición democrática. En realidad,
forman en su conjunto un acontecimiento histórico complejo y rico, que
marca un hito en nuestra vida como país y como sociedad. Todos los que,
de cerca o de lejos, vivimos esos hechos, sentimos que ellos dieron
nacimiento a una nueva realidad, que cerraron una etapa para abrir otra.
Desde luego, en la historia no caben los cortes abruptos, y las ramas y
raíces del pasado se extienden muchas veces hacia el presente y el
futuro. Pero a partir del 25 de abril la relación de fuerza entre la
sociedad civil y la militar puede haber cambiado definitivamente.
"El ocaso del jinete" presenta una detallada
crónica de esos cuatro días que sacudieron a nuestro país y al mundo, no
solamente en base al material publicado, sino a una investigación
llevada a cabo con el chequeo de informaciones de otras fuentes. Se han
realizado entrevistas y conversaciones, en muchas de las cuales los
informantes pidieron permanecer en el anonimato. De manera que se tiene
finalmente un relato con más profundidad y mayores detalles de lo que se
supo en su momento a través de la prensa.
Pero este libro no se limita a una narración de los
hechos del 22 al 25 de abril. Va más allá al presentar capítulos
dedicados a los antecedentes del intento de golpe de Estado (el
militarismo durante la dictadura de Stroessner, la coloradización
gradual de las Fuerzas Armadas paraguayas, la intervención de dichas
fuerzas durante la transición); también sigue la trayectoria del
principal protagonista, el general Lino Oviedo, desde el "putsch" que
derrocó a Stroessner hasta su intervención en la política; pasando por
la explicación de la relación de fuerzas de la Caballería con el resto
del Ejército y las Fuerzas Armadas de nuestro país; reflexiona acerca de
las causas de la ruptura entre los dos socios políticos (Wasmosy y
Oviedo); y termina señalando el papel de los nuevos protagonistas que
surgen en la realidad nacional: el anillo internacional de solidaridad
efectiva y activa, y la juventud paraguaya, con su capacidad de
movilización y resistencia sorprendente después de una larga ausencia en
el panorama político nacional.
Esperamos que el libro sea no solo de interés sino
de utilidad al lector; y deseamos agradecer aquí el total apoyo prestado
por el diario ABC Color, en la persona de su director, el señor Aldo
Zucolillo; el director administrativo, señor Ángel Arias; el jefe de
redacción, doctor Juan Luis Cauto, y el asistente de la dirección,
licenciado Rubén Céspedes, así como a todos los compañeros que han
colaborado con este trabajo.
Jorge Aiguadé
NOTA DE LOS AUTORES
Para la elaboración de este trabajo se constituyó
un equipo conformado básicamente por los periodistas de ABC Color que
tuvieron una relación más directa con los acontecimientos. Colaboraron
además con este grupo miembros de las distintas dependencias del diario.
Las frentes primarias de los datos consignados en
esta obra son las informaciones de los medios de comunicación social,
entre ellos el Diario ABC Color y los diarios NOTICIAS, ULTIMA HORA, EL
DIA y LA NACION, así como las grabaciones de las radios ÑANDUTI, PRIMERO
DE MARZO y CARDINAL.
Las informaciones no trascendidas hasta el momento
fueron obtenidas en las numerosas entrevistas que realizamos con los
protagonistas principales, a pesar de que tanto el Presidente de la
República, Ing. Juan Carlos Wasmosy como el general (SR) Lino César
Oviedo se negaron a hablar sobre el tema.
No obstante, muchos otros protagonistas y testigos
presenciales dialogaron con nosotros sobre los más diversos detalles de
la crisis, y aunque ayunos de ellos no autorizaron la inclusión de sus
nombres en este libro, los datos que nos proporcionaron son válidos para
escribir esta historia.
Muchos de los datos y situaciones del intento de
golpe de Estado que hasta ahora permanecían poco claros y hasta ocultos
están revelados aquí en base a los relatos de personas que nos merecen
fe. Tal vez en el futuro aparezcan nuevos documentos o informaciones que
no se registran en este trabajo, pero estamos seguros de que la esencia
de lo ocurrido se encuentra condensado en estas páginas.
Este libro es de responsabilidad absoluta de los
autores y los conceptos emitidos en él no comprometen al Diario ABC
Color.
Mayo de 1996.
CAPÍTULO I
ANTECEDENTES DEL INTENTO DE GOLPE DE ESTADO
EL MILITARISMO DURANTE LA DICTADURA DE STROESSNER
Durante mucho tiempo, intrigaba a los
investigadores sociales las características peculiares del régimen de
Alfredo Stroessner. Es que existe una diferencia entre las dictaduras
militares del Cono Sur de América que predominaban durante las décadas
pasadas y la dictadura de Stroessner en Paraguay, a pesar de la
similitud que existe o debe existir entre todas las dictaduras.
Mientras en las dictaduras de los otros países las
Fuerzas Armadas nombraban una junta para gobernar, aquí los militares no
se instalaron directa y abiertamente en el Gobierno, y de esa forma no
estuvieron expuestos a los desgastes políticos del ejercicio del poder.
(Riquelme, Paraguay en Transición).
Alan Rouquié hace una distinción entre los
regímenes militares y los regímenes autoritarios personalistas. Al mismo
tiempo distingue las dictaduras militares de las dictaduras
personalistas. Las dictaduras militares serían aquellas en donde, el
poder es ejercido por la institución Fuerzas Armadas.
Sería el caso de la dictadura brasileña que rigió
desde 1964 hasta 1984; la dictadura argentina, desde 1976 hasta 1984, y
la dictadura uruguaya, desde 1973 hasta 1985.
Como ejemplo de las dictaduras personalistas se
pueden mencionar aquellas en las que el poder se concentra en un hombre
fuerte que emerge del seno de las Fuerzas Armadas, pero que ejerce dicho
poder sin estar plenamente comprometido con la institución militar ni
tampoco comprometer totalmente a la entidad.
Aquí la persona del dictador tiene mayor
ascendencia que su origen institucional. Es el caso de las dictaduras de
Batista en Cuba, Trujillo en la República Dominicana, Somoza en
Nicaragua y del propio Stroessner en el Paraguay.
Respecto a este tipo de dictadura, Rouquié escribe lo siguiente.
"La institución Ejército no delega su poder en un
líder militar, sino que es despojado de el por un dictador que monta una
red paralela a la jerarquía disciplinaria, fundada en la lealtad no a
la institución sino a su persona, a veces realzada por una colaboración
partidista".
Lo que ocurrió en nuestro país fue lo siguiente: Al
asumir el general Stroessner la presidencia de la República, una de sus
primeras medidas fue hacer una purga en las filas del Ejército y en las
otras armas de las Fuerzas Armadas de los elementos que pudiesen
convertirse en factores de resistencia a su voluntad de poder y dominio.
Dentro de ese proceso de depuración no solamente
pasaron a retiro muchos oficiales, sino que fueron perseguidos hasta el
exilio o el calabozo, pero al mismo tiempo se tuvo que ganar la
confianza de muchos otros para integrar la nueva casta militar.
Esto fue posible mediante una negociación en la
cual los oficiales comprometían su lealtad y obediencia absolutas al
mando del general-presidente a cambio de los tentadores privilegios y
prebendas palaciegas y cuarteleras.
Los privilegios y las prebendas del régimen
dictatorial significaban en la práctica, para los altos mandos
castrenses, las cuotas de poder en los campos militar, económico y
político. Estos "beneficios" debían ser usufructuados de una manera tal
que no representen peligro ni competencia directa al poder soberano del
dictador. El dictador tenía la habilidad de no concentrar todo el poder
en sus manos, pero siempre se quedaba con la cuota mayor.
No hubo, por consiguiente, en el caso paraguayo, el
"despojo" de poder a los militares. Se puede decir, sin embargo, que el
poder militar nació, creció y fue distribuido bajo la égida del
dictador, quien tenía la sagrada misión de velar y cuidar siempre la
buena marcha del sistema de prebendas y privilegios.
El sistema de prebendas y privilegios se mantenía
de acuerdo con el diseño elaborado por el dictador y este se encargaba
de chequearlo periódicamente a fin de conservar la capacidad de decir la
última palabra.
Si, por el contrario, el sistema llegaba a un punto
en que el dictador podría perder el control del mismo, eran los
momentos en que podían surgir nuevos líderes militares en condiciones de
disputarle su calidad de jefe supremo.
Al general Andrés Rodríguez, su sucesor, Stroessner
permitía recaudar y redistribuir pero en menor escala, y cuando se dio
cuenta del verdadero volumen de su capacidad de distribución fue cuando
Stroessner se percató del peligro que representaba para él su consuegro,
el general Rodríguez.
Demás está decir que Stroessner se ocupaba
personalmente de verificar el buen funcionamiento de este sistema porque
mantener un esquema de prebendas manejable ha sido uno de los ejes
fundamentales de la política stronista.
Lo importante era comprender que el intercambio que
existía entre el estamento militar y el dictador no le permitía a este
último olvidar o menospreciar los intereses de los militares, de manera
que la distinción entre el poder del dictador y el poder de los
militares puede llegar a ser meramente nominal. (Riquelme, Paraguay en
Transición).
En este sistema, el dictador es el que concede y
distribuye poder, pero lo hace sobre la base de los intereses militares y
además debe ajustar una serie de otras estrategias políticas para poder
satisfacer esos intereses, sin herir naturalmente la susceptibilidad
del otro hombre fuerte de las Fuerzas Armadas, que finalmente reaccionó
con un golpe ante el intento de la nueva alianza político-militar de
poner freno a su ascendente capacidad recaudadora.
Es por eso que los entendidos en la materia
consideran que la voluntad del dictador en otros planos de la política
siempre tuvo que ser leída como la voluntad de los militares.
Otra indicación de la participación de los
militares en el poder fue la presencia de sus miembros en el gobierno de
Stroessner. Existió en todo aquel tiempo una permeabilidad en las
instituciones del Gobierno en cuanto a la incorporación de personal
proveniente de las Fuerzas Armadas en puestos claves de la función
pública.
Las instituciones más importantes, como los
ministerios de Hacienda y Obras Públicas, inclusive la Municipalidad de
Asunción, estaban siempre en manos de jefes militares, algunos de ellos
en situación de retiro, pero sin perder el estado militar.
Con el golpe de Estado de 1989, la situación cambió sustancialmente en algunos aspectos.
¿Cuánto tiempo hacía que los militares no veían cumplirse sus intereses en el campo político?
¿Cuánto hacía que no podían hacer libremente
contrabando, atropellar comisarías para sacar amigos presos, o circular
tranquilamente en autos "mau" sin ser molestados?
¿Cuánto tiempo hacía que no podían ocupar puestos
en el Gobierno ni estar sentados en la junta de Gobierno? ¿Cuánto hacía
que no podían vender sus víveres porque no los necesitaban?
Ya estaba durando mucho este juego. El general Lino
César Oviedo comprendió perfectamente esta ansiedad de su casta y supo
construir para sí la imagen de un jefe militar ambicioso políticamente,
pero con la apariencia de ser el único preocupado por los intereses de
los militares y sus familias.
Lo que el régimen paraguayo de la época de
Stroessner mantenía confundida a la opinión pública internacional fue
que su base de poder no se limitaba a lo meramente militar. La
incorporación del Partido Colorado como componente del régimen elimina
la posibilidad de clasificarlo como una dictadura exclusivamente
militar.
Mediante la articulación del poder partidario el
dictador logró proyectar su autoridad en la sociedad política, que
generalmente está vedada a las dictaduras militares. Aquí radica
fundamentalmente la diferencia con las dictaduras militares de
Argentina, Uruguay, Brasil y Chile en su momento, que nunca pudieron
articular lo partidario.
La incorporación del partido al sistema de poder
durante la dictadura se realiza de la misma forma en que lo hicieron las
Fuerzas Armadas. Ambos se alinearon al nuevo sistema.
Stroessner aplicó la estrategia de las tres "P".
Premio al amigo, palo al enemigo y patada al indiferente. Los colorados
antistronistas fueron eliminados y los posibles amigos fueron
conquistados mediante el régimen de privilegios y prebendas.
El Partido Colorado fue vaciado ideológica y
doctrinariamente durante el stronismo. Una prueba de ello es que ninguna
de las asambleas o convención del partido, realizada durante la
dictadura, se caracterizó por algún debate ideológico o el tratamiento
de alguna cuestión relativa a la formulación de política nacional para
el Gobierno, o sencillamente para canalizar las inquietudes populares en
materia de bienestar.
Todo se reducía al montaje de un acto cuyo libreto
era ampliamente conocido por la población. Unanimidad y aplausos de
aprobación eran los hábitos de las convenciones y asambleas coloradas.
Los convencionales y asambleístas asistían solamente para disfrutar de
los agasajos de algunos poderosos "líderes partidarios". El principio de
la "unidad granítica" era una orden cumplida puntillosamente en las
elecciones para la Junta de Gobierno como en las asambleas de
seccionales. Todo el partido estaba al servicio del dictador para
cumplir el rol legitimador del régimen, función a la cual después se
adhirieron algunos opositores.
Las seccionales coloradas eran utilizadas por los
servicios de seguridad para hacer el trabajo sucio, a través de un
sistema de control de la sociedad civil basado generalmente en la
delación y la vigilancia así como también con la actuación de grupos de
choque para ejercer o facilitarla represión.
La disciplina del partido era absoluta y sus
miembros actuaban en base a órdenes, cómo si se trataran de otros
cuarteles más. Las Fuerzas Armadas eran consideradas como la gloria y
los militares como héroes.
¿Cuánto hace que los militares no ven esa férrea disciplina en el Partido Colorado?
¿De dónde salieron aquellos civiles colorados que hoy se alzan contra la autoridad de los jefes militares?
¿De dónde sacaron que las Fuerzas Armadas deben estar sometidas al poder civil?
La dictadura militar personalista con apoyo
partidario terminó en 1989 con la caída de Stroessner y su camarilla de
generales corruptos, pero el sistema de prebendas y privilegios que dio
sustento a ese régimen no ha muerto y, aunque maltrecho, continúa.
El general, hoy en S.R., Lino César Oviedo, ex
comandante del Ejército, interpretó ese vacío, comprendió que los
"intereses militares" estaban debilitados y la transferencia del eje del
poder desde el campo militar al campo civil estaba saliendo muy barata a
los políticos.
La filosofía que lo llevó a golpear a Stroessner y
al stronismo era: terminar con la dictadura militar personalista con
apoyo partidario, pero continuar con el régimen de privilegios y
prebendas manteniendo la estructura de poder bajo el control asociado
del Partido Colorado y las Fuerzas Armadas como institución.
COLORADIZACIÓN GRADUAL DE LAS FUERZAS ARMADAS PARAGUAYAS
La coloradización de las Fuerzas Armadas paraguayas
no comienza con Stroessner. El proceso de partidización comenzó al
final de la guerra civil de 1947, cuando el entonces presidente, general
Higinio Morínigo, dio de baja a representantes de la oficialidad que
tuvieron una brillante actuación en la Guerra del Chaco, pero que
cometieron el pecado de sublevarse contra su régimen.
La purga continuó durante los siguientes gobiernos
colorados que se sucedieron entre 1947 y 1954. Este año accede al poder
el general Alfredo Stroessner, a través de un golpe de Estado, y el
mismo encuentra ya unas Fuerzas Armadas con muy pocos oficiales no
colorados.
Carlos Romero Pereira, en su "Una propuesta ética"
(1987), recuerda la constante prédica del dictador Alfredo Stroessner
sobre la "unidad granítica" de la tríada Gobierno-Fuerzas
Armadas-Partido Colorado.
Además puntualiza que la propia Junta de Gobierno
del Partido Colorado fue la que en 1955 solicitó al dictador Stroessner
la afiliación compulsiva de los oficiales de las Fuerzas Armadas al
partido de gobierno.
Demás está decir que Stroessner respondió encantado
a semejante solicitud y, a través de la circular que lleva el número 24
de fecha 22 de julio de 1955, resolvió que el censo partidario se
realizara también en los cuarteles, "asumiendo así la responsabilidad
histórica de formalizar la alianza de corte totalitario entre el
estamento militar y el Partido Colorado". (Riquelme, Paraguay en
Transición).
Como anexo de la medida anterior, el general
Alfredo Stroessner dispuso la exigencia de que los cadetes que
ingresaban al Colegio Militar estén dotados también de la afiliación
partidaria. ¿Qué pretendían con esta medida los jefes militares y en
particular el dictador Stroessner y los líderes políticos que lo
apoyaban? Podría pensarse que era una forma de ensanchar la base social
del Partido Colorado. Tener mayor cantidad de adeptos y garantizar la
disciplina de los afiliados.
A decir verdad, el interés estaba centrado en
ejercer un control sobre las Fuerzas Armadas para evitar en el futuro
las revueltas que condujeron a la revolución o guerra civil de 1947,
precisamente porque dentro de la institución militar cohabitaban
oficiales de todas las tendencias partidarias.
"No previeron, sin embargo, los efectos secundarios
de dicha medida, concretamente el control militar del Partido Colorado,
que resultó ser más efectivo que el del Partido Colorado sobre el
estamento militar". (Riquelme, Paraguay en Transición).
Por ahí deben buscarse las explicaciones de tanta
resistencia de la cúpula militar a la reciente ley que suspende la
afiliación de militares y policías en servicio activo, a pesar de los
reiterados discursos en favor de la democracia y de la
profesionalización de las Fuerzas Armadas de casi todos sus principales
exponentes.
¿Volvería el Gobierno a perder el control de las Fuerzas Armadas sin la afiliación obligatoria al Partido Colorado?
Este temor puede tener su respuesta en la propia experiencia de la coloradización de las Fuerzas Armadas.
Los vaivenes de la interna del partido de Gobierno
se han introducido a los cuarteles, y el general Lino César Oviedo,
hasta ahora el último caudillo militar carapintada, fue el principal
exponente de partidización de las Fuerzas Armadas durante la transición.
Principal propulsor de la candidatura del general
(SR) Andrés Rodríguez a la presidencia de la República en las primeras
elecciones después del golpe de Estado, activo militante por la
candidatura presidencial del Ing. Juan Carlos Wasmosy en las internas
del Partido Colorado y estratega de relieve en las elecciones generales
de 1993 en favor de dicha candidatura, se hizo postular prematuramente a
la presidencia de la República para 1998 a través de un movimiento
colorado encabezado por el senador Blas N. Riquelme.
El mismo día en que se concretó su retiro de las
Fuerzas firmadas organizó un mitin político para hacer su lanzamiento
formal en la carrera política, con lo que confirmó su doble discurso
mientras lucía el uniforme verde olivo.
INTERVENCIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS EN LA TRANSICIÓN
No es ningún secreto que las Fuerzas Armadas se
atribuyeron el rol de árbitro de la transición no solo por la abierta
incursión política de sus principales jefes, sino por el peso propio que
sigue teniendo la institución castrense en la mentalidad del paraguayo
medio.
Los jefes militares del golpe de 1989 hicieron
creer a sus socios civiles de la operación que, una vez producida la
caída del dictador se pondría en marcha un proceso de normalización
institucional y por primera vez en muchos años un civil podría volver a
ocupar el sillón presidencial del Palacio de López.
El Dr. Luis María Argaña fue uno de los primeros en
probar la amarga realidad al descubrir que no podía ser candidato
presidencial para las elecciones de mayo de 1989 porque el actor militar
decidió cambiar de táctica y postuló a su entonces líder, el general
Andrés Rodríguez.
El general Rodríguez se hizo elegir fácilmente
presidente constitucional de la República del Paraguay, sin abandonar el
uniforme. Es más, ascendió a general de ejército y, por supuesto, fue
el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.
Todos los ministros de Defensa Nacional del
gobierno de Rodríguez fueron militares y la Policía continuó sometida a
los mandatos de un militar, tal como venía ocurriendo durante la
dictadura de Stroessner.
Su embajador en la República de Bolivia fue el
general (SR.) Ramón Duarte Vera, ex jefe de la Policía de la Capital,
temible por la dura represión que desarrolló en contra de los opositores
al régimen. Duarte Vera es un militar con formación en la Caballería y
como responsable de la represión política soporta varias denuncias de
maltratos y torturas de algunas de sus víctimas.
En vista de la inacción de la justicia ordinaria,
un tribunal alternativo de nivel internacional lo juzgó y lo encontró
culpable de los delitos que se le atribuyen. Rodríguez no lo cambió a
pesar de la presión interna y externa, ni siquiera con el pedido expreso
de las autoridades de la Cámara de Senadores y solo lo relevó del cargo
cuando se cumplió la jubilación del militar retirado.
Al mismo tiempo, el Ministerio del Interior fue
ejercido por un militar al igual que el Ministerio de Obras Públicas y
Comunicaciones.
Al ministro del Interior, general Orlando Machuca
Vargas, concedió el retiro al solo efecto de incursionar en la política
partidaria en forma directa. Efectivamente, Machuca Vargas se lanzó al
frente de un movimiento del Partido Colorado bautizado por la prensa con
el poco elegante nombre de "machuquismo", pero al poco tiempo esta
corriente se diluyó.
Este es el precedente más cercano de la fórmula
militar-retiro-jefe partidario que ahora está implementando el general
(SR.) Lino Oviedo, luego de producirse su caída.
De Machuca Vargas los militares y algunos civiles,
entre ellos políticos colorados y empresarios oficialistas, pensaron que
era la figura ideal para el futuro Paraguay "moderno y democrático". La
realidad pronto se encargó de demostrarles lo contrario.
El único ministerio que se ha "civilizado" fue el
de Hacienda, que en la época de la dictadura también estaba en manos de
militares. Las Fuerzas Armadas elaboraron una inteligente estrategia de
vinculación con la sociedad civil y sobre todo de relacionamiento con la
clase política del país.
Así organizó el famoso diálogo cívico-militar por
el que desfilaron todos los representantes de la sociedad. Como era de
esperar, no había una agenda consensuada y los resultados eran
desastrosos. Solo sirvió para demostrar que los militares también tienen
habilidades para las relaciones públicas.
Abrieron los cuarteles y permitieron que los
opositores considerados en la época de Stroessner como enemigos de la
democracia, subversivos y comunistas, subieran a los tanques y
manipularan las armas.
Al mismo tiempo, hicieron que los cursos de la
Escuela de Guerra de las Fuerzas Armadas ya no fueran exclusivos para
militares y civiles oficialistas. Algunos opositores se sintieron muy
honrados de participar de los mismos y de tener como "compañeros de
pupitre" a coroneles y generales.
En cuanto a la intervención de las Fuerzas Armadas
en la estructura del Estado, no hubo prácticamente novedades en
dirección al cambio.
Militares retirados coparon importantes puestos en
las empresas públicas y muchos militares en servicio activo cobraron
doble sueldo de las Fuerzas Armadas y de la desaparecida Líneas Aéreas
Paraguayas, Líneas Aéreas Paraguayas Sociedad Anónima (privatizada).
El Presupuesto General de la Nación siguió
favoreciendo a los militares hasta 1992, cuando se promulga la nueva
Constitución Nacional por la que se asignan porcentajes estables para la
educación y para la justicia.
De esa forma, por primera vez, el presupuesto
militar es superado por los presupuestos de ministerios que atienden
necesidades básicas de la población, como Salud Pública, Agricultura y
Ganadería, entre otros.
Lo que Rodríguez no pudo lograr, y tampoco Wasmosy
es la separación del Partido Colorado de las Fuerzas Armadas, a pesar de
la ley que establece la suspensión de las afiliaciones de los militares
y policías en servicio activo y de la ley que sanciona a los
uniformados que realicen actividad político-partidaria.
"Han aparecido militares en actos partidarios y
justificaciones de dirigentes colorados de que no se debía aislar a los
militares, pues estos siempre fueron colorados. Argumentación un tanto
reiterativa porque todos los dirigentes políticos entienden
perfectamente el sentido de la interdicción a la actividad partidaria de
los militares activos, la que tiene su origen en el principio de la
igualdad entre las fuerzas políticas como fuente de legalidad del poder.
También saben perfectamente que los jefes militares importantes están
transmitiendo un mensaje corporativo al pueblo como a los demás
dirigentes políticos; con su presencia están diciendo: "Nosotros
apoyamos a tal o cual", y esto significa diferencias, sobre todo en un
país como Paraguay, donde el culto al poderoso, al jefe, está todavía
muy arraigado en la cultura política local". (Carlos María
Lezcano-Carlos Martini. Intervención política de las FF.AA. después del
golpe. Editorial Nueva Sociedad).
Luego del intento de Machuca Vargas de liderar un
movimiento propio dentro de la ANR, el general Lino Oviedo fundó el
Movimiento Nacional del Coloradismo (MONADECO), integrado casi
exclusivamente por militares y policías retirados. También tuvo corta
vida.
No debe olvidarse tampoco que durante la Convención
Nacional Constituyente sectores políticos del Partido Colorado y
representantes de las Fuerzas Armadas hicieron todo lo posible para que
la nueva Constitución permitiera la reelección del general Andrés
Rodríguez.
La idea fue acompañada de todo tipo de presiones,
pero no prosperó mediante la decidida intervención de miembros del
propio Partido Colorado en alianza tácita con la oposición.
Las Fuerzas Armadas no estuvieron ausentes tampoco
en la represión y la corrupción. Dos obreros de la represa
hidroeléctrica de Itaipú fallecieron a raíz de disparos efectuados por
soldados que intervinieron para dispersar una huelga.
Asimismo, varios altos jefes militares fueron
cayendo durante la transición por haberse involucrado seriamente con
hechos de corrupción. Uno de ellos, el más sonado, es el caso del
general Humberto Garcete, comandante del Ejército, a quien se acusó de
propiciar el contrabando a Bolivia de autos robados aquí y en el Brasil.
El general de división Francisco Sánchez tuvo que
abandonar su cargo de jefe de la Policía al encontrarse involucrado en
la gigantesca corrupción que imperaba en la institución policial desde
hace tiempo.
CAPÍTULO II
EL HEREDERO DEL PODER COMIENZA A PROYECTARSE
EL PAPEL DEL GENERAL LINO OVIEDO EN EL GOLPE DE ESTADO Y SU METEÓRICO ASCENSO.
EL GOLPE DE 1989
Desde varios días atrás corrían rumores, conjeturas
y especulaciones de distintos matices que presagiaban el golpe contra
Stroessner. El único con reales posibilidades de llevar adelante una
acción de esa envergadura era el entonces comandante del Primer Cuerpo
del Ejército y hombre fuerte dentro de las Fuerza Armadas, general
Andrés Rodríguez. Su condición de consuegro del dictador - para los
incrédulos- hacía descartar dicha hipótesis, pese a ello, encabezó el
movimiento castrense, que se inició en la noche del 2 de febrero y
concluyó el 3 de febrero de 1989. El saldo fue la huida de Stroessner a
Brasil y la recuperación de las libertades públicas, pero también quedó
un tendal de heridos y muertos, cuya cantidad nunca ha sido aclarada.
Se hablaba entre otras conjeturas de que el general
Stroessner quería pasar a retiro a Rodríguez, por presión de los
integrantes del movimiento militante que en ese momento tenía el control
partidario de la Junta de Gobierno. Lo cierto es que ese día 2 de
febrero, los vecinos de la Primera División de Caballería, Campo Grande,
iban despoblando el sector como si algo iba a ocurrir, aunque no se
vislumbraban tampoco acciones concretas que justificaran dicho abandono.
Un vecino que vivía en ese tiempo cerca de la villa
militar, Pedro de Jesús Romero, nos recordó esos dramáticos momentos
del ‘89:
"Cuando vimos que comenzaran a moverse algunos
tanques y que equipos de artillería eran quitados de sus lugares
comunes, con otros amigos relacionamos esos hechos con las extrañas
versiones que corrían sobre el presunto malestar entre Stroessner y
Rodríguez, además se sabía esa tarde de una "cena de unidad" que
preparaba el general Rodríguez para todos los componentes del Primer
Cuerpo del Ejército. Al concluir, por lo visto, esa cena -prosigue
nuestro entrevistado-, se escucharon las hurras y los vítores dentro del
gran cuartel, seguidos de tiros al aire, que fue posiblemente la señal
del inicio de las hostilidades, según comentó.
Por ese tiempo la duda y el desconocimiento eran
factores comunes. Incluso se habló de que tropas leales a Stroessner
habían tomado la Caballería. Pero pasadas las 20:00 de la noche del 2 de
febrero, tanques de guerra de distintos tamaños y calibres, acompañados
de vehículos cargados de soldados, se dirigieron presurosamente hacia
el centro asunceno. Algunas unidades de guerra fueron a proteger la
residencia de Rodríguez, en las Carmelitas, otros tomaron por sorpresa
la Fuerza Aérea, cuyas máquinas no pudieron despegar para defender al
anciano dictador.
La primera escaramuza con saldo fatal se registró
en el domicilio de María Estela Legal de Yegros, en el barrio Herrera,
amante de Stroessner, y donde los leales de Rodríguez debían tomar por
detenido al dictador, que no fue posible. El Cuartel Central de Policía
fue atacado, donde fallecieron varios soldaditos, que obligaron a la
rendición de la mayoría de ellos que estaban en ese lugar.
Buques de la Marina e infantes de la Armada
Nacional, por ese entonces, se unieron a la idea de alzamiento de
Rodríguez. Dichas unidades bombardearon el Palacio de Gobierno y el
cuartel de Policía, teniendo rápidamente el control de la situación.
Una parte de la población asuncena estaba esa noche
en la tradicional fiesta de San Blas en la localidad de Itá, donde
actuaban el cantante mexicano Luis Miguel y el artista argentino Sergio
Denis. El levantamiento militar sorprendió a varios en la calle, en
bares, restaurantes, sitios de bailes y espectáculos públicos en
general, sin embargo, la tarea acertada de algunas emisoras -radio
Cáritas, radio Primero de Marzo y radio Paraguay- trataba de ayudar para
evitar mayor caos y confusión. Tanto Cáritas y Emisoras Paraguay
pasaron toda la noche y madrugada detalles de lo que ocurría. Primero de
Marzo fue utilizada por las fuerzas sublevadas para transmitir
exclusivamente las proclamas militares, con pausas musicales. La primera
proclama fue pasada exactamente a las 12:30 por Rodríguez y decía:
"Queridos compatriotas, apreciados camaradas de las
Fuerzas Armadas. Hemos salido de nuestros cuarteles en defensa de la
dignidad y del honor de las Fuerzas Armadas, por la unificación plena y
total del coloradismo en el gobierno, por la iniciación de la
democratización del Paraguay, por el respeto a los derechos humanos, por
la defensa de nuestra religión cristiana, católica, apostólica,
romana".
"Esos son los que yo les estoy ofreciendo con el
sacrificio del soldado paraguayo a nuestro querido y valiente y noble
pueblo paraguayo, y espero que los camaradas de las Fuerzas Armadas me
acompañen en esta circunstancia, porque estamos defendiendo una causa
noble y justa que redundará en beneficio de nuestro heroico y noble
pueblo paraguayo. Gracias".
Un segundo pronunciamiento fue dirigido a los
miembros del cuerpo diplomático, a la 00:45, y fue leído por una persona
que ofició de anunciador:
"Señores miembros del cuerpo diplomático acreditado
en la República del Paraguay. Apreciados señores representantes de
países amigos: Fue necesario que el soldado paraguayo estuviera presente
de nuevo para defender los derechos inalienables del hombre, que en
nuestra querida patria estaban siendo vilmente pisoteados".
"Con el sacrificio de los hombres de armas hemos
salido a las calles buscando mantener la dignidad de las Fuerzas Armadas
en una total unidad, en respuesta al llamado y al honor".
"Es nuestro deseo buscar y restablecer la
unificación total del coloradismo en el gobierno, defender en más los
preceptos de una real democracia en el Paraguay y, de hecho, hacer
respetar los derechos humanos, sin ambages o falsas interpretaciones.
Finalmente, defender los mandamientos de nuestra religión cristiana,
católica, apostólica y romana".
"Es nuestro ferviente deseo e intención poder
servir y defender tal como manda la máxima del soldado paraguayo, y para
ello solicitamos vuestra colaboración en el sentido de poder levantar
con vuestra comprensión y apoyo... que nuestro país amerita en el
contexto de las demás naciones. Atentamente, general de división Andrés
Rodríguez".
Por entonces, los dos canales de televisión (9 y
13) dejaron de transmitir casi simultáneamente. En algunos sectores de
Asunción se producían cortes de energía eléctrica, además, por la
situación misma, gran parte de la ciudad estaba a oscuras.
Las acciones principales comenzaron a generarse en
el Regimiento Escolta Presidencial, cerca del Ministerio de Defensa
Nacional, en el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y en el Comando en
Jefe. Estas unidades empezaron a sentir las pesadas cargas lanzadas por
los leales rodriguistas. La población civil de la zona estaba encerrada
en sus casas, y con luces apagadas seguía el tableteo de las
ametralladoras y disparos de fusiles y carros blindados. La tierra
temblaba a cada disparo.
El violento enfrentamiento duró cerca de ocho
horas. Alrededor de las 08:00, el general Rodríguez se dirigió a la
nación por medio de la Cadena Oficial de Emisoras informando la
rendición de Stroessner:
"Atención pueblo paraguayo, camaradas de las
Fuerzas Armadas y habitantes de la toda la República: El momento de la
toma de decisiones ha llegado, y las Fuerzas Armadas de la República del
Paraguay nuevamente han cumplido con su deber a entera cabalidad".
"Ha sido restablecido el orden. Justamente con ello
se hará respetar los valores humanos, así como en un todo nuestra
Constitución. A toda la República, a los naturales de este querido
Paraguay, así como a todas aquellas personas de bien que han decidido
afincarse en este hermoso país, les comunico que la situación ha sido
totalmente controlada. El respaldo unánime de las Fuerzas Armadas y del
pueblo en general ha hecho posible el restablecimiento de la
tranquilidad, para el bien de este nuestro querido Paraguay".
"A la opinión pública en general y a los aguerridos
camaradas, a todos los medios que nos han acompañado de una u otra
forma en esta gesta heroica, les informo que el general Stroessner se ha
rendido, encontrándose en perfecto estado de salud, privado de su
libertad, gozando de todos los derechos humanos en una residencia dentro
del Primer Cuerpo de Ejército. General de división Andrés Rodríguez,
comandante del Primer Cuerpo de Ejército, les habla".
GENERALES QUE PASARON A CUARTELES DE INVIERNO
El vicealmirante Eduardo González Petit fue el
último oficial general de la era de Stroessner que pasó a retiro desde
el inicio de la transición política. Desde el 3 de febrero de 1989 un
promedio de 11 generales (y su equivalente en la Armada Nacional) dejan
el cuadro activo cada año. Un hecho positivo que resultaba imposible en
la dictadura.
Con la apertura política hubo una renovación en el
cuadro de la cúpula castrense, muy diferente al trato vitaliciado que
tenían los generales durante el mandato de Stroessner. La lista de
algunos de los generales y vicealmirantes que pasaron a retiro luego del
3 de febrero de 1989 es: Alfredo Stroessner; Marcial Samaniego, Andrés
Rodríguez, Orlando Machuca Vargas, Otello Carpinelli Yegros, Abrahan
Abed, Eduardo González Petit, Ricardo Bogado Silva, Pánfilo Mora
Escobar; Eumelio Bernal Giménez, Ramón Humberto Garcete, Eduardo Antonio
Allende y Juan de Dios Garbet, Germán Martínez, Francisco Sánchez.
Igualmente están Ramón Rosa Rodríguez (+),
Crispiniano López Giménez, Evelio Fabio Benítez Santacruz, Aladino
Manuel Enciso, Lorenzo Carrillo Melo, Irán Antonio Centurión, Daniel
Idoyaga Mendoza, Hugo Escobar Anzoategui, Pedro Concepción Ocampos,
Francisco Talavera Mosqueda, Dionisio Cabello Amarilla, Rodolfo Dávalos
Chenú, Adalberto Fleitas Martínez, Osvaldo Acevedo Gamón, José Félix
Pavón González y César Arcadio Saucedo Rojas.
También dejaron el cuadro activo Juan Manuel
Ocampos Guillén, Francisco Sánchez González, Solano Ignacio Gamarra,
Flavio Alcibíades Abadíe, Carlos Egisto Maggi, Emilio Osvaldo Balbuena,
Luis Valiente Flor, Darío González Duarte, Ricardo Rojas Ortiz, Luis
Alberto Laguardia Roa, José Miguel Giménez Cáceres, Enrique Landaida,
Marcial David Samaniego, Darío Antonio Franco Flores, Pablo Feschenko,
Víctor Aguilera Torres, Galo Longino Escobar, Rubén Adolfo Suárez y
Mario Escobar Anzoategui.
Además pasaron a retiro José Céspedes Zarza,
Francisco Luis Rodríguez, Marino González Cáceres, Regis Aníbal Romero,
Herminio Piñánez Balmori, Eduardo Ramón Sosa, Mauricio Díaz Delmas,
Ramón Antonio Garcete y Roosevelt César Benítez. A esa lista se deben
sumar los oficiales generales que pasaron a retiro el pasado fin de año,
a propuesta del Tribunal de Calificaciones. Son ellos José Tomás
Centurión, Corsino Allende Serviano, Federico Magno Candia, Jorge
Mendoza Gaete y Carlos Alberto Ayala, general Lino Oviedo. Los últimos
conocidos son los generales Abelardo Vera Alarcón y Juan Simón Paredes
DATOS PERSONALES DEL GRAL. DE DIV. (SR) LINO CÉSAR OVIEDO SILVA
Nació el 23 de setiembre de 1943 en Juan de Mena,
departamento de La Cordillera. Está casado con Rosalía Raquel Marín.
Tiene seis hijos (Carolina, César Ariel, Fabiola, Lino César, Raquel,
Lino Manuel). Su dirección particular en el momento de su pase a retiro
era la Primera División de Caballería, en la Villa Militar, ubicada en
Campo Grande, a 9 kilómetros del centro asunceno. Sin embargo, hacía
oficina como jefe militar en el Comando del Ejército, que está sobre la
ruta Transchaco, a 14,5 kilómetros del micro centro.
El 13 de diciembre de 1962 egresó como subteniente
de caballería. El 31 de diciembre de 1964 ascendió a teniente. El 31 de
diciembre de 1967 llega al rango de teniente 1° y el 31 de diciembre de
1971 se convierte en capitán. A mayor de caballería llega el 31 de
diciembre de 1976. Asciende a teniente coronel el 31 de diciembre 1981.
Luego el 31 de diciembre de 1985 es coronel. Posteriormente al golpe
militar del 2 y 3 de febrero, el 12 de mayo de 1989, se convierte en
general de brigada. Ese mismo año es nombrado por el general Andrés
Rodríguez, cabeza de la revuelta castrense, comandante de la Primera
División de Caballería. En 1991 es designado por el mismo Rodríguez, de
quien fue secretario siete años seguidos, comandante del Primer Cuerpo
del Ejército. El 14 de mayo de 1992 asciende a general de división y al
año siguiente llega a la comandancia del Ejército, de donde es relevado
por el presidente Wasmosy este 24 de abril.
Buena parte de su formación lo hizo en Alemania
(1969-1970). Allí estudió idioma alemán, terminolía militar y
comandancia de compañía en el arma de Tiradores Blindados. Instructor de
tiro en los calibres 20 y 106 mm., conductor de rodados y carros de
combate "MS-10", funcionamiento, mantenimiento y conservación del
blindado "Leopard". También realizó un curso en la Escuela de Aplicación
de las Fuerzas Armadas (1974), de Inteligencia Militar (1977), Comando y
Estado Mayor de las Fuerzas Armadas (1978) y Colegio Nacional de Guerra
(1990).
Instructor de equitación (1967), perfeccionamiento
para capitanes (1974), oficial del Estado Mayor (1979), medalla de la
Caballería de la República del Paraguay (1989), medalla del Colegio
Nacional de Guerra (1990), medalla del Ejército paraguayo (1992),
condecoración "Gratitud del Pueblo Paraguayo", por su participación en
la gesta del 2 y 3 de febrero de 1989 (1993), medalla del Comando
Logístico (1994), medalla de las Fuerzas Militares (1995).
"Medalla del Pacificador" de la República
Federativa del Brasil (1990), condecoración "Orden de la Bandera
Resplandeciente de la República de China (1991), condecoración Orden al
Mérito de la Seguridad Nacional en el grado Cheonsu Medal" de la
República de Corca (1991), "Orden al Mérito Militar" en el Grado de
Comendador, de la República Federativa del Brasil (1992), condecoración
de la "Orden de Mayo al Mérito Militar" en el grado de Gran Oficial de
la República Argentina (1993), condecoración Orden al Mérito de las
Fuerzas Armadas en el grado de Gran Oficial, de la República Federativa
del Brasil (1994), condecoración "Gral. de Div. José Miguel Lanza" del
Ejército de Bolivia (1994), "Honor al Mérito Militar en el grado de la
Gran Cruz (1996), también del Brasil.
SU RELACIÓN CON RODRÍGUEZ Y SU PARTICIPACIÓN EN EL GOLPE
De un desconocido oficial, Oviedo, luego del golpe
castrense, se convirtió en protagonista y quebranto de la transición
política. Algunos testigos sostienen que con dos granadas colgadas al
pecho intimó a Stroessner a rendirse. El formaba parte de un montón de
coroneles que irían a retiro para permitir el ascenso a general de
brigada del entonces coronel de la Fuerza Aérea Gustavo Stroessner Mora,
hijo del dictador.
Por ello, tal vez, difícilmente dos años seguidos,
como en 1988 y 1989, hayan existido tanto movimiento horizontal y
ascenso dentro de las Fuerzas Armadas. En 1988, los cambios fueron para
permitir el ascenso de Gustavo Stroessner Mora a general de brigada. La
idea de su padre era que en corto tiempo sea el nuevo general de la
cúpula castrense; sin embargo, el golpe acabó con ese proyecto y también
con el vitaliciado de Stroessner. Este hecho proyectó una camada de
oficiales generales liderada por el general de división Andrés Rodríguez
hasta los dos primeros años de la década del '90, pero ya ganando
notoriedad ese recién ascendido a general de brigada llamado Lino César
Oviedo.
Como coronel de Caballería, Oviedo estaba al mando
del RC 3, "Coronel Vicente Mongelós". Esta es una unidad ''élite" de la
Primera División de Caballería, la más importante del Primer Cuerpo de
Ejército, con asiento en Campo Grande. Fue uno de los regimientos que
llegaron hasta el Regimiento Guardia Presidencial y participó de la
detención de Stroessner y su posterior traslado a la Caballería, donde
el anciano fue privado por unas horas de su libertad antes de ser
deportado exiliado a Brasil.
Cada tanto, Oviedo se jactaba de su activa
participación de la caída del dictador, con lo que intentaba convencer
de que era en verdad un "demócrata", con lo cual quería ganar impunidad
ante sus abiertas intromisiones en política partidaria. Evidentemente su
estrategia era atacar supuestamente el "pasado" para proyectar un plan
hegemónico que eleve su figura a nivel nacional.
Oviedo, en varias entrevistas a medios de prensa,
destacó que conoce al general Rodríguez desde que era niño. Incluso, le
concede el mérito de ser su formador como oficial de carrera; de hecho,
siete años corridos fue secretario del comandante del Primer Cuerpo de
Ejército. Cercanos a Oviedo y Rodríguez dicen que el primero de los
nombrados incidió en Rodríguez para que se candidata para la presidencia
de la República, con lo cual se rompió el acuerdo que había para que
Argaña sea el postulante a la titularidad del Poder Ejecutivo.
Igualmente varias personas indicaron que Oviedo fue
uno de los propulsores de la disposición transitoria establecida en la
Constitución Nacional que prohibió taxativamente la reelección del
general Rodríguez. En ese entonces, había una cierta disputa en los
proyectos comunes que tenían Oviedo y Luis María Argaña por presidir en
el futuro el gobierno en Paraguay. Lo cierto fue que a Rodríguez le
imposibilitaron legalmente continuar su mandato, que contó con el apoyo
de los convencionales argañistas.
Oviedo rápidamente ganó preponderancia en la
organización castrense. Siendo menos antiguo llegó a tener bajo su mando
a jefes militares en la comandancia de las tres armas (caso Oscar
Rodrigo Díaz Delmás, actual comandante del Ejército; Evelio Fabio
Benítez Santacruz, Irán Centurión, por citar algunos), descontando que
para llegar a ser comandante del Ejército tuvieron que ir a retiro
varios generales (por ejemplo, los generales Emilio Osvaldo Balbuena,
Mario Rodolfo Escobar Anzoategui, Marino González, Regis Romero, Pedro
Concepción Ocampos).
HEGEMONÍA DE LA CABALLERÍA DENTRO DEL EJÉRCITO
PEQUEÑA HISTORIA DE LA CABALLERÍA
En cada rumor de golpe o de desavenencias entre
componentes de las Fuerzas Armadas estaba siempre la Caballería. Fue
noticia en la caída de Stroessner. Fue noticia en la sublevación de
Oviedo. La Primera División de Caballería cuenta con unidades blindadas,
mecanizadas, motorizadas e hipomóviles. Está dotada de los medios de
combate más modernos; para nuestro medio es la más importante.
La Primera División de Caballería fue creada el 24
de noviembre de 1932, en plena campaña del Chaco, y estaba compuesta por
el RC 1, "Coronel Valois Rivarola", y el RC 7, "General San Martín",
este último conformado en parte por voluntarios argentinos.
La misma es reorganizada tras la contienda
chaqueña, el 23 de marzo de 1935, quedando compuesta por el RC 1,
"Coronel Valois Rivarola", y el RC 2, "Coronel Felipe Toledo", en aquel
entonces con asiento en Paraguarí. Luego, en 1938, es trasladada a
Asunción, sumándose al año siguiente el RC 3, "Coronel Vicente
Mongelós". En 1948 se agregó el RC 4, "Acá Carayá", antiguo regimiento
escolta del gobierno de López.
- El RC 1, "Coronel Valois Rivarola" , tiene su
asiento en Pozo Colorado. Cubre el nudo de rutas vitales de la Región
Occidental, porque en ella convergen las rutas principales de la región,
con posibilidades, a corto y mediano plazo, de constituirse en el punto
de unión con los países limítrofes. Así, con Brasil a través de la ruta
Ponta Porá-Pedro Juan Caballero-Concepción-Pozo Colorado, la Ruta
Transchaco hasta Bolivia; y con la Argentina a través de Pozo Hondo.
El regimiento está distribuido en los siguientes
destacamentos y fortines: Destacamento "Esteban Martínez", Fortín
"General B. Caballero", Fortín "Teniente 1° Adolfo Rojas Silva", Fortín
"Teniente Coronel Miguel Ángel Ramos Alfaro" y el destacamento "Teniente
1° Manuel Irala Fernández".
- El RC 2, "Coronel Felipe Toledo", con asiento en
Cerrito. Fue la primera unidad blindada de nuestro país. Ocupa un área
de responsabilidad muy importante en la región, ya que abarca la zona de
mayor densidad poblacional de Villa Hayes y Benjamín Aceval. Ocupa su
área de responsabilidad con un fortín en el Km. 160 de la Ruta
Transchaco con la denominación de "Teniente 1° Moisés Galeano Bueno".
CRECIMIENTO DE LA CABALLERÍA LUEGO DEL GOLPE
El levantamiento militar terminó con la expulsión
de Stroessner del poder, con lo que se dio pasó a una generación de
altos jefes llamados por algunos "los generales de la transición". Aquí
se inicia una disminución del número de oficiales generales que integran
la cúpula castrense y comienza el crecimiento de la Caballería muy por
encima de la Infantería. La Marina y la Fuerza Aérea empiezan a ganar
importancia sobre la Artillería, protegida por ser el arma del dictador.
Lo real es que la Caballería ganó preeminencia
luego del 3 de febrero de 1989. Los territorios que estaban bajo su
control fueron notablemente extendidos, quedando en su jurisdicción
algunos de los principales puntos fronterizos, tales como Pedro Juan
Caballero y Ciudad del Este. El trazado de los nuevos límites militares
se debió al liderazgo que tuvo la Caballería en el levantamiento contra
Stroessner. Sin embargo, analistas del tema indicaron que ese cambio
respondió a la necesidad del Gral. Andrés Rodríguez de contar con un
sustento político militar sólido para iniciar su gobierno. Dicha
realidad dividió a la Infantería, que quedó arrinconada en los límites
Norte y Sur.
Inmediatamente al golpe militar se procedió a
introducir varias reformas al mapa de las jurisdicciones territoriales
de los tres cuerpos del Ejército, con el claro objetivo de beneficiar a
los hombres leales a Rodríguez, quienes en su mayoría eran oficiales de
la Caballería. La región del Primer Cuerpo, como primera medida, fue
dada al recién ascendido general de brigada Lino César Oviedo. Este
cuerpo del Ejército, territorialmente, fue extendido notablemente por
decreto del Poder Ejecutivo del 12 de abril de 1989, dos meses después
del golpe que derrocara a Stroessner.
El argumento utilizado para justificar tal decisión
era la necesidad de ocupar físicamente los espacios geográficos del
territorio nacional, para dar mejor cumplimiento a la misión que le
confiere la Constitución Nacional a las Fuerzas Armadas. Tal explicación
fue considerada "pereri" (frágil) por los infantes, quienes no
guardaron su desagrado con la medida administrativa, que evidentemente
los dejaba por debajo de la Caballería.
Existe una declaración que en el día 27 de junio de
1993 realizó en ABC Color el Gral. Div. Pedro Concepción Ocampos,
entonces comandante del Ejército, quien señaló que la extensión
territorial de la Caballería tiene directa relación con la activa
participación del arma en el golpe del 2 y 3 de febrero. Es decir que,
como consecuencia de su participación en la revuelta contra Stroessner,
extendió sus dominios unilateralmente y sin ningún mayor estudio
sociopolítico sobre importantes zonas del país, con lo que la Infantería
fue alejada de los puestos de control de ciudades que manejan un buen
caudal económico, como en verdad son Ciudad del Este y Pedro Juan
Caballero.
Aunque, luego, algunos oficiales de la Caballería,
incluso Oviedo, fueron sindicados como protectores de los mayores capo
mafiosos de las zonas fronterizas, que se convirtieron en los
principales puentes por donde pasan los mayores contrabandos y tráfico
de drogas, sin embargo, no existe una versión real de la justicia
paraguaya sobre tales presunciones.
Por el mismo decreto del Ejecutivo, las Divisiones
de Infantería de Concepción y Curuguaty fueron transferidas directamente
a la Caballería. Esta decisión administrativa concedió al arma de la
Caballería un notable poder militar en una gran franja de la Región
Oriental, pero la influencia igualmente se extendió a una vasta región
del Chaco, con lo que terminó aislándose por completo el predominio que
puedan tener los infantes.
El Primer Cuerpo de Ejército, constituido por tres
divisiones de Caballería, pasó de esa forma a ejercer efectivo control
sobre el mayor porcentaje de territorio paraguayo. El nuevo diseño
también implicó que los otros dos cuerpos del Ejército, constituidos por
divisiones de Infantería, quedaban separados entre sí, pues a uno de
ellos le correspondió el control del Norte del país (que limita con
Bolivia), y al otro el del Sur (que limita con la Argentina).
La Caballería pasó a controlar la región central
del país, considerada la más importante, por el crecimiento económico,
su desarrollo poblacional, y las zonas fronterizas de mayor
comercialización de productos de importación y exportación (Pedro Juan
Caballero y Ciudad del Este). En cambio, la Infantería quedó con
competencia sobre los extremos norte y sur, limítrofes con Bolivia y
Argentina, respectivamente.
Si bien se aportaron argumentos de estrategia
militar que justifican la nueva división castrense, no es menos cierto
que la extensión del área de influencia de la Caballería es analizada
también desde una perspectiva política y económica. Para algunos, la
ampliación del área de cobertura del Primer Cuerpo de Ejército tenía que
ver con la necesidad del Gral. Andrés Rodríguez de contar con un
sustento político-militar sólido al iniciar su gobierno. Además, el
objeto era contrarrestar la preeminencia que había tenido la Infantería
durante la dictadura, la otra arma básica del Ejército. Debe recordarse
que Stroessner también era oficial de carrera y en su mandato concedió
un trato preferencial a su arma, la Artillería.
El domingo 27 de junio de 1993, el diario ABC Color
publicó la entrevista realizada al general de división Pedro Concepción
Ocampos, entonces comandante del Ejército, sobre el nuevo mapa militar.
Este dijo:
"Todo el territorio estaba ocupado por la
Infantería. La Caballería era apenas una división, contra ocho de la
Infantería". Para él, con el rediseño castrense se pretendió "hacer un
poco de justicia también" dentro de las Fuerzas Armadas. Sin embargo,
tal situación hizo crecer un malestar entre los componentes de la
Infantería, por la evidente pérdida de fuerza dentro de la estructura
castrense.
Ese desequilibrio entre la Caballería y la
Infantería se intentó luego corregir, de alguna forma, en 1991 con el
ascenso de nuevos generales de otras armas. Pese a todo, los conatos de
indiferencia entre la Caballería y la Infantería eran fáciles de
percibir, lo que agregaba una innecesaria tensión que llegaba a parte de
la ciudadanía. Para más, luego aparece la Orden Especial N° 74
impartida por el comandante de las Fuerzas Militares, vicealmirante
Eduardo González Petit, a las distintas unidades del Ejército para
controlar la documentación de los vehículos que transitan por su
jurisdicción hace referencia a la existencia de un mapa militar en el
país que no era conocida por la mayoría de la población.
Una apreciación objetiva a dicha orden general
devela que el Primer Cuerpo de Ejército -integrado en su totalidad por
divisiones de Caballería- ejerce el control de zonas estratégicas del
país económica y políticamente hablando. También el documento establece
los lugares donde el Segundo y el Tercer Cuerpo deberán ejercer el
control vehicular. Una función que no corresponde a las Fuerzas Armadas.
La mencionada orden fue criticada por varios
legisladores, quienes alegaron la confusión de roles que tienen las
Fuerzas Armadas. Es más, algunos oficiales también criticaron la medida
administrativa, aunque prefirieron el anonimato para evitar alguna
represalia que pueda afectar su carrera militar.
Los vicios de esta orden especial hasta ahora son
sentidos y mueven a la corrupción dentro de las Fuerzas Armadas. En la
actual transición hubo oficiales de la Caballería denunciados e
involucrados en el llamado auto tráfico; incluso, obligó el retiro del
entonces comandante del Primer Cuerpo de Ejército, general Humberto
Garcete.
PODER DE FUEGO CON QUE CONTABA
El general Oviedo centraba su fortaleza y poder de
fuego en las unidades que responden al Comando del Ejército.
Principalmente la Caballería era la institución castrense que ganó
notoriedad luego del derrocamiento de Stroessner, cuyos oficiales
tuvieron preponderancia en el golpe, por encima de militares de otras
armas. El militar, hasta el 24 de abril pasado, hacía oficina en el
Comando del Ejército, ubicado en Mariano Roque Alonso, pero
evidentemente el poder real estaba en el Primer Cuerpo de Ejército, cuyo
cuartel general está en Campo Grande, donde igualmente se halla la
Primera División de Caballería. El Primer Cuerpo de Ejército tiene
controlada, de punta a punta, toda la Región Oriental del país, el
sector más poblado en Paraguay. Como ejemplo podemos citar que la
Segunda División de Caballería se encuentra en Concepción y la Tercera
División está en Ciudad del Este.
En cambio, la Primera División de Caballería, en la
semana de la crisis cívico-militar, tenía cerca de dos mil hombres.
Este cálculo se basa en que existen cuatro regimientos con 500 hombres
cada uno, en promedio. Oviedo, tal vez, presumiendo la intención del
Presidente de la República, aprovechó bien la fiesta de San Jorge,
patrono de la Caballería, que se recuerda cada 23 de abril, para
concentrar en el Primer Cuerpo de Ejército la mayoría de las unidades
pesadas a su mando. Se cree que casi todos los "Cascabel" y "Urutú"
estaban en el momento de la crisis en el Primer Cuerpo de Ejército.
CONFORMACIÓN DE LOS CUATRO REGIMIENTOS
El RC 1, "Valois Rivarola", tiene su base en Pozo
Colorado, en el Chaco paraguayo. No hay datos oficiales sobre su
potencial armado, pero se desdienta que posee una cantidad de tanquetas
"Urutú" y carros de asalto "Cascabel".
El RC 2, "Felipe Toledo", tiene su centro de
operación en Cerrito, también en el Chaco, pero a solo 30 minutos de
Asunción por Puente Remanso. Se cree que tiene 15 "Cascabel" y 12
"Urutú".
El RC 3, - "Vicente Mongelós", está en la sede del
Primer Cuerpo de Ejército; es decir, en Campo Grande. Además de carros
"Cascabel" y tanques "Urutú", tiene tanques "Sherman" y "M3-Al Stuart".
El RC 4, "Acá Carayá", está ubicado en Loma Pytá, a
menos de dos kilómetros del Primer Cuerpo de Ejército y del mismo
Comando del Ejército. Se caracteriza mayormente por tener armamentos
ligeros.
Aunque no tuvieron participación notoria, es bueno
hacer una aproximación de lo que tienen la Segunda División y la Tercera
División de Caballería. La primera posee un regimiento que opera en el
mismo cuartel general de Concepción. Es el RC 5, "Acá Verá", que tiene
red de distribución por Pedro Juan Caballero, Bella Vista Norte, Capitán
Bado, Itacurubí del Rosario y San Carlos.
En tanto que la Tercera División de Caballería
tiene su base en Ciudad del Este (ex ciudad Presidente Stroessner),
capital de Alto Paraná, urbe de un enorme flujo económico comparado
incluso con Miami y Hong Kong. El regimiento respectivo es el RC 8,
"Gral. Pedro Duarte", con asiento en Curuguaty y destacamentos en Salto
del Guairá, Ypejhú, Corpus Christi y Jejuí.
Uno de los objetivos de Oviedo fue llegar a la
máxima jerarquía castrense, es decir, lograr su ascenso a la comandancia
de las Fuerzas Militares, ocupada por el general de ejército Silvio
Rafael Noguera, como también lograr la presilla de la polémica "cuatro
estrellas". La discusión sobre las "cuatro estrellas" se originó cuando
el presidente Wasmosy pidió la creación de grados equivalentes al de
general de ejército tanto para la Armada Nacional como para la Fuerza
Aérea. Para ello había remitido, al Senado el proyecto que ampliaba el
anexo 2 de la Ley 847/80, modificado por la Ley 916/81, del Estatuto de
Personal Militar.
En las anteriores leyes de Organización de las
Fuerzas Armadas (Nos. 370/72, 832/80, 74/91 y 51/92, que derogaron
algunas y modificaron otras, consecuentemente) no figuró el cargo de las
Fuerzas Militares. Sin embargo, la Constitución del 20 de junio de 1992
habla de la composición de la Fuerza Pública "y establece que la Fuerza
Pública está integrada en forma exclusiva por las fuerzas militares y
policiales".
El referido texto constitucional posibilitó la Ley
N° 216/93, en base al proyecto de ley que remitió el entonces presidente
Rodríguez. El mismo fue aprobado unos días antes de fenecer el mandato
del anterior Congreso y promulgado enseguida por Rodríguez. En julio de
1993, el nuevo Parlamento sancionó la Ley 244/93, que derogó la Ley N°
216 y restableció la vigencia, con modificaciones, de la Ley N° 74/91 de
Organización de las Fuerzas Armadas que, como se sabe, no estableció la
figura del comandante de las Fuerzas Militares.
El artículo 14 de la Ley N° 216 dice que "el
presidente de la República por sí nombra y remueve al comandante de las
Fuerzas Militares, según está previsto en los artículos 172 y 238,
inciso 9, de la Constitución Nacional. Este cargo será ejercido, en
dependencia jerárquica del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de
la Nación, por un general de división o vicealmirante en servicio
activo, que podrá ascender, con acuerdo del Senado, al grado superior de
general de ejército o su equivalente, según corresponda".
La creación de las Fuerzas Militares generó mucha
polémica entre el Congreso y el Ejecutivo. Los parlamentarios
insistieron en que la Ley de Organización de las Fuerzas Armadas que
regía es la 244/93 y el Ejecutivo reivindicaba la N° 216/93. Sin
embargo, luego, la Corte Suprema de Justicia declaró inaplicable la Ley
244/93, que no contemplaba la figura de las Fuerzas Militares.
A ese hecho debe sumarse que políticos y
congresistas acordaron el 15 de mayo de 1995 ampliar el cuadro de
categorías, grados y equivalencias de las FF.AA., con lo que se
reconoció tácitamente la creación de las "cuatro estrellas" o el grado
de general de ejército, que luego fue dado al general Noguera y no
precisamente a Oviedo. Anteriormente, solo el Mcal. Estigarribia, luego
Stroessner y Rodríguez llegaron a ser general de Ejército, aunque, en
honor a la verdad, en muy distintas circunstancias.
SUS DECLARACIONES Y ACTUACIONES POLÍTICAS
- 19 de noviembre de 1992. "Cuando me invitan a un
lugar, no pregunto la afiliación de las personas que me cursan la
invitación. Además, soy amigo de dirigentes de todos los grupos
políticos, y eso no significa que esté apoyando a sus respectivos
movimientos. Los militares somos respetuosos de la Constitución y ella
dice que no debemos actuar en política partidaria. En consecuencia, eso
es lo que hacemos", fue lo que contestó cuando se le "pilló" en una
reunión en apoyo al binomio Wasmosy-Seifart.
- 28 de diciembre de 1992. - Si el pueblo no ha
aprendido la lección y quiere retornar al sistema autoritario,
prebendario, estatista, sectario, discriminados, pues bien, "que se las
aguante", dijo refiriéndose a la dupla Argaña-Ibáñez y admitiendo que
votó por Wasmosy-Seifart.
- 28 de diciembre de 1992. - Por eso yo voté por la
Lista 2 (Wasmosy-Seifart), porque yo confío en esos señores y los voy a
hacer respetar como un derecho justo a todos los campesinos
paraguayos".
- "Les parece que yo voy a estar apoyando y
respaldando a los que ayer avalaron la dictadura desde el Poder judicial
cuando ocupaban esos cargos durante ese régimen", manifestó para
demostrar su contrariedad a la candidatura de Argaña.
- 22 de enero de 1992. "Si el pueblo elige a un
ciego, sordo y mudo para presidente, pues será el presidente", dijo
cuando se le preguntó si las FF.AA. acatarán el resultado del 27 de
diciembre de 1992 (internas coloradas).
- "Lo único que hicimos fue acompañar al Presidente
para cumplir con su deber cívico de ejercer su derecho al voto.
Nosotros somos respetuosos de las normas legales", subrayó cuando se le
recordó sobre la injerencia militar en las internas partidarias.
- 13 de febrero de 1993. - Lo único que dije fue
que estoy en contra de la dictadura y por eso lo voy a sostener hasta la
muerte, porque contra eso yo he peleado y han muerto mis comandados.
Gane quien gane me interesa poco o nada, pero en vista de la gente que
ha estado en la cúpula de la dictadura, esa gente no puede seguir
gobernando", fue su opinión cuando los argañistas lo acusaron de tener
injerencia en política.
- "Ellos (los argañistas) van a terminar por el camino", señaló respecto al futuro de los argañistas.
- 28 de abril de 1993. - Nuestra decisión es
cogobernar con el glorioso e inmortal Partido Colorado per secula
seculorum, hasta que el país realmente conquiste el bienestar y el bien
común, le guste a quien le guste, moleste a quien moleste, duela a quien
duela, pique a quien pique, chille quien chille", afirmó en el
Ministerio del Interior ante el entonces presidente de la Junta de
Gobierno, Blas N. Riquelme, y el candidato presidencial, Juan Carlos
Wasmosy
- "Nosotros no somos pomberos que andan a
escondidas, sino somos los que trajimos la libertad y la democracia, en
la noche del 2 y 3 de febrero, a todo el pueblo paraguayo. Ahora vamos a
hacer el rekutu y vamos a rubricar por un período más y después vamos a
calcular lo que viene. Más vale malo conocido que algo bueno por
conocer. No quiero probar yo ni todas las Fuerzas Armadas con otro
partido político que desconocemos y que todavía no mandan y ya empiezan a
ponerse en contra nuestra y hablar mal de nosotros y tratan de
denigrarnos".
- 16 de abril de 1993. - Nunca dije que estaba en
contra de la persona. Estoy en contra de la ideología. Queda en la
conciencia del pueblo determinar quiénes predican los odios, rencores,
las calumnias, las cizañas, el autoritarismo, el prebendarismo, la
corrupción, los auges de dictadura. Eso queda en manos de la ciudadanía
determinar. Lo que nosotros queremos es un gobierno civil y gente
democrática que conjugue con la economía de mercado. Pero si la gente
elige a lo contrario, pues no podemos hacer nada y respetaremos su
voluntad", fue su respuesta con relación a la vuelta de los militantes
stronistas en política.
- 5 de febrero de 1994. - "Hola, mi presidente",
fue el saludo del general Oviedo a Blas N. Riquelme, varias semanas
después de que renunciara a la presidencia de la Junta de Gobierno.
- 30 de abril de 1994. - "Yo les vuelvo a
responder: Ustedes olvidaron quiénes trajeron la democracia al Paraguay.
No tengan la mente frágil. Somos lo uniformados los abanderados de esta
democracia".
- 19 de mayo de 1994. - "Soy colorado y ni con diez artículos de la Constitución me van a sacar mi coloradismo".
- 4 de diciembre de 1994. - "Hetama pecribi che
lómore, pero heta gueteri peneraséta hína". (Mucho ya se escribió sobre
mí, pero mucho seguirán llorando todavía).
- 22 de diciembre de 1994. - "No sabemos si nació
quien pueda coser la boca a los militares. Algunos dicen que soy
antidemocrático, y les pregunto a esos: ¿Dónde estuvieron el 2 y 3 de
febrero de 1989? En Buenos Aires, cafeteríape, cruzando los pies, sin
tener encima el peligro si el resultado del golpe sea bueno o malo".
- 11 de julio de 1995. - "Nosotros, los oficiales
en servicio activo, jamás nos prestaremos y jamás aceptaremos cualquier
propuesta que vaya en desmedro de nuestras Fuerzas Armadas y mucho menos
a una división entre los retirados y los activos. Es por eso que no
hemos aceptado que el sueldo sea aumentado solamente a los activos.
Cualquier propuesta que se haga y cualquier beneficio que se reciba lo
aceptaremos única y exclusivamente cuando va a ser en conjunto para
todos los componentes de las Fuerzas Armadas".
- 22 de agosto de 1995. El mayor (SR) Abdón Zarza
reconoció que mantuvo una reunión con dirigentes colorados de Itapúa y
el general Oviedo, en la que este había señalado que todavía no se tenía
al candidato oficial para la junta de Gobierno, donde inició su
oposición a la postulación de Ángel Roberto Seifart.
DOBLE DISCURSO E INTENTO DE CONTROLAR LA DEMOCRACIA
El cambio político en el Paraguay, para muchos el
inicio de la transición democrática, fue por medio de un golpe militar
que lideró el general Andrés Rodríguez. Las Fuerzas Armadas, y en
especial el general Oviedo, aprovecharon muy bien tal situación para
mantener y pretender seguir controlando las "reglas de juego" en la
arena política. Así lo hicieron, utilizando a la Asociación Nacional
Republicana con el único objetivo de tener injerencia en el proceso
electoral, como ocurrió en la elección de convencionales para la
Asamblea Nacional Constituyente (diciembre de 1991), en las internas
partidarias de la ANR (diciembre de 1992) y las elecciones nacionales (9
de mayo de 1993).
Oviedo hizo todo lo que estaba a su alcance y fuera
incluso de lo que la ley le permite para mantener el maridaje entre el
Partido Colorado y las Fuerzas Armadas, que de algún modo estaba
patentizado en la misma proclama del 2 de febrero de 1989, donde se
prometió la unidad partidaria. Vale decir que la intención de mantener
un estilo de "democracia tutelar" era clara por parte de los militares
que se volvieron contra Stroessner.
El mayor exponente de esa forma de pensar y actuar
fue ese oficial que acababa de ascender a general de brigada: Lino César
Oviedo. Este aprovechó su activa participación en el golpe para tratar
de vender la imagen de que fue él quien tomó prisionero a Stroessner,
amenazándolo con granadas de mano, para después trasladarlo a la
Caballería, donde se preparó el exilio del anciano dictadora Brasil.
Aprovechó, por momentos, esa coyuntura para arrastrar a la corporación
militar lejos de la subordinación de las instituciones, con lo cual
quiso mantener la autonomía castrense y ejercer luego un rol dominante
en sus relaciones con las autoridades civiles.
Oviedo, en un principio, se presentó como un
oficial institucionalista, apartidario, llegando a coquetear con la
oposición. Algunos oficiales hoy en día recuerdan aquella situación y
hablan de que permitió de buena gana que los opositores visiten los
cuarteles. Abrió las puertas de las unidades militares como forma de
demostrar supuestamente su espíritu institucionalista y de estar
conforme con ajustarse a la ley. Fue así que permitió que los políticos
suban incluso a los tanques y aviones de guerra, como queriendo decir
que las Fuerzas Armadas estaban plenamente sujetas y subordinadas al
mando civil. Sin embargo, muy pronto demostró que era una persona con
doble discurso, muy pronto empezó a actuar tal cual como pensaba: como
un militar colorado y prepotente, que a la postre le costó su
alejamiento de la carrera activa, según veremos más adelante.
Actuó como operador político en las elecciones
internas del Partido Colorado y en los comicios nacionales. Estos hechos
motivaron sendas denuncias contra su persona. Forzó a muchos oficiales
defender la idea de que la afiliación de los militares es un derecho
adquirido, desconociendo que Stroessner la creó mediante una simple
circular en que se obligaba a realizar la inscripción partidaria hasta
el seno de las Fuerzas Armadas. Encabezó el grupo de oficiales generales
que reclamó a la Corte Suprema de Justicia la inconstitucionalidad de
la suspensión de las afiliaciones de los militares y policías en
servicio activo.
Hay demasiadas evidencias de su injerencia en
política, la cual, para muchos, se inició en la época electoral de la
misma Convención Nacional Constituyente que, como ya mencionamos en otro
párrafo, había incidido para evitar la reelección de Rodríguez.
Igualmente fue el principal responsable de trabar la candidatura de Luis
María Argaña para las elecciones presidenciales, al tener participación
directa en las elecciones del 27 de diciembre de 1992, instando a los
colorados a votar por la dupla Wasmosy-Seifart:
"Si el pueblo no ha aprendido la lección y quiere
retornar al sistema autoritario, prebendario, estatista, sectario,
discriminador, pues bien, que se las aguante", señaló el 27 de diciembre
de 1992, expresando su contrariedad a la candidatura de Argaña. Su
presencia en el golpe y su supuesto malestar con los argañistas
utilizaba como estrategia para aparecer cada tanto con alguna expresión
de neto contenido político.
"Nuestra decisión es cogobernar con el glorioso
Partido Colorado per secula seculorum, hasta que el país conquiste el
bienestar y el bien común, le guste a quien le guste, moleste a quien
moleste, duela a quien duela, pique a quien pique, chille quien chille".
Esta expresión hizo frente al mismo candidato colorado en ese entonces,
el Ing. Juan Carlos Wasmosy, el 27 de abril de 1992, en el mismo
Ministerio del Interior, y en presencia igualmente del titular de la
Junta de Gobierno, Blas N. Riquelme.
Pese a su esfuerzo e influencia, no pudo evitar que
durante el mandato de Rodríguez se pusieran trabas taxativas a la
militancia partidaria de los militares. Es más, la Constitución del 20
de junio de 1992 establece que los uniformados en servicio activo no
podrán estar afiliados a grupos políticos "i ni realizar ningún tipo de
actividad partidaria". Pese a todo, Oviedo fue acusado de hacer
declaraciones y tener actuaciones de tinte político, que embarraban el
esfuerzo de la mayoría de los oficiales que briscaban la
"institucionalización de las FF.AA.", también proclamada en el golpe del
2 y 3 de febrero.
"Soy colorado y ni con diez artículos de la
Constitución me van a sacar mi coloradismo", dijo el 19 de mayo de 1994
en respuesta a las normas establecidas en la Carta Magna sancionada el
20 de junio de 1992.
El artículo 173 de la Constitución Nacional
sostiene que "los militares en servicio activo ajustarán su desempeño a
las leyes y reglamentos, y no podrán afiliarse a partido o a movimiento
político alguno, ni realizar ningún tipo de actividad política". El
Código Electoral tampoco deja espacio legal para que los componentes de
la Fuerza Pública (policías y militares) lleven adelante tarea
partidaria.
Inclusive, se promulgó la Ley 679, que penaliza con
el pase a retiro la actuación de los militares-políticos. Dicha norma,
en su artículo 4° dispone: ''Los integrantes de la Fuerza Pública en
servicio activo que realizaren actividades político-partidarias, serán
sancionados con el pase a retiro, sin perjuicio de ser pasibles de las
penalidades previstas en otras leyes".
Las reiteradas violaciones del Gral. Oviedo
obligaron a algunas instituciones a reconocer que el mismo incurría en
delito político. Así, el ex fiscal general del Estado, Luis Escobar
Faella, llegó a admitir que aquel violó la ley al señalar en el
Ministerio del Interior que el Partido Colorado gobernará "per secula
seculorum". También el fiscal electoral, Miguel Ángel Aranda, había
afirmado "que el general Oviedo incurrió en un delito electoral al hacer
propaganda política...., que constituye una violación al artículo 354,
inciso c, del Código Electoral". (ABC Color, 15-IV 94).
Sin embargo, las posturas de las autoridades
mencionadas, como también el esfuerzo que llevaron en cada momento las
autoridades de la Comisión Bicameral de Investigación (CBI), no
trascendieron más allá de las declaraciones dadas a conocer por los
medios de prensa. Al final, Oviedo, de alguna manera, siguió "activando"
en política. De hecho dijo:
"No sabemos si nació quien pueda coser la boca a
los militares", en abierto desafío a los parlamentarios y al propio
Ejecutivo, que acordaron la sanción y promulgación de la Ley 679, que
penaliza a los militares activos que hacen declaraciones y actúan en
política.
El ex comandante del Ejército tenía la manía de
meterse en todo. Se embanderó de la causa -de hecho la propició- de los
oficiales retirados que reclamaban al Congreso el mismo salario y
beneficio que los oficiales activos. Con la adhesión del Círculo de
Oficiales Retirados de las Fuerzas Armadas, varias veces, amenazó al
proceso democrático, especialmente, al Parlamento nacional. Hay una
solicitada pagada por los oficiales retirados, en la que decían que,
antes que defender la democracia, defenderán el estómago de sus
familiares. En uno de sus discursos reivindicativos a favor de los
militares retirados, Oviedo llegó a decir:
"Nosotros, los oficiales en servicio activo, jamás
nos prestaremos y jamás aceptaremos cualquier propuesta que vaya en
desmedro de nuestras Fuerzas Armadas y mucho menos a una división entre
los retirados y activos. Es por eso que no hemos aceptado que el sueldo
sea aumentado solamente a los activos. Cualquier propuesta que se haga y
cualquier beneficio que se reciba lo aceptaremos única y exclusivamente
cuando va a ser en conjunto, para todos los componentes de las Fuerzas
Armadas, en masa y unidos". Así era Oviedo, esto lo dijo el 11 de julio
de 1995.
Dentro de esa ansia que tenía de figurar se
involucró hasta con sectas religiosas. Estuvo en el redil del Pueblo de
Dios, donde se presentó como un "iluminado". Dijo que todas las obras
realizadas por él estaban inspiradas en una profunda sensibilidad social
que cuenta con la bendición de Dios. Afirmó que está cumpliendo con el
mandato del "ser superior" y que luchará por la causa "cristiana y
campesina hasta que Dios diga basta". A través de citas bíblicas,
advirtió el peligro de un "castigo espiritual" para quienes, en una
instancia como la que vive la sociedad, eligen el camino equivocado.
Esto fue el 10 de febrero de 1996.
El 21 de agosto de 1995 mantuvo una reunión con
dirigentes colorados de Itapúa, en la que les comunicó que todavía no se
tenía el candidato oficial para la Junta de Gobierno. Por entonces,
Seifart ya contaba con el rótulo oficial, pero evidentemente Oviedo
también tenía su propio proyecto político, lo que a la postre hizo que
se suspendieran las internas coloradas cinco veces seguidas y que
conllevó finalmente su ida a retiro. Según uno de los presentes, el
militar, en dicha ocasión, criticó al presidente Wasmosy y al
vicepresidente, por ser flojos y conceder ventajas a la oposición.
Trató por todos los medios de desacreditar la
candidatura de Seifart y anular a Argaña. Estos dos hechos lo llevaron a
un extremo en que por varios momentos cundió la intranquilidad en la
población paraguaya, aunque finalmente no logró su propósito y sí fue la
víctima de dichas pugnas al dejar la carrera activa dentro de las
Fuerzas Armadas, al volverse insostenible su presión para el titular del
Ejecutivo, ejercido por el Comando en Jefe de las FF.AA.
DECISIVO PAPEL DE OVIEDO EN LAS ELECCIONES DE MAYO DE 1993
El decisivo papel que cumplió el general Lino César
Oviedo en las elecciones internas del Partido Colorado de diciembre de
1992 y, posteriormente, en los comicios nacionales de mayo de 1993 fue
la carta de presentación del militar en la actividad político
partidaria. Su apoyo a la candidatura del Ing. Juan Carlos Wasmosy fue
firme recién en los últimos tramos de la interna colorada, porque antes
de diciembre del '92 la posición del general fue ambigua, como la de
muchos operadores políticos de la ANR.
Al igual que Blas N. Riquelme y otros importantes
líderes colorados, Oviedo pensaba que Wasmosy no era el candidato ideal
para representar a la ANR en los comicios presidenciales del '93.
Incluso es público que "su candidato" para la
presidencia de la República era el Dr. Horacio Galeano Perrone y que
tuvo que aceptar la candidatura de Wasmosy tras la reunión cumbre que se
realizó en la residencia del general Andrés Rodríguez, en Las
Carmelitas, cuando la cúpula militar y económica que sostenía el
gobierno desde 1989 votó en mayoría por la figura del empresario para
candidato del Partido Colorado.
Pese a la decisión adoptada, el general Oviedo no
cejó en su empeño de encontrar otro candidato, el ideal, para afrontar
los comicios internos de la ANR y posteriormente las nacionales del '93.
Uno de los principales motivos de la ruptura entre
el general Andrés Rodríguez, presidente de la República, y su
subordinado, el influyente general Oviedo, fue precisamente el
acercamiento que este último tuvo con el sector liderado por el Dr. Luis
María Argaña, en los últimos meses de 1990 y los primeros de 1991,
cuando el político colorado fue defenestrado por Rodríguez de su cargo
de canciller nacional en junio de 1990.
Oviedo y Argaña intentaron elaborar un proyecto
político con vistas a las internas del '92 y con proyección al periodo
93-98.
Para el efecto, algunos operadores políticos del
argañismo iniciaron conversaciones con la intención de acercar a ambos.
Resultaba irresistible la posibilidad de unir a uno de los líderes más
importantes del Partido Colorado con el militar con mayor proyección
dentro de las Fuerzas Armadas y que, en esa época, resultaba ya
influyente en las decisiones del Estado, Fuerzas Armadas y la propia
ANR.
Con ese objetivo, se fijaron algunas reuniones
siendo la más llamativa de todas la que debió realizarse en la casa del
empresario argañista Díaz de Espada, en Fernando de la Mora.
Este encuentro no pudo concretarse debido a que el
general Rodríguez, enterado de las andanzas de su subordinado, ordenó al
entonces jefe de la Policía, rodear la propiedad y evitarla reunión.
Pese a que el asunto se manejó con mucho
hermetismo, corrieron versiones de que en la residencia se encontraba
Oviedo y que, avisado por algunos elementos leales en la Policía, se
retiró antes de la llegada de los efectivos de la fuerza del orden.
Otra reunión similar debió realizarse unas semanas
después en la quinta de Atilio R. Fernández, en Mariano Roque Alonso,
pero también fue suspendida por orden policial.
Allegados al militar indicaron que por una cuestión
de estrategia se dejó en "stand by" la intención de acercamiento con
Argaña, máxime teniendo en cuenta que dentro del propio Partido Colorado
iba teniendo mayor influencia una fuerza contraria al argañismo.
Un enfrentamiento directo en ese entonces con Rodríguez no era conveniente, le explicaron a Oviedo sus estrategas.
El general Oviedo, como muchos otros líderes
colorados, en un primer momento tampoco tuvo confianza en la candidatura
de Juan Carlos Wasmosy, y, por ese motivo, hasta el final intentó
imponer otro nombre para los comicios internos de la ANR de diciembre
del '92.
Durante los meses anteriores a las elecciones fue
evidente la persistencia de Oviedo de acordar otro nombre para la chapa
presidencial, instigado casi siempre por su amigo, socio y compadre Blas
N. Riquelme, por entonces presidente de la ANR.
El titular de los colorados, desde un inicio,
descalificó a Wasmosy como candidato ideal del partido y manifestó
algunas frases que se volvieron célebres como "peor es nada", o "es
preferible, este candidato a no tener ninguno", para expresar su
desagrado con el elegido para la presidencia de la República.
Oviedo intentó convencer a Gustavo Díaz de Vivar
para encabezar la lista con Seifart como vicepresidente, y estuvo a
punto de concretar esta fórmula, pero no contó con la negativa del
actual vicepresidente de la República a dicho plan.
Es que también Seifart aspiraba obtener apoyo
económico y militar para encabezar la lista oficial y no perdía las
esperanzas en ese sentido.
Ante la imposibilidad de modificar el proyecto
"Wasmosy Presidente", el general buscó variantes como la de conformar
una nueva dupla con el acuerdo de todos los sectores colorados para
lograr la unidad colorada.
En ese aspecto, intentó convencer a Luis María
Argaña para establecer una dupla con Díaz de Vivar o con Seifart hasta
último momento.
Durante una cena realizada en el domicilio del
ahora embajador paraguayo en Buenos Aires realizó un último intento con
Argaña.
Según cuentan algunos de los participantes del
encuentro, Oviedo llamó por teléfono a Díaz de Vivar para manifestarle
su intención de dialogar con Argaña y llegar a un acuerdo sobre la chapa
presidencial colorada. Agregó que, para el efecto, se trasladaría hasta
el lugar de la cena y esperaría a Argaña para dialogar sobre el tema.
Díaz de Vivar: - Dr. Argaña, el general Oviedo tiene intenciones
de conversar con usted para intentar llegar a un acuerdo, de tal manera a
evitar la caída del Partido Colorado en las próximas elecciones
nacionales. Creo que debería escucharse propuesta.
Argaña: - Dígale al general Oviedo que no tengo
intenciones ni ganas de conversar con un militar sobre ninguna
candidatura. No voy a hablar con un militar que apoya la candidatura de
un mbatara.
Díaz de Vivar: - Creo que sería conveniente que lo escuchara porque pidió que salga a la calle para hablar.
Argaña: - Dígale que no tengo interés. Yo no recibo órdenes de ningún general.
Con estas breves palabras quedaron truncas las
posibilidades de un cambio de la fórmula presidencial y las líneas
quedaron finalmente tendidas para enfrentar a Wasmosy-Seifart con
Argaña-Ibáñez en las internas coloradas.
También quedaron sepultadas, con la actitud de
Argaña, las intenciones de Oviedo de modificar la dupla oficial, al
mismo tiempo que acababan las esperanzas para Díaz de Vivar de ser
ungido, por medio de un acuerdo, candidato oficial de la ANR.
Pero Oviedo no olvidó la afrenta e inició una
fuerte campaña en favor de Wasmosy en los últimos días anteriores a las
internas coloradas de diciembre de 1992.
Fundamentalmente, fustigó la aparición de
importantes elementos del stronismo en el grupo argañista y resaltó la
identificación del líder de Reconciliación Colorada con el depuesto
dictador.
El 27 de diciembre de 1992, el general Oviedo
acompañó al general Andrés Rodríguez a depositar su voto en la escuela
República Federal de Alemania y, desde ese lugar, en forma sorpresiva
pronunció una fuerte arenga frente a las cámaras de televisión y los
micrófonos de las emisoras de radio para apoyar al candidato que, a su
criterio, consolidaría el proceso democrático iniciado en febrero de
1989.
En su mensaje, Oviedo manifestó que el argañismo es
un movimiento que significa el retorno del stronismo, de la corrupción
estatal, de la preeminencia de figuras que fueron causantes de los
mayores desmanes desde el gobierno.
Indicó que en el argañismo militaba "gente amante
del autoritarismo, del prebendarismo, de un sistema de gobierno
autocrático, amante del estatismo que genera corrupción, degeneración,
odios, rencores y descontentó".
Agregó que los argañistas son personas enemigas de
la democracia, de la economía social de mercado, la libre empresa. "Son
gentes que han desvalijado al país, que correspondían a una cúpula
corrupta, prepotente y rapaz, que tienen mucho dinero y están queriendo
manipular la conciencia ciudadana", manifestó en forma vehemente el
general de Caballería.
Nunca antes un jefe militar se había despachado tan
fuertemente contra el líder de un movimiento político colorado. Para
los allegados de Argaña, la arenga de Oviedo tuvo como objetivo volcar
las preferencias del electorado de su partido hacia los candidatos
oficiales que, a esa altura de los acontecimientos, ya tenían una
tendencia en contra.
Dos horas después del cierre de las elecciones
internas de la ANR y ante los resultados de las "bocas de urnas" de las
diferentes emisoras de radio de la capital, que anticipaban la victoria
de la lista de Reconciliación Colorada y con los primeros resultados
extraoficiales que confirmaban dicha tendencia, el Ing. Wasmosy se
dispuso a reconocer su derrota y felicitar a Argaña como ganador de las
internas.
Sin embargo, los poderes fácticos que impulsaron su
candidatura prefirieron seguir aguardando mayores datos del conteo de
votos.
En el puesto de comando del wasmosismo cundió la
desesperación ante la inminencia de la derrota. Solo unos pocos
allegados a Wasmosy compartieron su vigilia en las oficinas que este
tiene en la empresa constructora ECOMIPA, sobre la avenida Artigas,
esperando mayores datos de las internas.
Cuando decidió felicitar a Argaña como ganador de
los comicios se interpusieron en su camino el general Oviedo y Ángel
Roberto Seifart.
Oviedo: - No podés ir a felicitar a Argaña hasta
tener mayores datos de los resultados. Hubo trampas en muchos lugares.
Juan Carlos, te quedas acá.
Seifart: - Dejá todo esto en manos de los políticos
y quedate en tu oficina. No podés echar a perder todo el esfuerzo que
realizamos por los datos extra oficiales que están llegando.
La decisiva intervención de Oviedo y Seifart evitó
que Wasmosy reconociera públicamente su derrota. Posteriormente, el
Tribunal Electoral Colorado interrumpe el conteo de votos por una serie
de irregularidades denunciadas por el movimiento oficialista. En marzo
del año siguiente, se confirma el triunfo de la dupla Wasmosy-Seifart y
se inicia otra decisiva campaña de Oviedo en favor del candidato de la
ANR.
LA TAREA DE OVIEDO EN LAS ELECCIONES
Si la actuación de Oviedo en apoyo a la fórmula
Wasmosy-Seifart fue abierta y desembozada en las internas de la ANR,
para las nacionales ya nadie dudaba de que la participación del
influyente militar iba a ser decisiva.
El general trató de contrarrestar desde un primer
momento la prédica argañista contra el candidato colorado y, para el
efecto, no dudó en recorrer todas las bases republicanas del país para
rever dicha situación.
Argaña instó a no votar por el candidato colorado a
presidente de la República, pero reclamó el apoyo de sus
correligionarios para las listas de senadores y diputados del partido.
Apelando al resentimiento creado por la forma como
se decidió la candidatura a la presidencia de la República, el político
se puso en papel de opositor recalcitrante y trató de restar votos a la
dupla Wasmosy-Seifart.
Sin embargo, Oviedo y otros generales -entre
quienes se encontraban Aníbal Regis Romero, Pedro Concepción Ocampos,
José Céspedes Zarza, Fernando Talavera Mosqueda, el vicealmirante
Eduardo González Petit- empezaron a trabajar en pro de la candidatura
oficial dentro de los cuarteles y en las seccionales del país.
El 13 de febrero de 1993, en una entrevista
publicada en el diario ABC Color (Pág. 2), el general Oviedo criticó
duramente a los argañistas resaltando que los mismos constituían una
regresión al pasado.
"Yo voté el 27 de diciembre pasado por la
democracia. No puedo ser incoherente. Luché contra la dictadura y no voy
apoyar el regreso de la dictadura", dijo a los periodistas.
A renglón seguido preguntó:
- "Bader Rachid Lichi, para quién trabaja; el
Chiola, ministro de quién era ese; de Stroessner. Icho Planás y Quique
Nogués, ¿qué eran en el país?; prestanombres de Stroessner. ¿Qué
prerrogativas tenían?; pues el monopolio de las tortas del país. Ellos
dijeron que el candidato de Stroessner era Argaña y, este, por qué no
objetó eso. Argaña nunca negó que fuera el candidato de Stroessner",
dijo ofuscado el militar.
Al cuestionar la actuación de Argaña, fue aún más lejos al referirse a los hijos del líder colorado.
"¿Qué usurpan los hijos de Argaña cuando se les da
el poder? Vean todos los despachos aduaneros. Agarran todos los
despachos!!!", refirió al cuestionar la actitud de los argañistas que
hacían campaña en favor de los candidatos a diputados y senadores de su
movimiento, pero, a la vez, pedían el voto castigo contra Wasmosy.
El apoyo de Oviedo a la candidatura presidencial de
Wasmosy se evidenció con mayor fuerza un mes y medio antes de los
comicios de mayo del '93.
La mayoría de los cuarteles de todo el país fueron
utilizados para reuniones con los subordinados y los seccionaleros de
los distintos departamentos.
En el Primer Cuerpo de Ejército, el militar reunió,
el miércoles 27 de abril de 1993, a los dirigentes de base del
departamento Central, de La Cordillera y de Paraguarí para manifestarles
la firme decisión de las Fuerzas Armadas y del oficialismo colorado de
apoyar la candidatura oficial.
Anteriormente, se había reunido con oficiales y
dirigentes colorados del departamento del Guaira; en la unidad militar
con asiento en Villarrica.
El 29 de abril realizó proselitismo en favor de
Wasmosy en Ciudad del Este, utilizando para el efecto un sistema de
seguridad que impidió a los periodistas llegar al lugar del encuentro.
Sin embargo, trascendió que Oviedo destacó la necesidad de ganar las
elecciones nacionales "para que las Fuerzas Armadas y el Partido
Colorado sigan gobernando el país".
El 27 de abril de 1993 se produjo quizás el hecho
más significativo del apoyo que el general Oviedo brindó a la fórmula
Wasmosy-Seifart durante toda la campaña electoral para las nacionales
del 9 de mayo de 1993.
Ese mediodía, el militar pronunció el discurso más
claro y directo de las intenciones de las Fuerzas Armadas de seguir
gobernando el país con el apoyo del Partido Colorado, durante una
reunión celebrada en el Ministerio del Interior ante los candidatos a
gobernadores de la ANR, los intendentes colorados y la cúpula militar.
Estuvieron presentes en esa oportunidad los
candidatos del Partido Colorado Juan Carlos Wasmosy y Ángel Roberto
Seifart, los ministros del gobierno de Andrés Rodríguez, los generales
Pedro Concepción Ocampos, comandante del Ejército; José Céspedes Zarza,
comandante de la Fuerza Aérea; el vicealmirante Eduardo González Petit,
comandante de la Armada Nacional, entre otros.
Oviedo, por entonces comandante del Primer Cuerpo
de Ejército, pronunció un discurso de neto corte político, señalando que
"el poder legal y el poder real constituyen un matrimonio que juntos
deben ir unidos".
Durante su mensaje destacó: "Nuestra intención es
cogobernar con el glorioso e inmortal Partido Colorado per recula
seculorum (por los siglos de los siglos) hasta que el país realmente
conquiste el bienestar y el bien común, le guste a quien le guste,
moleste a quien moleste, chille quien chille, pique a quien le pique".
En un inusual tono de advertencia agregó: "Nosotros
(los militares) tenemos tan igual coraje, decisión y huevos entre las
piernas y no vamos a estar cruzándonos de brazos", al salir al paso de
críticas vertidas por dirigentes de la oposición que desafiaron a los
militares a no involucrarse en la lucha electoral.
El apoyo del general Oviedo a la dupla colorada
Wasmosy-Seifart fue amplia y abarcante. En todos los niveles, el apoyo
del militar se manifestó en forma decidida.
Es así como en el comando del Primer Cuerpo de
Ejército funcionaba una "junta electoral" paralela que controlaba
también la elaboración del padrón nacional.
Por orden de Oviedo, oficiales expertos en
informática y computación ejercieron un estricto control del proceso
electoral. La misión de los mismos consistía en facilitar información a
los colorados para ubicar las mesas electorales donde debían depositar
sus votos.
El listado completo del padrón nacional también era manejado por oficiales a cargo de Oviedo.
Para el día de las elecciones nacionales se elaboró
una estrategia que tenía como objetivo boicotear la labor de SAKA,
organismo no gubernamental que debía llevar el control paralelo de los
comicios y preparar datos y tendencias del desarrollo de los mismos.
Informes del servicio de inteligencia del Ejército
que llegaron a manos de Oviedo daban cuenta de que la oposición elaboró
un plan en complicidad con el centro de datos de SAKA, para que, de
acuerdo a las tendencias de votos de los electores, al mediodía del 9 de
mayo de 1993, uno de los candidatos de la oposición debía pronunciar un
mensaje público para instar a su gente a votar por el candidato
con mayores posibilidades de vencer a los colorados.
Sin embargo, el plan no pudo llevarse a cabo a raíz
de las dificultades en las líneas telefónicas de SAKA que debían
recibir las llamadas de los miles de jóvenes encargados de informar al
centro de datos sobre las tendencias de votos en favor de los
candidatos, según versiones que manejaban los militares.
El plan de sabotaje fue ideado por el Estado Mayor
de Oviedo y ejecutado en complicidad con el presidente del consejo
directivo de la ANTELCO, Cnel. Eduardo Kishi. Las líneas telefónicas de
SAKA no funcionaron durante la mayor parte del día como consecuencia del
boicot que llevaron adelante los operadores de ANTELCO. El plan
funcionó a la perfección porque la oposición nunca pudo determinar con
exactitud las tendencias de los electores. Ni los enojos del ex
presidente norteamericano Jimmy Carter, quien estuvo en el país en
calidad de observador pudieron contra la decisión de Oviedo.
Una vez conocidas las tendencias y con el triunfo
asegurado, el general Oviedo nuevamente hizo una aparición en público
antes de la medianoche, a través de uno de los canales de TV con un
mensaje de apoyo a las autoridades recientemente electas para gobernar
el país durante el periodo 1993-1998.
El 11 de mayo de 1993, dos días después de los
comicios nacionales, la Junta de Gobierno de la ANR dio a conocer un
pronunciamiento a favor del militar de caballería.
Los miembros de la directiva colorada desagraviaron
a Oviedo "por su indiscutible coloradismo y su amor a la patria".
El 14 del mismo mes, en el domicilio del entonces
presidente de la ANR, Blas N. Riquelme, se celebró una cena en homenaje
al comandante del Primer Cuerpo de Ejército.
El diario oficial del Partido Colorado en su
primera plana del 12 de mayo publicó fotos del acontecimiento celebrado
para agasajar al "dilecto correligionario".
"Este acto fue fundamentalmente de confraternidad
para ratificar la postura de colorado que asumió completamente de frente
el Oral. Lino Oviedo, para contrarrestar la grotesca conspiración que,
desde los medios de dominio de pensamiento colectivo, se estaba
realizando con apoyo externo para derrotar al coloradismo", destacó
Patria.
CAPÍTULO III
EL INTENTO DE GOLPE DE ESTADO
LOS ANTECEDENTES MEDIATOS E INMEDIATOS
El acceso de Juan Carlos Wasmosy, a la presidencia
de la República estuvo precedido de un intento de golpe de Estado, y
está lo había confirmado el embajador norteamericano en el Paraguay, Jon
Glassman. La asonada iba a venir a raíz de las elecciones del Partido
Colorado del 27 de diciembre de 1992, cuando surgió como virtual ganador
el Dr. Luis María Argaña.
A Lino Oviedo se le atribuye haber jugado aquella
vez en el "equipo" oficialista y, según versiones coincidentes, tuvo
decisiva participación para que Wasmosy fuera el candidato victorioso
tras las internas. Aquel fin de año se definió la candidatura colorada
para la presidencia de la República. La victoria fue adjudicada a
Wasmosy y, consiguientemente, fue postulado para la primera magistratura
de la nación.
Casi un mes antes de los comicios generales
-realizados el 9 de mayo de 1993-, el embajador Glassman confirmó lo que
se venía comentando en diversos círculos. El 5 de abril de 1993,
durante la visita de despedida al Parlamento, el diplomático confirmó
que a comienzo del citado año "hubo peligro de golpe de Estado". Recordó
que fue por ello que la representación a su cargo emitió un comunicado
el sábado 2 de enero. "A mí me costa que hubo un peligro, por eso
hicimos las visitas y dimos a conocer el comunicado", ratificó Glassman.
En aquel comunicado del 2 de enero, el embajador
señaló tajantemente que tenía confianza en que el proceso democrático
continuara su afianzamiento. "Dentro de este contexto esperemos que las
cuestiones políticas puedan ser resueltas por medio del diálogo y los
medios judiciales previstos en la Constitución y las leyes", consignó en
evidente alusión al conflicto generado luego de las internas coloradas
para definir la candidatura presidencial.
Él escrito señaló: "Los Estados Unidos reafirman
que la interrupción del proceso democrático provocaría una fuerte
reacción de los Estados Unidos, como así también de la comunidad
internacional".
El embajador declaró que a más de emitir el
comunicado, personalmente entregó aquella fecha un mensaje a un alto
jefe militar al que no identificó. Tampoco precisó el contenido del
mensaje. Recordó que similar documento había entregado al entonces
presidente de la República, Gral. Andrés Rodríguez. "Felizmente no pasó
nada y estamos viviendo en democracia", sentenció Glassman durante su
visita al Congreso.
Preguntado si la nota de su Embajada fue la que
impidió que se consumara el golpe, Glassman respondió no estar en
condiciones de afirmar que fue así, pero ratificó que tenía
informaciones suficientes que "ameritaron" dicho comunicado. O sea, que
1993 íbamos a comenzar con un golpe militar a causa de las internas
coloradas; es decir, cuando surgió Argaña como eventual ganador.
El 6 de enero del '93, con la volanta "Dios no lo
quiso", el periódico "La Corbata" tituló una información relativa al
caso de la siguiente manera: "Nos salvamos de un Año Nuevo con brindis
de sangre. La asonada cívico-militar se gestó en Campo Grande", dijo
también "La Corbata", sindicando como cabeza visible del movimiento al
entonces Gral. de división Lino Oviedo. ¿Qué quiere Lino Oviedo? ¿Contra
quién pretende levantarse?, se preguntaba "La Corbata".
A partir de las internas de diciembre del '92,
comenzó la serie de rumores de golpe, la que caracterizó prácticamente a
la era Wasmosy. Las versiones no cesaron y periódicamente aparecieron
en el "tablero" del proceso, aunque todas felizmente sin concretarse. El
28 de mayo del mismo año, a raíz del autogolpe en Guatemala, el senador
del PLRA Dr. Carlos Alberto González, advirtió que nuestro país no
estaba exento de semejante posibilidad. Instó a la unidad de todas las
fuerzas democráticas para rechazar terminantemente cualquier intento.
En agosto, algunos congresistas denunciaron la
campaña golpista del diario Patria, basándose en publicaciones lanzadas
desde su columna editorial en la que cuestionaba la actividad
parlamentaria. El 22 de octubre, Hermes Rafael Saguier, Luis Alberto
Mauro, Walter Bower, Francisco José de Vargas y Carlos Romero Pereira
denunciaron un supuesto plan para disolver el Parlamento. También fue
denunciada una supuesta amenaza contra el senador Basilio Nikiphoroff.
Al comenzar 1994, específicamente el 3 de enero,
algunos parlamentarios acusaron al Poder Ejecutivo de preparar el
terreno para un "fujimorazo", a raíz de las declaraciones del ministro
de Defensa Dr. Hugo Estigarribia y del presidente Wasmosy de que las
agresiones provienen del Congreso y no del Ejecutivo.
RUMORES DE AUTOGOLPE SE ACRECENTARON TRAS LA VISITA OFICIAL DE WASMOSY A FUJIMORI
A partir de la visita oficial realizada por el
presidente Wasmosy a su colega peruano Alberto Fujimori, el 1 de febrero
de 1994, surgió el temor de autogolpe en nuestro país. Fue porque
precisamente el gobernante incaico, el 5 de abril de 1992, ordenó, con
el apoyo de los militares, disolver el Congreso y desmantelar el Poder
Judicial, asumiendo todos los poderes.
Aquella visita del mandatario compatriota fue muy
criticada por la oposición peruana que acusó a Wasmosy de haber
aplaudido "entusiastamente" el golpe de Estado que dio Fujimori. La ida
del gobernante guaraní a Lima no tuvo motivos valederos, por lo que
incluso en nuestro medio fue cuestionado por distintos sectores.
El congresista peruano Fernando Olivera, del Frente
Independiente Movilizados dijo entonces que el Presidente de Paraguay
afirmó estar dispuesto a hacer lo mismo que Fujimori, responsabilizando
además a Wasmosy de haber tratado "con mano blanda al dictador
Stroessner". Durante aquella estada en la capital peruana, Wasmosy y
Fujimori se intercambiaron las máximas condecoraciones otorgadas por sus
respectivos gobiernos. El primero recibió la "Orden del Sol", mientras
Fujimori el collar "Mariscal Francisco Solano López". Firmaron varios
documentos de cooperación mutua.
A fines de febrero del '94, De Vargas y Saguier
advirtieron nuevamente sobre un posible golpe de Estado para derrocar
exclusivamente al presidente Wasmosy. Inmediatamente Oviedo desmintió
aquella versión, asegurando que no estaba con ninguna intención
golpista.
En marzo del mismo año, seguidores de Argaña fueron
sindicados como potenciales peligros para el proceso democrático. Se
atribuyó a su entorno la planificación de una maniobra política para
desalojar del poder tanto a Wasmosy como al vicepresidente Ángel Roberto
Seifart, previo juicio político. Replicó el Movimiento de
Reconciliación Colorada argumentando que no era sino un invento para
desprestigiar su imagen.
Quince días después, reaparecieron los rumores de
disolución del Congreso, y al mes siguiente, Julio César Vasconsellos
protestó contra la intención de los parlamentarios de iniciar un juicio
político contra los miembros de la Corte que votaron a favor de la
suspensión de algunos artículos de la Ley 296, que prohíbe hacer
política a los militares. Sostuvo que estaban dadas las condiciones para
la disolución del Congreso.
Una nueva advertencia sobre un posible "fujimorazo"
fue hecha en julio de 1994 por el senador del PLRA César Benítez, a
raíz de la amenaza de retiro de la Cámara de Diputados de los
legisladores colorados.
En noviembre, Argaña afirmó que el gobierno de
Wasmosy podía caer en cualquier momento. Fue durante un acto político
partidario en Cerrito, Chaco paraguayo.
FUERZA AÉREA Y LA CABALLERÍA FRENTE A FRENTE
El 17 de diciembre de 1994, fue frustrado el
intento de Oviedo de trasladar al general de brigada Carlos Alberto
Ayala, comandante de la Primera División de Infantería. Su propósito fue
llevarlo al Chaco, pero no lo logró. Quería reemplazarlo por el Gral.
Pedro Hugo Cañete -que estaba como comandante en la Sexta División de
Infantería, Chaco-, quien más tarde interinó el cargo. Aun cuando
Wasmosy firmó inicialmente la orden general que disponía este traslado,
luego revió su decisión manteniendo a Ayala en Tacumbú.
Esto hizo que el entonces comandante del Ejército
moviera toda su influencia para posibilitar el alzamiento del Ejército.
Aquel sábado la situación fue tensa y grave.
Cuándo la crisis comenzó, Wasmosy ya estaba en la
cumbre de presidentes del Mercosur en Ouro Preto, Brasil. En aquella
ocasión, los aviones de la Fuerza Aérea ya estaban dispuestos a
sobrevolar la Caballería, que, según denuncias, incluso lo hizo, para
enfrentar las intenciones de Oviedo de hacer el cambio aprovechando la
ausencia del Comando en jefe.
Cuando ese sábado la luz del día empezaba a decaer, los blindados de la Caballería estaban preparados.
Oviedo ordenó que se apagaran todas las luces del
Primer Cuerpo del Ejército, incluyendo el tradicional arbolito de
Navidad, que podía servir de guía a los aviones de la Fuerza Aérea.
Para ese momento, los aviones Xavantes y Tucanos
estaban lejos del poder de fuego de la Caballería, pues el general de
división César Crámer los envió a Ayolas. Esto se hizo para evitarla
experiencia del 2 y 3 de febrero de 1989, cuando los aviones militares
fueron encañonados por la Caballería habiendo impedido su despegue.
Aun así, las cosas evidentemente no se presentaban
buenas para Oviedo, pues el regimiento Guardia Presidencial ya recibió
órdenes de interceptar los tanques de la Caballería, en caso de que se
movieran con dirección a Tacumbú, sede de la Primera División de
Infantería.
Llegó la mañana del domingo 18 de diciembre, y
Wasmosy ya estaba en Asunción. Se iniciaron prolongadas negociaciones
para solucionar el conflicto. Uno de los principales mediadores fue el
Dr. Conrado Pappalardo, quien tiene buena relación con los polos en
discordia. La solución llegó tras 18 horas de conversaciones en
Mburuvicha Róga, incluyendo las reuniones mantenidas por el Presidente
tanto con el ministro de Defensa, Dr. Estigarribia y del Interior,
Carlos Podestá, y el encuentro sostenido también con Oviedo.
Tiempo después, Ayala fue trasladado efectivamente
al Chaco, pero luego fue traído nuevamente a Asunción, pero sin cargo. A
fines de 1995, pasó a retiro.
OTROS ROCES POR PRESUNTA IDA DE OVIEDO A RETIRO
El 29 de agosto de 1995 hubo un roce entre el
general Oviedo y el general Crámer. Por entonces se barajaba la
posibilidad, se habló de negociaciones, sobre el pase a retiro de Oviedo
a cambio de algunas movidas en ciertos ministerios y el paso al costado
de Seifart en su deseo de comandar la Junta de Gobierno de la
Asociación Nacional Republicana.
Por entonces Oviedo estaba recibiendo una andanada
de críticas por la construcción del "linódrono" o "desfilódromo" que
llevó adelante bajo la oposición del Congreso, dejando malparado al
Comando en Jefe, quien había firmado el 15 de mayo un acuerdo con la
oposición para una reforma general de las Fuerzas Armadas.
El otro enfrentamiento reciente de Oviedo con
comandantes de las otras armas (vicealmirante Carlos Guillermo López
Moreira, de la Armada, y Gral. Cramer de la Fuerza Aérea) ocurrió en los
primeros meses de 1996. Fue porque Oviedo intentó distribuir con las
otras armas el recorte de 9.000.000.000 de guaraníes que sufrió el
Ejército de parte del Congreso. La Fuerza Aérea se opuso a dicha idea,
incluso, algunos hablan de que Crámer llegó a admitir a sus amigos que
estaba dispuesto a darle una "trompada" a Oviedo y correr el riesgo de
ir a retiro ante el intento del comandante del Ejército de influir en el
presupuesto ajeno.
En 1995, si bien mermaron un tanto los rumores de
golpe, persistieron las amenazas, incluyendo las versiones de autogolpe,
pero sin relevancia alguna.
"EL ÚNICO QUE PUEDE HACER UN GOLPE SOY YO Y NADIE MÁS"
Mientras tanto, la actividad político-partidaria de
Oviedo se intensificó cada vez más hasta que, en una oportunidad, el
presidente Wasmosy aseguró que en su momento lo pasará a retiro. Tanto
fue así que el 9 de abril de 1996, casi una semana antes del alzamiento
de Oviedo, el propio Wasmosy declaró ante los periodistas en su despacho
del Palacio de López: "El único que puede hacer un golpe soy yo y nadie
más". Aseguró al mismo tiempo que estaba "fuerte y firme" en el
gobierno. Prometió a su vez avanzar con el proceso de democratización
del país, "pese a quien pese" y "tropiece quien tropiece".
El jueves 18 de abril, el embajador brasileño Mario
D'Oliveira Días impuso a Oviedo la condecoración "Honor al Mérito
Militar" en el grado de "Gran Cruz" conferida por el Ejército del
Brasil. Esta ceremonia se cumplió en la Embajada del vecino país, en
Asunción.
A este acto concurrió Oviedo con su uniforme de
general de división y en carácter de comandante del Ejército. Al
agradecer la condecoración, significó que era una "distinción" para el
Ejército paraguayo "que tengo la honra de comandar". Pidió luego al
embajador D'Oliveira Días transmitir su reconocimiento al presidente
Fernando Henrique Cardoso. Inmediatamente después, Oviedo y el embajador
participaron de un brindis, formulándose recíprocas expresiones de
felicidad y acierto.
ALTO JEFE MILITAR ANUNCIO CONFIDENCIALMENTE EL RETIRO DE OVIEDO
El domingo 21 de abril, una alta fuente castrense
de nuestro país nos aseguró confidencialmente: "Lino Oviedo pasará a
retiro". Comentó que "todo está listo" y que "en cualquier momento"
podía haber novedades. Como fue en una reunión social, inicialmente
nadie le dio mucha importancia, pero minutos después algunos presentes
pararon la oreja, pero el militar -vestido de civil- disimuló bastante y
pasó a hablar de cualquier cosa. Quienes llegaron a escuchar algo del
tema tal vez no creyeron; la cuestión no fue a mayores. Nadie tocó más
el asunto, mucho menos el militar.
Prosiguió el encuentro en un ambiente realmente
agradable. Iban y venían los mozos y cada vez con más picaditos y
refrescantes bebidas. Más de uno quiso avivarse y quedó a merodear, pero
como no prosperó su intención, continuó sirviendo. El jefe militar
agradeció cada ofrecimiento y nada de alcohol se probó. Solamente agua
sin gas porque estaba con medicamento, según argumentó.
Nuestra curiosidad fue cada vez mayor y al parecer
el "amigo" quería comentarnos algo. En un aparte, y mientras se
escuchaban desde uno de los salones los acordes de una conocida
guarania, le preguntamos si era cierto lo que estaba diciendo... Se rió y
respondió que sí.
Al retomar el tema, le preguntamos bajó qué
argumento iba a tomar Wasmosy esta decisión, teniendo en cuenta las
versiones de que el mandatario le "debe" su presidencia. Previo
compromiso de no difundir la información ni entre "hermanos" y mucho
menos publicarla en la prensa, el jefe castrense miró ligeramente a sus
costados y en voz baja nos comentó: "Wasmosy ya tomó la decisión, de
común acuerdo" con los comandantes de las Fuerzas Militares, general de
división Silvio Rafael Noguera; de la Armada vicealmirante López Moreira
y de la Fuerza Aérea, general Crámer. Entonces, López Moreira estaba
recuperándose tras una intervención. A propósito, se supo que en esos
días fue visitado en su lecho de enfermo por el Jefe de Estado, en su
domicilio particular sobre la calle República de Colombia e Iturbe. Esa
vez fue con Wasmosy el entonces secretario privado de la Presidencia,
Dr. Rubén Melgarejo Lanzoni. El que coordinó la visita fue el edecán
naval Cap. de Frag. Miguel Ángel Caballero.
Nuestro informante aclaró que su oposición a la
publicación no obedecía a otro objetivo más que evitar un eventual "paso
atrás" de Wasmosy, pues señaló que el Comandante en jefe "a veces es
muy cambiante" o "podría asustarse el mismo del anuncio en la prensa del
pase a retiro de Oviedo", señaló al respecto.
"Requerido si la Armada y la Fuerza Aérea están en
condiciones de responder a un eventual levantamiento del Ejército, la
fuente aseguró que "Lino no tiene nada que hacer". Explicó, siempre en
voz baja, qué el plan era comunicar tal "decisión" a Oviedo durante la
reunión semanal de los miércoles en el Comando en Jefe. La estrategia
fue que tanto López Moreira como Crámer y Noguera estuvieran presentes;
es decir, junto a Wasmosy, para apoyarlo. De acuerdo con la versión, ni
los propios comandantes creyeron que Wasmosy iba a hacer dicha
comunicación a Oviedo en forma personal, "frente a frente".
Insistió la fuente en no difundir su comentario,
"sobre todo para no levantar la perdiz" a fin de que "todo salga bien,
de acuerdo a lo planificado". Solo sugirió -riéndose nuevamente-
destacar un reportero gráfico aquella mañana del miércoles 24 frente al
Comando en Jefe, a fin de registrar las secuencias de los "últimos pasos
de Oviedo como general uniformado". Instó, sin embargo, "estar atento
desde este mismo momento por si se adelante la cosa".
"ES INSOPORTABLE ESTE ENANO"
Al reiterársele por qué la determinación de pasar a
retiro a Oviedo, el informante respondió que "llegó la hora. Es
insoportable este enano y hasta quiere meter la mano por todos lados",
confió. Dio a entender que últimamente el entonces comandante del
Ejército estaba queriendo "meter la mano" en los rubros presupuestarios
de otras armas. "Este ciudadano es insaciable", enfatizó el informante
en alusión a Lino. Evidentemente Oviedo no era santo de su devoción.
Comentó que "suele resultar bastante pesado" Oviedo cuando llegaba los
miércoles al Comando en jefe. Mientras los otros comandantes sacaban
algunos papelitos para dar sus novedades al mandatario, el entonces
comandante del Ejército suele "pelar" enormes carpetas, queriendo
impresionar de que tiene muchos y muy importantes novedades.
Cuando algunos de los presentes entendieron que se
retomó el tema, trataron de acercarse lentamente, pero el discreto
oficial pidió no hablar más del tema. "Lo único que quiero decirte es
que Oviedo ya no estará en el desfile del 15 de mayo con el uniforme
militar. Podrá ir como público o de curioso, pero uniformado ya no va a
estar", reafirmó.
EL DÍA LUNES 22
A las 7:10 de la soleada y un tanto fresca mañana
(20°) del lunes 22 de abril de 1996, fue convocado al Palacio de López
el general de división Lino César Oviedo, comandante del Ejército. A las
8:05 llegó a bordo de un automóvil Toyota, color crema, con placa del
municipio de Mariano Roque Alonso, jurisdicción en la que se encuentra
la sede del Comando del Ejército. Vestido con él uniforme verde olivo de
verano y fuertemente custodiado, arribó frente a la entrada a la casa
de gobierno que da sobre la calle Juan E. O'Leary, hacia el Almacén
Viola. Normalmente, los visitantes al Palacio, y más todavía tratándose
de jefes militares u otras autoridades nacionales o personalidades
importantes, ingresan directamente con su automóvil hasta el hall
principal de la sede gubernativa. Cuando alguien entra por el acceso
lateral es porque algo se está tramando.
Sin pérdida de tiempo, el automóvil de Oviedo subió
a la explanada lateral del Palacio, ubicándose muy cerca de la puerta.
Ni bien paró, y un corpulento guardia de civil (con chaleco) sosteniendo
una metralleta en la mano izquierda abrió la portezuela trasera y
descendió Oviedo. No miró a los costados. Un tanto apurado ingresó hacia
el sótano de la casa de gobierno. Subió la escalera y accedió al nivel
principal, hasta la antesala del Gabinete Militar. Allí fue recibido con
los honores de reglamento por el jefe de dicho organismo, Gral. de
división Juan Evaristo González.
Oviedo se dirigió hacia el despacho presidencial en
compañía del Gral. González. Le estaba aguardando Wasmosy. Tras el
saludo de los colaboradores del mandatario, el militar ingresó junto al
gobernante. Eran las 8:10 aproximadamente. Con toda ceremoniosidad, como
suele aparentar, se presentó con un toque de talón y mano a la visera.
Wasmosy le pasó la mano y le invitó a tomar asiento. Tras un largo
suspiro, el Presidente le exteriorizó su reconocimiento al general y
consignó sus méritos profesionales. Oviedo miró fijamente al Comandante
en Jefe escuchando con atención todas sus manifestaciones. De tanto en
tanto, Oviedo intervenía con algunas expresiones como "sí, señor", "así
es", etc. Pero siempre dando a entender que estaba aceptando todos y
cada uno de los conceptos vertidos por el Presidente. Permaneció sentado
y con las manos apoyadas, a veces con suaves movimientos, sobre las
rodillas. Wasmosy, con voz pausada, siguió con su exposición hasta
decirle finalmente: "General, debo comunicarle que he decidido relevarlo
del cargo de comandante del Ejército para reemplazarlo por el general
Díaz Delmás (Oscar Rodrigo).
Oviedo reaccionó enérgicamente y se levantó. Dijo
que aún tenía mucho que dar a las Fuerzas Armadas, manifestando su
extrañeza por la decisión del Comandante en Jefe. Ínterin, llegó el
comandante de las Fuerzas Militares, general Noguera. Wasmosy también lo
había convocado. Solo que se atrasó un poco. Noguera igualmente ingresó
por el acceso lateral de la calle O'Leary, un tanto pensativo.
Una vez en el despacho presidencial, Noguera terció
para respaldar la decisión del jefe de Estado. En todo momento el aún
comandante del Ejército aclaró y se reafirmó una y otra vez que no iba a
entregar su comandancia. En medio de un tire y afloje, finalmente
levantaron el encuentro con la apariencia de que nada especial ocurrió.
La reunión se prolongó hasta las 10:30 más o menos.
Al parecer, Oviedo estaba en conocimiento de lo que
iba a suceder con él, porque a medida que tardaba en el despacho sus
guardias estaban cada vez más nerviosos, afuera, y hasta llegó más gente
de civil fuertemente armada a las inmediaciones de la casa de gobierno.
Esta fue por lo menos la argumentación brindada en el Palacio para
justificar por qué Oviedo no fue apresado en el mismo recinto palaciego.
Los informantes aseguraron que, de haberse procedido así, con
seguridad, el militar no se iba a entregar, lo que podría haber
producido enfrentamientos innecesarios entre los mismos guardias.
Además, en la casa de gobierno están decenas de civiles que trabajan
diariamente, en las distintas dependencias.
Al concluir la reunión en el gabinete presidencial,
el militar intentó en más de una oportunidad salir por el mismo lugar
por donde entró, pero, debido a la presencia de los periodistas, quienes
a esa hora ya montaron guardia en ese sector y algunos ya reportando a
las radioemisoras sobre la reunión, Oviedo no pudo llegar hasta su
automóvil. Pretendió evitar a toda costa ser requerido por los hombres
de prensa. En un momento, sus guardias pidieron a los comunicadores
retirarse del lugar.
Cuando el jefe castrense no consiguió salir hacia
la calle O'Leary por culpa de los periodistas, lo hizo en compañía de
Noguera hacia el ala oeste del Palacio. Salieron caminando como si nada
por los pasillos del Palacio, sobre la alfombra roja. Pero a Oviedo se
le notaba preocupado.
"General, general, ¿podemos saber el motivo de su
presencia? ¿De qué hablaron con el Presidente?; general, ¿qué trató con
Wasmosy?" Estas fueron algunas de las preguntas formuladas a Oviedo.
No dijo una palabra... Apenas respondió con una
leve sonrisa a las preguntas de los hombres de prensa. Siempre en medio
de los representantes de distintos medios y prácticamente aturdido por
los flashes de los reporteros gráficos, bajaron la escalera que da hacia
la calle Ayolas. Allí se encontraba estacionado y con el motor en
marcha el automóvil Toyota, color blanco, con placa de las Fuerzas
Armadas, perteneciente a Noguera.
El oficial de Caballería no quiso definitivamente
formular declaraciones y sin pérdida de tiempo ingreso al automóvil,
asegurando la portezuela que estaba con el vidrio polarizado levantado.
Noguera (oficial de ingeniería) no tuvo más remedio y se detuvo. Tal vez
porque de esta manera estaba liberando a Oviedo de la avalancha de los
periodistas.
- ¿Qué temas trataron general , se le preguntó.
Noguera contestó: - Temas presupuestarios para las Fuerzas Armadas.
- ¿Algún oficial pasará a retiro en este mes de mayo?
- No sé.
- ¿Por qué la prolongada reunión con el Presidente?
- Solamente hablamos de temas presupuestarios.
- ¿Alguna novedad en las Fuerzas Armadas?
- No hay nada.
- ¿Usted no pasará a retiro?
- Si el señor Comandante en jefe dispone, yo no tengo problemas. Puedo pasar a retiro hoy mismo.
Evidentemente, Noguera no quiso revelar que Wasmosy
acababa de disponer el relevo de Oviedo de la comandancia del Ejército.
Noguera se mostró muy parco y apenas respondió a los periodistas.
Siendo las 11:00 abordó su automóvil donde lo
estaba esperando Oviedo. Inmediatamente se alejaron del lugar con
destino desconocido. A esa hora nadie pensó que acababa de comenzar la
cuenta regresiva para Oviedo.
Wasmosy quedó en su despacho. Recibió al ministro
del Interior Diógenes Martínez, quien estaba aguardando en la antesala.
Conversó con el ministro hasta el mediodía. Al salir de la audiencia, el
secretario de Estado dijo que dialogaron sobre temas administrativos,
de rutina. Inmediatamente se retiró. En un principio se presumió que fue
al ministerio, pero no fue así, sino que se dirigió a Mburuvicha Róga,
por indicación de Wasmosy.
El Jefe de Estado se retiró a las 12:10, un tanto
pensativo. Llamó la atención que Wasmosy saliera a esa hora del Palacio,
pues normalmente se retira pasadas las 14:00. Acomodándose una y otra
vez la hombrera de su bien entallado saco gris, miró a sus colaboradores
y luego a sus edecanes quienes siempre lo despiden en el hall
principal. Abordó el automóvil presidencial blindado, color negro, y,
sin pérdida de tiempo, salió raudamente en medio de una fuerte custodia y
se dirigió también a Mburuvicha Róga.
OVIEDO SE HIZO SENTIR POR PRIMERA VEZ
Aparentemente, no hubo mayores novedades. Pero el
jefe de Estado convocó luego a una urgente reunión en su residencia al
ministro Martínez, Noguera, López Moreira y Crámer. Almorzaron en
Mburuvicha Róga para tratar el delicado tema del pase a retiro de
Oviedo.
Casi simultáneamente, Oviedo llamó por teléfono al
Ing. Enzo Debernardi para comentarle su caso. Le anticipó que no iba a
entregar la comandancia del Ejército tal como le ordenó el Presidente.
Esta llamada la hizo el militar ya desde la Caballería, tal vez con la
intención de que Debernardi comunicara a su vez a Wasmosy.
Efectivamente, sin pérdida de tiempo, Debernardi se puso en contacto
telefónico con el jefe de Estado y le comentó lo ocurrido. A esa hora
nadie sabía nada en las calles.
Radioemisoras capitalinas comenzaron
aproximadamente a las 13:30 a propalar la versión de que el comandante
del Ejército Lino Oviedo pasó a retiro. Otras ya hablaron de que el
militar estaba acuartelado en la Caballería con algunos generales
leales.
Se intensificaron los rumores de todo tipo, pero
todos coincidentes en que Oviedo se había sublevado. Algunos comercios
comenzaron a cerrar sus puertas, aunque, en general, las actividades en
Asunción continuaron sin mayores problemas, hasta que la ciudadanía
comenzó a inquietarse ante la eventualidad de un golpe de Estado.
Mientras tanto, las agencias noticiosas internacionales con
corresponsalías en Asunción iniciaron el envío de sus despachos sobre lo
que estaba aconteciendo.
Ni Wasmosy ni sus colaboradores, civiles y
militares, aparecieron en ese momento, hecho que agudizó aun más la
incertidumbre. Los conductores de programas radiales a cada momento
clamaban porque "alguien" del Gobierno saliera a aclarar la situación.
Sin embargo, en este ambiente llegó la noche.
Más estaciones de radio, incluso del exterior, se
sumaron a la difusión de los rumores de alzamiento de Oviedo, mientras
en la redacción de los diarios se sucedieron y eran cada vez más
intensas las llamadas telefónicas desde el extranjero. La comunidad
internacional centró su interés en nuestro país. Para entonces, Wasmosy
ya envió un emisario personal junto al embajador argentino Néstor
Enrique Ahuad, en la Embajada, haciendo lo mismo con el embajador
norteamericano Robert Service y el representante diplomático del Brasil,
Marcio D'Oliveira Días. Fue para comunicar la gravedad de la situación a
partir de la insurrección de Oviedo. Nadie quiso individualizar a ese
emisario. Las fuentes consultadas aseguraron que se trató de un
funcionario civil, muy cercano al Presidente en el Palacio de López.
Inmediatamente, los representantes de los países
del MERCOSUR y de los Estados Unidos de América se reunieron en un lugar
también desconocido. Urgentemente informaron de lo acontecido a sus
respetivos gobiernos. Se sumaron otros representantes diplomáticos,
entre ellos el nuncio apostólico de Su Santidad, Mons. Lorenzo
Baldisseri. Aparecieron en el escenario de las negociaciones más
embajadores, esta vez de la Comunidad Europea.
Aquella tarde, el presidente Carlos Saúl Menem fue
el primero en llamar telefónicamente a su colega paraguayo para
interiorizarse de la situación al tiempo de ofrecerle su ayuda en caso
necesario. Luego llamó también a Mburuvicha Róga el mandatario del
Brasil, Fernando Henrique Cardoso, con el mismo objetivo.
COMANDANTES DUDARON PARA APOYAR AL JEFE DE ESTADO
La actuación de algunos comandantes durante el acto
de insubordinación de Lino Oviedo no fue clara y mucho menos
contundente. En ciertos casos, los comandantes de importantes unidades
militares dudaron en plegarse a las fuerzas leales al Gobierno y
tuvieron que ser conminados por sus camaradas a definirse hacia una u
otra posición.
Un caso sorprendente fue el del general de brigada
Cirilo Velázquez, comandante de la Primera División de Infantería, quien
se definió recién tras tres llamadas telefónicas realizadas desde
Mburuvicha Róga en favor de Wasmosy.
Sin embargo, sus dudas respecto de la lealtad hacia
el Presidente de la República agitaron a los comandantes de las fuerzas
leales a Wasmosy, que se encontraban planeando las operaciones de
ataque y resistencia en la Guardia Presidencial, por su falta de
decisión.
El Cnel. Domingo Gaona, comandante del Regimiento
Guardia Presidencial, tomó la radio que operaba en la residencia
presidencial y contactó con el Gral. Velázquez, quien se encontraba en
su unidad siguiendo atentamente los acontecimientos.
Los efectivos de la Guardia Presidencial tuvieron
que emplear nuevos equipos de comunicaciones debido a la certeza de que
el general Oviedo controlaba los que estaban siendo operados en esos
momentos. Luego de instalar los equipos, el Cnel. Gaona empieza la serie
de contactos con los comandantes de las unidades militares cercanas a
la capital.
La importancia de contar con la adhesión de la
Primera División de Infantería radicaba en que esta unidad podía cumplir
un papel efectivo e importante para operar contra la Caballería, debido
al armamento y personal disponible para casos de necesidades.
En la primera oportunidad que el comandante de la
Guardia Presidencial contactó con Velázquez, este le manifestó que todo
estaba tranquilo, pero no le dijo absolutamente nada en relación al
apoyo que podría prestar a las fuerzas leales a Wasmosy.
Alrededor de las 15:00 del lunes 22 de abril se
produjo el primer contacto. Posteriormente, a las 17:30 aproximadamente,
el Cnel. Gaona volvió a llamar al Gral. Velázquez y este otra vez se
mostró remiso y hasta si se quiere esquivo para manifestar su lealtad a
Wasmosy.
Cuando la situación se estaba volviendo peligrosa y
el Presidente de la República comunicaba oficialmente el alzamiento del
general Oviedo contra el orden legalmente constituido, el comandante de
la Guardia Presidencial volvió a insistir ante Velázquez.
En esta tercera oportunidad, el Cnel. Gaona dejó de
lado las sutilezas y en forma directa encaró al general y le manifestó
la necesidad de que expresara o no su lealtad en favor de la legalidad.
Recién en ese momento, el comandante de la Primera División de
infantería expreso su apoyo en favor de Wasmosy.
Para convencerlo, Gaona no dudó en utilizar la
amenaza y la presión e informó que sus hombres se encontraban apostados
en los alrededores del Comando de Infantería con morteros 4.2 y que
barcos de la Marina se apostarían en la retaguardia de la unidad
militar. Estos datos revelaron a Velázquez que las fuerzas leales a
Wasmosy estaban dispuestas a mantener un enfrentamiento con Oviedo con
los riesgos de pérdidas de vida que ello supone.
Lo llamativo del caso Velázquez es que el
presidente Wasmosy insistió ante el Congreso nacional para obtener su
ascenso al grado inmediato superior. El ascenso del comandante de
infantería tuvo reparos en el Parlamento, principalmente, porque los
legisladores no olvidaron que el militar inició una querella contra el
Cnel. Luis Catalino González Rojas cuando este denunció la participación
de importantes jefes en el tráfico de vehículos hacia Bolivia.
Entre los oficiales leales al Comandante en jefe
circuló la versión de que el comandante de la Primera División de
Infantería fue "apalabrado" previamente por el general Oviedo para
apoyarlo en su posición.
El insurrecto general habría encomendado a
Velázquez rodear con sus efectivos los cuarteles de la Armada Nacional
con el objetivo de impedir la salida de los hombres de la Marina.
Sin embargo, la decidida intervención de los
hombres de la Guardia Presidencial cambiaron el curso de los
acontecimientos en la Primera División de Infantería.
"NO VAMOS A QUEDARNOS EN NUESTRAS MADRIGUERAS, GENERAL"
Las indecisiones y dudas afectaron también a
algunos altos jefes castrenses durante el alzamiento militar
protagonizado por el general Oviedo. Se cuestiona la falta de decisión
del comandante de las Fuerzas Militares, Gral. Silvio Rafael Noguera,
para convocar a todos los comandantes de las FF.AA. en el Gran Cuartel
General y determinar en ese lugar quiénes son o no leales al Comandante
en Jefe.
Los ministros del Poder Ejecutivo fueron convocados a Mburuvicha Róga.
Algunos amigos personales y socios comerciales de
Wasmosy ya estaban en el tema, como el Arq. Hugo Aranda y el Ing. Ramón
Giménez Gaona. También intervino el consejero de la Entidad Binacional
Yacyretá y amigo personal de Oviedo, el abogado Víctor Galeano Perrone.
(Con posterioridad a la crisis, este fue separado de su cargo en la
entidad binacional por un decreto firmado por Wasmosy. Lo reemplazó
Eduardo Rodríguez).
Al caer la noche del 22 de abril, la insurrección
de Oviedo quedó plenamente confirmada a través de la Embajada de los
Estados Unidos, que informó de lo ocurrido mediante un comunicado
oficial. En el ámbito gubernamental, sin embargo, nadie aún dijo nada al
pueblo. Siguió el inexplicable hermetismo, a pesar de que la crisis ya
estalló.
EMBAJADA DE EE.UU. FUE LA QUE DIO LA VOZ DE ALERTA
"La negativa del general Oviedo de acatar la
decisión del Presidente representa un desafío directo al orden
constitucional en el Paraguay y va en contra de las normas democráticas
aceptadas por las naciones del hemisferio". Esta fue la frase del
comunicado emitido por la Embajada norteamericana y leído alrededor de
las 18:00 por Mark Jacobs, del Servicio Informativo y Cultural de los
Estados Unidos de América. De esta manera fue dada la voz de alerta que
develó la sublevación de Oviedo.
El documento aseguró: "El Gobierno de los EE.UU.
está siguiendo de cerca los acontecimientos en el Paraguay y ve la
situación actual, con suma preocupación. Nosotros apoyamos plenamente al
presidente Juan Carlos Wasmosy -el primer líder democráticamente
elegido en más de 40 años- y a su gobierno. Además, reconocemos el
derecho constitucional del presidente Wasmosy de pasar a retiro al
comandante del Ejército, general Lino César Oviedo", señalaba el
informe.
El comunicado consignó: "El Gobierno de los EE.UU.
ve con grave preocupación esta amenaza a la democracia en el Paraguay.
El general Oviedo debería dimitir tal como se le ordenara, y el control
civil sobre todas las unidades del Ejército paraguayo debe establecerse
de inmediato. Cualquier otra acción sería totalmente inaceptable y se
encontrará con la respuesta adecuada de parte de la comunidad
internacional. Seguiremos monitoreando la situación del Paraguay y
consultando con los países amigos de la OEA; revisaremos la gama
completa de acciones necesarias", advirtió la Embajada estadounidense.
A partir de la difusión de este comunicado, nadie
habló de otro tema que no sea el inminente golpe encabezado por Oviedo.
Este, por su parte, se atrincheró en la Caballería en compañía de otros
jefes militares leales y el enfrentamiento ya estaba declarado.
El presidente del Congreso, escribano Milciades
Rafael Casabianca, ya estaba activando, tras recibir a través de su
cuñado Ramón Jiménez Gaona la propuesta de Oviedo de que podía suceder a
Wasmosy en la Presidencia de la República.
Casabianca conversó con el aún comandante del
Ejército y este le ratificó que no entregará el mando del Ejército.
Exigió que el Presidente deje sin efecto la orden de relevarlo del cargo
de comandante del Ejército. Argumentó Oviedo que estaba luchando contra
la corrupción, y aseveró a Casabianca que el país no podía seguir así.
Ya a la noche, arribó a la sede de la Caballería el
ex presidente de la República Gral. (SR) Andrés Rodríguez, a pedido de
Wasmosy. El ex mandatario se encontraba en Buenos Aires y desde allí fue
traído en un avión especial que le envió el jefe de Estado, gracias a
Gustavo Saba. Inmediatamente Rodríguez fue llevado a la Caballería. Su
consigna fue convencer a Oviedo para deponer su actitud. Rodríguez le
pidió que acate la decisión del Comandante en jefe, pero el militar
reclamó una vez más que Wasmosy deje sin efecto su relevo del Ejército.
A esta altura de los hechos, la Organización de los
Estados Americanos se movilizó para interesarse en los sucesos y
comenzó a barajar algunas posibles alternativas en el caso de que
prospere el golpe y sea derrocado el presidente Wasmosy. Incluyó en su
agenda medidas como, una eventual sanción, embargo o bloqueo
internacional para nuestro país.
Mientras tanto, gobiernos de países amigos
repudiaron la actitud de Oviedo, al tiempo de que entidades y
organizaciones de todos los sectores del país se pronunciaron en igual
sentido. En contraste, un grupo no mayor de 90 personas se reunió en el
"Linódromo", en Ñu Guazú, entre ellos el legislador Julio Rolando
Elizeche y otros parlamentarios oviedistas, secundados por los indios
maka, traídos por los simpatizantes del militar, que luego se
dispersaron.
Llegaron a Mburuvicha Róga ministros del Poder
Ejecutivo, embajadores y amigos personales del Mandatario. El conflicto
ya estaba en su apogeo.
MISIÓN DIPLOMÁTICA FRACASA AL NO SER RECIBIDA POR OVIEDO
En un intento por convencer a Oviedo de la gravedad
de su comportamiento, los embajadores Service, Ahuad y D'Oliveira (el
embajador uruguayo, Federico Bouzá, estaba en Ciudad del Este) llegaron
hasta la Caballería para conversar con el general e ilustrarle acerca de
las consecuencias que podría acarrear para él y para el país un
alzamiento contra el orden constitucional. Los diplomáticos fueron en
representación y a pedido de sus respectivos gobiernos. Sin embargo,
Oviedo no se hizo encontrar. Los tres embajadores llegaron en sus
respectivos automóviles y tras identificarse en la guardia de la
Caballería dijeron a los custodios que tenían la intención de
entrevistarse con Oviedo. Previa consulta con los superiores, los
guardias les permitieron que ingresen. Sin embargo, no pudieron llegar
hasta Oviedo. Recibieron la respuesta de que el militar no se encontraba
allí. Según comentó uno de los diplomáticos que integraron dicha
misión, durante su estada en la unidad no observó mayores movimientos de
tropas ni de unidades blindadas.
Los leales a Oviedo aseguraron que el comandante
del Ejército no estaba en el cuartel, pero este mensaje no convenció a
los embajadores. Ellos sabían perfectamente que el jefe castrense se
encontraba allí. "Solo que no quiso dar la cara", dijo uno de los
diplomáticos. Regresaron con las manos vacías a Mburuvicha Róga,
mientras llegaban más personalidades junto al gobernante.
Tras largas horas de silencio oficial y cuando
efectivamente el entonces comandante del Ejército ya estaba posicionado
para enfrentar a toda fuerza de apoyo a Wasmosy, desde su residencia de
Mburuvicha Róga, un poco antes de las 20:00, el Presidente apareció e
hizo escuchar su voz a través de las radios. Fue para lanzar un mensaje a
la ciudadanía. Decenas de reporteros de radioemisoras locales y
periodistas de medios escritos se tapujaron por captar mejor las
expresiones del gobernante en un momento crucial, ya que todo el
andamiaje democrático paraguayo estaba amenazado de muerte. Las
estaciones televisivas, sin embargo, seguían campantemente con sus
acostumbradas novelas vespertinas.
WASMOSY CONFIRMÓ QUE OVIEDO SE SUBLEVÓ
El gobernante reveló que el jefe militar se negó a
obedecer su orden de relevarlo de la comandancia del Ejército y
reemplazarlo por Díaz Delmás. El texto leído por el jefe de Estado fue
el siguiente:
"Compatriotas: El día de hoy, 22 de abril de 1996,
en uso de las atribuciones que me confieren el artículo 238, numeral 9,
de la Constitución Nacional, y la Ley de Organización de las Fuerzas
Armadas, comuniqué al general de división Lino César Oviedo Silva mi
decisión de relevarlo del cargo de comandante del Ejército y de
reemplazarlo por el general de división Oscar Rodrigo Díaz Delmás.
Esta decisión fue tomada en el marco del proceso de
Institucionalización y profesionalización de las Fuerzas Armadas de la
Nación, que se viene cumpliendo regularmente desde que asumí la
Presidencia de la República y el cargo de Comandante en Jefe de las
Fuerzas Armadas de la Nación.
Desde el 18 de agosto de 1993 he venido tomando
medidas que afectaron a numerosos oficiales generales y superiores de
las Fuerzas Armadas, sin que mis decisiones hayan encontrado oposición
ni resistencia alguna.
Para el cumplimiento de la correspondiente orden
general, dispuse al general de ejército Silvio Rafael Noguera que, en su
carácter de comandante de las Fuerzas Militares y superior inmediato
del general Oviedo, presida la ceremonia de entrega y recepción de la
Comandancia del Ejército, con las formalidades de práctica el día de
mañana".
"OVIEDO SE NEGÓ A ACATAR MI ORDEN"
"Sin embargo, el general Oviedo se negó a acatar mi
orden. Ante este grave comportamiento del general Oviedo, debo
comunicar a la ciudadanía que mi gobierno se mantiene firme en su
decisión y que no tolerará ninguna fisura ni debilitamiento en el
proceso de normalización institucional y de democratización del país.
El general Oviedo debe deponer su actitud de
inmediato, asumir la plenitud de sus responsabilidades por estos actos
que agravian a República y a la comunidad internacional, y saber que las
consecuencias que deriven de estos hechos serán de su exclusiva
responsabilidad y quienes de una u otra forma lo acompañen en esta
aventura insensata.
Mi gobierno espera que los señores oficiales
evalúen con serenidad delicada situación en que ubica a la nación la
actitud de Oviedo, quien ha decidido alzarse contra la autoridad del
Comandante en jefe y en contra de las instituciones republicanas y
democráticas, que funcionan con absoluta regularidad desde el 15 de
agosto de 1993.
La rebeldía del general Oviedo es extremadamente
grave y compromete muy seriamente su carrera militar, así como
compromete la carrera y hasta el futuro de todo otro militar que a él se
una en esta absurda agresión al orden establecido. La ciudadanía sabe
que la democratización de la República fue el postulado fundamental en
la proclama del 2 de febrero de 1989, y que la democracia exige el
acatamiento a las instituciones y a las autoridades legítimamente
constituidas.
A ese respecto, es oportuno recordar que la
Constitución Nacional expresa categóricamente en su artículo 236 que:
"Los jefes militares o los caudillos civiles de un golpe de Estado,
revolución armada o movimientos similares que atenten contra el orden
establecido por esta Constitución y que, en consecuencia, asuman el
poder como Presidente de la República, Vicepresidente, Ministro del
Poder Ejecutivo o mando militar propio de oficiales generales, quedan
inhabilitados para el ejercicio de cualquier cargo público por dos
periodos constitucionales consecutivos, sin perjuicio de sus respectivas
responsabilidades civiles y penales".
Mi gobierno está decidido a evitar inútiles
derramamientos de sangre entre compatriotas, pero se opondrá con firmeza
a cualquier intento de desestabilización del orden jurídico.
En mi calidad de Presidente de la República y
Comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de la Nación, he ordenado a
todas las unidades militares que continúen respetando la estructura
jerárquica castrense y la subordinación al poder civil, conforme a las
prescripciones constitucionales. Muchas gracias", concluyó el mensaje
presidencial.
SE MOVILIZARON LA GUARDIA PRESIDENCIAL, LA MARINA Y LA FUERZA AÉREA
Si bien en la Caballería no se registraron mayores
movimientos sobre todo de equipos blindados, la Guardia Presidencial
comenzó a tomar posición en Mburuvicha Róga y alrededores. Soldados
fuertemente armados reforzaron todos los puestos, mientras en la Marina y
en la Fuerza Aérea se iniciaron los primeros aprestos ante un eventual
alzamiento de la Caballería.
A medida que trascurría el tiempo, Wasmosy comenzó a preocuparse y la incertidumbre creció en la población.
Alrededor de las 20:00 del lunes 22 de abril,
después del mensaje del presidente Wasmosy donde informa a la población
de la actitud de rebeldía del general Oviedo, el Cnel. Gaona dispone el
traslado de sus hombres a puestos claves en los alrededores de la
Caballería.
El comandante de la Guardia Presidencial tomó la
determinación de establecer "anillos" con sus hombres para impedir el
posible avance de los efectivos leales a Oviedo.
Otro coronel, José González, comandante de la
Brigada Aerotransportada, pide también al general Noguera tomar
determinaciones concretas y movilizar a las tropas leales a Wasmosy.
El comandante de las Fuerzas Militares consulta con el Cnel. Gaona dónde están sus hombres.
- Mis hombres ya fueron desplegados en los
alrededores de la Caballería y en puntos claves de la ciudad para evitar
la posible salida de los efectivos del general Oviedo- responde Gaona.
- ¿Por qué tomó esa determinación sin consultarme? - preguntó Noguera.
- Porque no voy a quedarme en mi madriguera sin
hacer nada, general. Mis hombres formarán un anillo a 60 metros de la
Caballería y cuentan con morteros 4.2, antitanques LAW y están vestidos
de civil. Por suerte, cuentan con la colaboración de muchos civiles que
prestaron sus casas para instalar los equipos - dijo Gaona.
El general Noguera aprueba las medidas adoptadas
por el comandante de la Guardia Presidencial y resalta que todos los
efectivos en disposición de combatir no son soldados, sino oficiales y
suboficiales encargados de la custodia y seguridad del presidente
Wasmosy.
LOS CARTEROS DE WASMOSY
Los amigos del titular del Ejecutivo, Arq. Hugo
Aranda e Ing. Ramón Jiménez Gaona, ya estaban en acción, como también el
ministro del Interior, Diógenes Martínez. Este actuó desde esa misma
mañana del 22, mientras los otros dos, desde las 13:00 aproximadamente.
Los mismos fueron destacados como mensajeros de las
propuestas que se intercambiaron Wasmosy y Oviedo. Los dos primeros
fueron elegidos para cumplir con esa misión por ser amigos y hombres de
confianza del presidente, y Martínez, por ser el ministro político del
gabinete presidencial.
Desde el mismo momento en que se conoció la
decisión del general Oviedo de no acatar la orden de relevo impartida
por Wasmosy, los amigos del Presidente estuvieron en Mburuvicha Róga
acompañándolo.
Tras la información proporcionada por el titular
del Congreso Nacional, Milciades Rafael Casabianca, de que Oviedo no iba
a ceder en sus pretensiones de seguir en el Ejército por considerar
injusta e ilegal la orden de relevo ordenada por el Comandante en Jefe,
Wasmosy buscó entre sus allegados más íntimos a los que podrían servir
como mensajeros ante Oviedo.
OVIEDO AMENAZÓ TRES VECES ATACAR MBURUVICHA RÓGA
Eugenio Sanabria Cantero, aún presidente de la ANR,
confirmó que aquella noche Oviedo amenazó en tres oportunidades con
atacar la residencia presidencial de Mburuvicha Róga. Relató que la
primera llamada telefónica se produjo alrededor de las 20:00, cuando
dijo que sus tanques se iban a dirigir hacia el centro de la ciudad para
atacar la residencia de Wasmosy.
Comentó que la segunda amenaza se cumplió alrededor
de las 23:30, cuando a través de un contacto telefónico aseguró a
Wasmosy que si no variaba su posición, en unos 45 minutos iniciaría un
ataque contra la residencia.
La tercera amenaza se produjo a la 1:00 de la
madrugada, más o menos, del martes 23, cuando nuevamente llamó por
teléfono a la residencia para ratificar al Jefe de Estado que si no
renunciaba a su cargo juntamente con Seifart, iba a actuar.
Momento antes de registrarse la segunda llamada, es
decir a las 23:00, Wasmosy citó en uno de los salones de la residencia
presidencial a Ramón Jiménez Gaona y a Hugo Aranda. Fue para
encomendarles la misión de entregar un sobre con una propuesta de
solución a Oviedo.
"Ustedes son las personas en quienes más confió por
ser mis amigos desde hace muchos años atrás. Quiero utilizarlos para
una misión de mensajeros, pero les aclaro que no tienen ninguna potestad
para negociar nada en mi nombre o del Gobierno. Les necesito, porque sé
que ustedes entregarán el mensaje tal como se les da y no cambiarán ni
una coma o un punto del mismo. Deben entregar el mensaje y esperar la
respuesta. Eso es todo. ¿Están de acuerdo?, dijo Wasmosy a sus amigos.
"Por supuesto, Juan Carlos. Podés contar con nosotros como siempre, respondió Jiménez Gaona.
"PERDIMOS CONTACTO CON LOS XAVANTES, SEÑOR PRESIDENTE"
Ínterin, el Dr. Antonio Vasconsellos pegó un grito
entre la concurrencia de Mburuvicha Róga diciendo: "Perdimos
comunicación con los Xavantes que se encuentran en Santa Teresa". La
alarma lanzada por el hermano del ex ministro de Agricultura y Ganadería
impactó a todos los que permanecían en el lugar, debido a los rumores
que circulaban sobre un inminente ataque a Mburuvicha Róga de parte de
las fuerzas leales al sublevado general Oviedo: Vasconsellos, encargado
de la estancia que posee el Presidente de la República en la zona norte
del país, informó que, debido a un sabotaje perpetrado contra columnas
de la ANDE en la zona norte del país, se perdió contacto con los aviones
que se encontraban apostados en la estancia que posee Wasmosy en Bella
Vista Norte. Sus histéricos gritos generaron una enorme preocupación
entre los amigos y ministros de Wasmosy, sobre todo porque se
consideraba al general como un hombre capaz de todo por alcanzar sus
objetivos.
Cinco aviones de la Fuerza Aérea fueron desplegados
hasta la estancia del Presidente en los últimos días de la semana
previa a la crisis. Los mismos estaban cargados con bombas de gran poder
de destrucción y se encontraban en constante comunicación con la
residencia presidencial.
El anuncio de Vasconsellos sorprendió a todos y
generó una gran tensión entre los presentes. Las versiones que se
manejaban en Mburuvicha Róga hablaban de que Oviedo, enterado de la
presencia de los aviones en la estancia, ordenó la destrucción de una
torre de ANDE para mantenerlos incomunicados mientras atacaba la
residencia presidencial.
"VÁYANSE TODOS A SUS CASAS"
Ante la amenaza de un ataque de las fuerzas leales a
Oviedo, el Presidente de la República se dirigió a los presentes
pidiéndoles que se marcharan a sus respectivos domicilios.
"Acá puede ocurrir cualquier cosa y no quiero ser
responsable de algún daño que pudieran sufrir. Les pido que se vayan de
la residencia; así me quedaré más tranquilo", dijo Wasmosy a sus amigos,
ministros y diplomáticos presentes.
"No, señor Presidente. Si usted no se va, tampoco
nosotros nos marcharemos de acá", respondió el vicepresidente Seifart,
siendo su propuesta compartida por todos.
"Si no se van inmediatamente, voy a renunciar. No
pienso ser responsable de algún daño contra ustedes. Váyanse", dijo en
tono imperativo el Mandatario.
Después de darse a publicidad dicha situación, la
ANDE aclaró que una torre cayó en la zona de Concepción, pero
inmediatamente fue reparado, sin causar mayores inconvenientes en la
zona.
En la capital, el Dr. Enrique Riera (h) fue el
encargado de dar a conocer a la opinión pública esta situación, y pidió a
la población manifestarse frente a Mburuvicha Róga como apoyo a las
gestiones que en ese momento realizaba Wasmosy para solucionar la crisis
sin derramamiento de sangre.
Durante su informe a los medios de comunicación
aclaró que no se tenían noticias muy claras sobre el presunto sabotaje a
las líneas de la ANDE. Pero reiteró que se había perdido contacto con
los Xavantes que se encontraban en la estancia de Wasmosy.
Señaló, sin embargo, que en esos momentos se podría
esperar cualquier cosa del militar sublevado y no descartó que la caída
de una torre de la ANDE fuese un sabotaje realizado por orden del mismo
Oviedo.
En el mismo instante en que Riera explicaba la
situación a radio Ñandutí, hacía lo propio a radio Primero de Marzo el
señor Ángel Arias, quien se refirió al tema casi en los mismos términos.
Estuvieron presentes en ese instante los
embajadores de Estados Unidos, Argentina, Brasil, Chile y España, el
Nuncio, representantes diplomáticos de otros países de América y Europa.
Los ministros que acompañaron a Wasmosy en
Mburuvicha Róga fueron: Ubaldo Scavone, de Industria y Comercio; Hugo
Estigarribia, de Defensa Nacional; Luis Ramírez Boettner, de Relaciones
Exteriores; Nicanor Duarte Frutos, de Educación y Culto; Carlos Facetti,
de Obras Públicas y Comunicaciones; Diógenes Martínez, del Interior;
Juan Manuel Morales, de Justicia y Trabajo; Antonio Vidovich Morales, de
Salud Pública; Alfonso Borgognon, de Agricultura y Ganadería, entre
otros.
También estuvieron presentes Ángel Roberto Seifart,
Juan Carlos Galaverna, Juan Ernesto Villamayor, Cristina Muñoz, Miguel
Ángel Ramírez, Miguel Ángel Maidana Zayas, Rubén Melgarejo Lanzoni,
Eugenio Sanabria Cantero, Miguel Fulgencio Rodríguez; Juan Manuel Cano
Fleitas, Hugo Ruiz, Gustavo Pedrozo, José A. Alderete, Artemio Castillo,
Hugo Aranda, Ramón Jiménez Gaona, Enrique Riera (h), Ángel Arias,
Carlos Mersán Galli, Paúl Sarubbi, Enrique Riera, padre e hijo; Hugo
Estigarribia Gutiérrez; Eduardo Rodríguez.
Se encontraban además en Mburuvicha Róga los
hermanos del presidente, Juan Bautista, Oscar y Ernesto; Carlos
Filizzola, Richard Kent, Arturo Jara Avelli, Miguel Ángel Gini; Luciano
Giménez, Joaquín Rodríguez, Claudio Pires, Ernesto dos Santos, padre e
hijo; Fernando Arce, Raúl dos Santos y señora, Lourdes dos Santos,
Aurora Carrasco de Pires, Dra. Olga Franco, Alfredo Luis Jaegli, Armando
Espínola, Tito Saguier; Basilio Nikiphoroff, entre otros.
INTENTO DE SUBLEVACIÓN DEL COLEGIO MILITAR
La Academia Militar "Mcal. Francisco Solano López",
ubicada en la ciudad de Capiatá, también tuvo sus momentos de tensión.
Alrededor de las 23:30 del lunes 22 de abril, el Cnel. de Caballería
José Manuel Bóveda, comandante de cuerpo de la institución, se dispuso a
alistar a sus tropas para apoyar la insurrección del general de
división Lino César Oviedo.
La información es proporcionada por el entonces
ministro de Justicia y Trabajo, Dr. Juan Manuel Morales, a los jefes
militares en Mburuvicha Róga.
Desde ese lugar se intenta dialogar con el
comandante de la unidad, Gral. Brig. Sindulfo Ruiz, quien manifiesta que
todo está tranquilo.
Sin embargo, su comandante de cuerpo se apresta a llegar hasta la Caballería para plegarse a las tropas de Oviedo.
Ante esta posibilidad, los estrategas militares de
Wasmosy deciden hacer intervenir a la Fuerza Aérea para que ejerza un
control sobre la unidad de enseñanza militar.
El Cnel. Gaona se pone en contacto con el
comandante de la Brigada Aerotransportada, Cnel. José González, quien
dispone el envío de dos helicópteros para sobrevolar y controlar los
caminos de acceso desde Capiatá hasta Asunción.
Esta información es comunicada al Gral. Sindulfo
Ruiz, quien, a su vez, traslada el mensaje al Cnel. Bóveda. De esta
manera se abortó el intento de sublevación de algunos efectivos de la
Academia Militar.
Días después el Comandante en Jefe decide el relevo
del Gral. Ruiz, y en su reemplazo, para sorpresa de muchos, nombra al
Gral. Díaz Cano como nuevo comandante de la Academia Militar.
El Cnel. Bóveda también es reemplazado. Este tenía
la costumbre de auto nombrarse el "yaguareté" de la unidad, debido a su
ferocidad. Después del frustrado intento de sublevación es llamado el
"michi" de las Fuerzas Armadas, en clara alusión al felino que es
utilizado como mascota por las personas.
COMANDO ESPECIAL PARA OVIEDO
Las fuerzas leales al Presidente de la República
tenían elaborada una estrategia que contemplaba diversas alternativas de
ataque y resistencia contra la Caballería.
La Fuerza Aérea tenía sus aviones dispuestos a
atacar el Primer Cuerpo de Ejército. Nueve Xavantes estaban en constante
comunicación con la residencia presidencial desde Bella Vista Norte, en
la estancia "Santa Teresa", propiedad del titular del Ejecutivo.
Estaban con el motor en marcha para despegar en cualquier momento. En
cuestión de minutos iban a dominar el espacio aéreo asunceno. Incluso
algunos llegaron a sobrevolar Concepción.
Comandos especiales vestidos de civil fueron
ubicados estratégicamente en diversos puntos de la ciudad con el
objetivo de evitar el avance de las fuerzas oviedistas si este se
producía.
Dos anillos fueron dispuestos en los alrededores de
la Caballería con hombres perfectamente equipados con armas antitanques
y morteros. La Armada Nacional también tenía sus elementos dispuestos a
proteger la institucionalidad del país.
El Comando de Artillería, alrededor de las. 23:30,
se comunicó igualmente con el cuartel de la Guardia Presidencial, y su
comandante informó su lealtad al Comandante en Jefe. Esta información
levantó la moral de los hombres que defendían la casa presidencial.
En Concepción, el constante paso de los aviones de
la Fuerza Aérea disuadió al comandante de ese cuartel de cualquier
intento de sublevación y apoyo al general Oviedo.
Un equipo comando compuesto por 8 hombres,
altamente adiestrados y pertenecientes a la Guardia Presidencial, tuvo
como misión avanzar hacia la Caballería en caso de que Oviedo movilizara
sus tanques.
Este comando tenía precisas instrucciones de
ingresar de cualquier forma al Primer Cuerpo de Ejército con la misión
de tomar prisionero a Oviedo. Teniendo en cuenta la preparación de los
guardias del entonces comandante del Ejército, iba a registrarse una
batalla campal "aparte" entre los corpulentos custodios.
"No solo estaba en nuestros planes defendernos.
Sabíamos la ubicación exacta del general Oviedo y con la Fuerza Aérea y
el comando especial podríamos haber dado muestra de nuestro poder de
fuego. Pero el Presidente de la República optó por evitar derramamiento
de sangre", dijo uno de los generales leales a Wasmosy.
Para entonces Jiménez Gaona y Hugo Aranda estaban
en la Caballería y, al llegar al domicilio de Oviedo, divisaron en la
vereda al doctor José Francisco Appleyard a quien saludaron.
- Hola, José, ¿qué haces acá?, preguntó Aranda.
- Hola, estoy acompañando como amigo al general en esta situación, respondió Appleyard.
Posteriormente, entregaron el documento al jefe
militar. La nota de referencia expresaba la firme negativa del
Presidente de modificar la orden de relevo de la comandancia del
Ejército y destacaba que preferiría renunciar antes que retroceder en su
determinación.
Oviedo manifestó que consultaría la propuesta con
su "estado mayor" para dar posteriormente una respuesta. Se reunió en
otra oficina con 12 a 15 generales a quienes informó de la situación y
analizaron el curso de acción a tomar. Entre los oficiales se encontraba
el general de división Santiago Zaracho, comandante del poderoso Primer
Cuerpo de Ejército. Se comentó que también estaba con Oviedo el Gral.
de división Díaz Delmás.
Los generales leales a Oviedo le indicaron que se
mantuviera firme en su posición de no entregar la comandancia del
Ejército, porque la orden de relevo la consideraban injusta e ilegal.
- El Presidente debe modificar su orden o
presentarla de acuerdo a las formalidades de la ley. Un comandante del
Ejército no puede ser destituido de su cargo como un soldado cualquiera.
Debe exigir respetó, general - expresó un oficial de caballería a
Oviedo.
- Si no nos hacemos respetar, cualquier "civilucho"
podrá destituirnos en forma humillante. No debe entregar la comandancia
del Ejército en estas condiciones- manifestó otro alto jefe militar en
tono enérgico.
Oviedo comunicó a Aranda la respuesta y le ordenó
transmitirla al Presidente cuanto antes. Antes de partir de vuelta a
Mburuvicha Róga, Wasmosy ordenó (por celular) a Jiménez Gaona que
permaneciera en la Caballería porque se dirigían hacia ese lugar el
titular del Congreso y los líderes del Partido Liberal Radical
Auténtico, Domingo Laíno, Rodrigo Campos Cervera, Ramírez Montalbetti y
Luis Guanes Gondra.
Le pidió que escuchara el diálogo para transmitirle personalmente lo tratado en la reunión.
SUS HIJOS ACOMPAÑARON A WASMOSY
Continuaban firmes al lado del presidente Wasmosy
tres de sus cuatro hijos varones: Diego (24 años), Álvaro, más conocido
como "Lalo" (22) y Bruno, el menor (14).
Edgardo (18) se encontraba con su madre, Teresa
Carrasco, en Miami, Florida, Estados Unidos. Paradójicamente, la esposa
de Wasmosy estaba cuidando también en ese lugar al hijo del general
Oviedo, Ariel, de 17 años.
Wasmosy lo envió de nuevo a la Caballería a Aranda
juntamente con Diógenes Martínez y Milciades Casabianca. Fueron con otro
mensaje claro para Oviedo: no dar marcha atrás y debía deponer su
actitud, pues, de lo contrario, sería pasado a retiro en forma
inmediata.
Cuando Aranda arribó de nuevo a la Caballería con
el sobre de Wasmosy ya no estaban presentes los opositores que
intentaron mediar en la cuestión.
Al ingresar a la casa de Oviedo, encontró en el
salón a Jiménez Gaona, Víctor Galeano Perrone y al militar manteniendo
una conversación bastante animada.
- Huguito, volviste. Los liberales ya se marcharon
todos y están cagados hasta las patas. Estos no saben que nunca
negociaré con un liberal -dijo Oviedo a Aranda cuando este irrumpió en
la oficina.
A continuación Oviedo recibió el mensaje del
Presidente y reaccionó airadamente exigiendo de nuevo la renuncia de
Wasmosy y Seifart en caso de que no se modificara la orden de relevo de
la comandancia del Ejército.
- No es justo lo que me hace Juan Carlos. Hace más
de treinta años que sirvo al país desde las Fuerzas Armadas y me quiere
sacar así de manera humillante. Eso no es posible -expresó ante los
mensajeros.
- Cuento con el respaldo de mis hombres y ellos
como yo no aceptamos la propuesta. Díganle a Juan Carlos que busque
otros mecanismos para solucionar este tema. Si quiere mi pase a retiro,
que también renuncien él y Seifart - reiteró.
Destacó que ya se había cumplido el plazo
establecido inicialmente para las negociaciones, pero que estaba
dispuesto a otorgar otro plazo más antes de tomar las determinaciones
que consideraba necesarias en esa oportunidad.
En forma imperativa, dijo a los mensajeros que
transmitieran inmediatamente las alternativas a Wasmosy para que fueran
consideradas.
EL DÍA MARTES 23
"TRAIGAN A SEIFART A LA CABALLERÍA"
Ya en la madrugada del martes 23 de abril, más o
menos a la 01:30, sonó el teléfono en el despacho del comandante de la
Policía Nacional, Crio. Gral. Mario Agustín Sapriza Nunes. El jefe de la
Policía levantó el tubo y escuchó una voz familiar. Identificó,
entonces, al general de división Lino César Oviedo.
- Hola, Sapriza, ¿está todo tranquilo?
- Hola general. ¿Cómo se encuentra usted?
- Mire, tengo en mi poder la renuncia del
Presidente de la República y todo se encuentra bajo mi control. Está
todo controlado. Le pido que saque a sus guardias de la casa de Seifart
para evitar enfrentamientos inútiles. Luego enviare a mis hombres y lo
traerán hasta aquí en la Caballería.
- No puedo hacer eso general. La Policía Nacional
no tiene en su poder la renuncia del Presidente y mientras no tenga ese
documento en mano, seguiremos esperando y obedeciendo órdenes del
Comandante en jefe.
- Le repito que el Presidente ha renunciado y tengo
en mi poder su nota de renuncia. Solo falta que haga lo mismo el
vicepresidente para que asuma oficialmente la presidencia del gobierno
el presidente del Congreso el escribano Casabianca. Como presidente del
Congreso nacional se encuentra en la cadena de sucesión del presidente
de la República.
- Por qué no hacemos algo, general: envíeme por fax
una copia de la renuncia del presidente Wasmosy para que sepa en forma
oficial la actitud que ha tomado ante esta situación. Esperaré que
llegue ese fax y posteriormente actuaremos en consecuencia.
- Hágame caso, Sapriza, y saque a sus policías del
domicilio de Seifart para evitar enfrentamientos inútiles y
desagradables. Luego lo traeré hasta aquí.
- Insisto, general, mientras no tenga en mi poder
la copia de la renuncia del presidente Wasmosy, nosotros seguiremos
apoyándolo. Defenderemos las instituciones del país; eso le aseguro.
Este fue el diálogo que sostuvieron el general
Oviedo y el comandante de la Policía Nacional en la madrugada del martes
23 de abril.
Como podrá apreciarse, el comandante del Ejército
se "jugó" a conseguir el apoyo de la Policía para aislar al Presidente y
al vicepresidente de la República.
Intentó convencer a Sapriza de que en forma
efectiva el presidente Wasmosy había presentado renuncia a su cargo
luego de las presiones recibidas.
Sin embargo, el jefe de la Policía Nacional
solicitó al militar ahora retirado que enviara las pruebas de la
renuncia de Wasmosy a su oficina. Condicionó cualquier apoyo a la
sublevación militar con la recepción del documento respectivo.
La copia de la "famosa" renuncia de Wasmosy nunca llegó al fax de la comandancia de la Policía Nacional.
La misma "jugada" quiso hacer Oviedo con el
comandante de la Armada en la madrugada del 23. También le dijo que
tenía en manos la renuncia de Wasmosy. Sin embargo, el vicealmirante
Carlos Guillermo López Moreira le exigió que le enviara por fax la copia
de tal renuncia. Tampoco llegó este fax a la Armada.
Mientras tanto, los parlamentarios volvieron a
Mburuvicha Róga, pero Wasmosy ya no estaba. Fue llevado por Robert
Service a la Embajada norteamericana. El vicepresidente Ángel Roberto
Seifart, por su parte, se refugió en el Comando de Infantería de Marina
con algunos ministros del Poder Ejecutivo. Esta unidad estaba al mando
del Cap. de navío Miguel Ángel Candia.
La posición de Oviedo de reclamar también la
renuncia de Seifart obligó a desarrollar dicha estrategia, pues
corrieron versiones de que el militar tendría intenciones de mandar a
asesinar al vicepresidente y tomar prisionero al titular del Ejecutivo.
"VOY A RENUNCIAR", DIJO WASMOSY, EL EMBAJADOR NORTEAMERICANO SE OPUSO A LA DECISIÓN Y EL EMBAJADOR BRASILEÑO DIJO ESTAR DE ACUERDO COMO ESTRATEGIA
Los mensajeros enviados por el presidente de la
República, Juan Carlos Wasmosy, a la Caballería, Aranda, Jiménez Gaona y
el presidente del Congreso, Milciades Rafael Casabianca, fueron
avisados luego de la reunión que mantuvo el militar con los líderes del
Partido Liberal Radical Auténtico que el mandatario ya no se encontraba
en Mburuvicha Róga.
A través del teléfono celular de Aranda, la
comitiva fue notificada de que el Presidente fue refugiado por el
embajador norteamericano en nuestro país, Robert Service, en la sede
diplomática que posee EE.UU. en Asunción.
Aproximadamente a la 01:30 del martes 23 de abril,
los mensajeros ingresaron a la sede de la Embajada portando las
exigencias del militar sublevado.
Fueron conducidos por los guardias de la Embajada
al lugar donde se encontraba presente el presidente Wasmosy y cuando
arribaron a un salón, lujosamente amoblado, observaron al mandatario en
compañía del diplomático norteamericano y el embajador brasilero en el
Paraguay.
Aranda, Jiménez Gaona y Casabianca explicaron a
Wasmosy que la exigencia de Oviedo para poner fin a la crisis sin
derramamiento de sangre era la renuncia conjunta del presidente y del
vicepresidente de la República, Ángel Roberto Seifart.
En ese instante, informaron al titular del
Ejecutivo que el proyecto de Oviedo era respetar la sucesión
constitucional que establece la asunción al cargo de presidente de la
República, en caso de ausencia, muerte o renuncia de Wasmosy, del
presidente del Congreso nacional.
Agregaron que Oviedo se comprometió a respetar el
procedimiento legal porque en él se establece el plazo para un llamado a
elecciones generales para elegir a las nuevas autoridades del país.
Asimismo, le informaron que Oviedo está dispuesto a pasar a retiro luego
de formalizarse las renuncias de Wasmosy y Seifart.
Tras escuchar a sus mensajeros, el presidente de la
República quedó por breves minutos en silencio, sopesando lo que
acababa de escuchar.
Ya conocía de antemano la negativa de Seifart de aceptar la propuesta de Oviedo.
Mientras permanecía en silencio, sus amigos le
señalaron que, al parecer, el militar estaba dispuesto a todo por
alcanzar sus objetivos y le pasaron el dato de que los tanques fueron
puestos en marcha cuando llegó la delegación de la oposición a la
Caballería.
Sin decirlo directamente, todos sus amigos le
insinuaron que lo mejor era firmar la renuncia para evitar males
mayores.
Sin embargo, cuando el silencio se hizo más espeso y
cuando daba la impresión de que la voluntad del Presidente finalmente
cedería ante el chantaje de Oviedo, se escuchó la voz del embajador
Service, quien le dijo a Wasmosy que no debería ceder ni entregarse a
las exigencias de un militar sedicioso.
El diplomático le aseguró que contaba con todo el
apoyo de los países del MERCOSUR, de su Gobierno y de los países que
integran la Unión Europea. Además le señaló que contaba también con el
apoyo interno de las diversas organizaciones políticas, sociales,
sindicales y empresariales del país.
- No debe ceder, señor Presidente, ni debe pensar en renunciar, fue el consejo de Service.
Agregó el diplomático que es imperativo pensar en
otro tipo de solución y que lo fundamental es llegar al amanecer sin
ningún enfrentamiento armado entre las fuerzas leales al Gobierno y al
militar de caballería.
Wasmosy le agradeció su postura, pero al mismo
tiempo reiteró que de ninguna manera será el responsable de la muerte de
algún soldado y que por ello sería preferible renunciar y entregar el
poder a Oviedo.
- "Debemos buscar otras opciones" - insistió Service.
LA POSICIÓN DEL EMBAJADOR DEL BRASIL
En ese momento, intervino el embajador brasileño
Mario D'Oliveira Días, quien se había mantenido en un prudente silencio
escuchando la conversación entre los presentes. Manifestó que no es mala
idea darle a Oviedo la nota de renuncia de Wasmosy. A esa altura ya
nadie pensaba en pedir la renuncia de Seifart, por obvias razones.
Señaló el diplomático del Brasil que lo importante
era evitar enfrentamientos y derramamiento de sangre. De manera
desordenada, expuso una idea absolutamente fuera de toda lógica, pero
que por la tensión que vivían los protagonistas hasta pareció
comprensible.
- Entréguele su renuncia, señor Presidente. Así
evitamos muertes innecesarias. Después asumirá el presidente del
Congreso como desea el general Oviedo y este pasará a retiro, como se
comprometió. De esa manera, se obtiene el alejamiento de Oviedo de las
Fuerzas Armadas y dejará de constituir un peligro para la democracia
paraguaya" - dijo el diplomático.
Para sorpresa de todos, siguió exponiendo su plan y
destacó que también debe existir un compromiso del titular del Congreso
de entregar luego de un tiempo prudencial el mando otra vez a Wasmosy.
- Para ese efecto podemos establecer una fuerte
presión internacional para conseguir del senador Casabianca que entregue
el poder y usted asumirá de nuevo la presidencia de la República. No se
me ocurre otra salida por el momento- dijo D'Oliveira Días.
Luego de esa serie de análisis, el presidente
Wasmosy enmudeció nuevamente. Dio la impresión de que estaba vencido y
que cedería a las presiones del general Oviedo. Service insistió en que
se debe buscar otra solución sin firmar la renuncia. Casabianca y los
amigos de Wasmosy guardaron un discreto silencio.
Cuando, al parecer, el Presidente tomó una
decisión, sonó el teléfono en el salón de la Embajada norteamericana.
Una voz preguntó por Wasmosy. Pasaron el teléfono al mandatario. Tomó el
tubo y atendió la llamada. Nadie pensó en ese instante que por un
llamado telefónico casual y fortuito se iba a desechar la idea de
entregar el gobierno a Oviedo.
ERA CÉSAR GAVIRIA
Luego de los saludos de rigor, el presidente
Wasmosy hizo escuchar a los presentes en el salón de la Embajada
norteamericana que al otro lado del tubo se encontraba el secretario
general de la Organización de Estados Americanos, el Dr. César Gaviria,
que, enterado de la situación, le informaba al mandatario que contaba
con el total respaldo de los países miembros de la OEA.
Wasmosy hizo un rápido informe del caso y de las exigencias del general Oviedo a Gaviria.
Este le instó a no ceder al chantaje ni a las
presiones de Oviedo y le manifestó claramente que no debería presentar
renuncia. Wasmosy reiteró que no deseaba ser responsable de la muerte de
ningún soldado por un enfrentamiento con el militar. Agregó que su
conciencia no le dejarla dormir de por vida, si por su decisión
falleciera una persona en el país.
El secretario general de la OEA le recalcó que no
debería renunciar al cargo y que desarrollara una estrategia que le
permitiera llegar al amanecer sin enfrentamientos.
- Mañana antes del mediodía estaré en Asunción para
expresarle mi apoyo, de la Organización y de todos los países que la
integran. Ya allí trataremos de intervenir para encontrar una solución
conjunta. Pero no renuncie - insistió Gaviria a Wasmosy.
Esta conversación cambió el curso de los
acontecimientos y dio nuevos ánimos a Wasmosy para mantenerse firme en
su decisión, de relevar del cargo a Oviedo y rechazar la propuesta de
renunciar al cargo de presidente del Paraguay.
LA NOTA DE PERMISO
La estrategia que empezó a caminar con el objetivo
de evitar enfrentamientos hasta el amanecer del 23 de abril fue
perfeccionándose a medida que transcurría el tiempo. Ganar tiempo era la
consigna de Wasmosy para vencer a Oviedo.
En la Embajada, Wasmosy redactó una nota de permiso
como presidente de la República, por cierto mal elaborada y poco clara,
que nuevamente sus amigos mensajeros tuvieron la misión de llevar a la
Caballería.
Estos, siempre acompañados del presidente del
Congreso, volvieron nuevamente alrededor de las 03:00 a la Caballería
donde fueron recibidos por un oficial que rápidamente los condujo hasta
la oficina del general que los estaba esperando.
Nuevamente, Hugo Aranda entregó el sobre a Oviedo.
Este lo abrió y, al leer el contenido de la nota, expresó en voz alta:
"¡Esta no es la renuncia. Es apenas un pedido de permiso!" En ese
instante, Aranda, Jiménez Gaona y Milciades Casabianca entendieron que
la llamada de Gaviria a Wasmosy había cambiado el curso de los
acontecimientos.
Oviedo exigió la renuncia de Wasmosy y también de Seifart.
LA CONFUSIÓN
En el momento en que Aranda entregó el documento al
sublevado militar sonó el teléfono celular del arquitecto en la oficina
de Oviedo. El aparato fue tomado por Jiménez Gaona, quien permaneció en
la Caballería por orden de Wasmosy luego de terminar el encuentro del
militar con los opositores.
Del otro lado del tubo se escuchó la voz de Hugo Aranda (h).
- Hola, quién habla- fue la consulta que realizó el
hijo del empresario al no reconocer la voz que atendió el celular de su
padre.
- Soy Rubio. Tu papá no puede atenderte en estos
momentos. Quedate tranquilo que todo está en orden- respondió Jiménez
Gaona y con un gesto indicó a su amigo que es su hijo.
- Estamos preocupados por lo que le pueda pasar,
pues desde hace algunas horas que no tenemos comunicación con él - acotó
el hijo de Aranda.
- Quedate tranquilo. Acá no pasa nada. Tu padre no
puede atender el tubo porque en estos precisos instantes está entregando
un sobre al general que envió Juan Carlos - reiteró Jiménez Gaona.
- ¿Un sobre? Acaso es la renuncia de Wasmosy y Seifart? - consultó, sobresaltado, el joven empresario.
-No sé. A estas alturas todo es posible, pero
quedate tranquilo que luego te llama tu papá - dice Jiménez Gaona antes
de cortar la comunicación. El escueto comentario de Jiménez Gaona
produjo un raro efecto en Aranda (h) y en Humberto Rubín, pues el
llamado se produjo desde la emisora de radio Ñandutí.
"RENUNCIÓ WASMOSY"
Sin pérdida de tiempo y basándose en la versión de
Hugo Aranda (h), el director de Ñandutí comenzó a decir: "Renunció
Wasmosy, renunció Wasmosy". Sostuvo Rubín que tenía una fuente segura.
Los cálculos fueron errados, pues el sobre
entregado a Oviedo no contenía la copia de la renuncia de Wasmosy. Sin
embargo, la versión corrió como reguero de pólvora y produjo una
reacción de desconcierto y decepción en la ciudadanía que esperaba que
el Presidente no cediera a las presiones ni al chantaje del militar
sublevado.
LOS PINCHAZOS DE LA CRISIS
La conversación telefónica entre el hijo del Arq.
Aranda y Jiménez Gaona fue captada por grupos que se encontraban, en
esos momentos, atentos a los acontecimientos. Estos grupos, sin relación
entre sí, "pincharon" los teléfonos de los diferentes medios de
comunicación y de las principales autoridades del Gobierno y de la
oposición, por lo que estaban al tanto de las negociaciones que se
estaban llevando adelante en varios frentes.
Ex funcionarios de organismos de seguridad del
Estado se enteraron de que desde el diario ABC Color un periodista
intentó comunicarse con el senador Rodrigo Campos Cervera en las
primeras horas de la madrugada del 23 de abril para conocer detalles de
la conversación que el grupo de dirigentes del PLRA mantuvo con el
militar sublevado.
El ex agente, al otro día, consultó con el
periodista si finalmente pudo establecer contacto con el parlamentario,
dejando entrever con su comentario que captó el intento de diálogo con
el legislador.
Sin embargo, el hecho más elocuente que reveló que
grupos de diversos sectores "pincharon" los teléfonos de los diarios y
de los involucrados en la crisis se produjo cuando el diputado argañista
Walter Bower confió a otro periodista de ese diario que escuchó la
conversación que este mantuvo con la esposa del general Oviedo en las
primeras horas de la madrugada del 23 de abril.
- Escuché la conversación que tuviste con la señora
- dijo Bower al periodista el miércoles 24 de abril, al mediodía,
frente al Congreso nacional.
- ¿Cómo?- preguntó el comunicador.
- A través de un aparatito que trajo un amigo de
Miami que sintoniza la frecuencia de las llamadas. Así pude reconocer tu
voz en esa conversación- respondió el legislador.
- ¿A qué conversación te referís?- inquirió, sorprendido, el periodista.
- A la que sostuviste con la esposa del general
Oviedo. En realidad, parecía estar muy tranquila la señora con todo lo
que estaba ocurriendo en esos momentos.
- Así pareció. Pero dónde se consigue el aparatito
ese que permite escuchar las conversaciones, Walter- consultó el
reportero.
- Un amigó trajo de Miami y sirve para captar la
frecuencia de los celulares. Así pudimos escuchar la conversación-
reiteró Bower.
En días posteriores, el diputado argañista negó que
haya participado del "pinchazo" telefónico, pero reconoció que escuchó
el diálogo a través de una grabación proporcionada por un amigo.
Los mensajeros retornaron a la Embajada
norteamericana alrededor de las 4:00 del martes 23 y permanecieron en la
sede diplomática hasta casi las 6:00 de la mañana, cuando decidieron
retornar a sus respectivos domicilios.
FIRME RESPALDO DE LA ARMADA, AERONÁUTICA Y POLICÍA NACIONAL
Al clarear la mañana del día martes 23 de abril, el
Presidente regresó a su residencia siempre en compañía del embajador
Service. Los comandantes de la Armada, vicealmirante Carlos Guillermo
López Moreira; de la Aviación, general de división César Crámer, y de la
Policía Nacional, comisario Mario Agustín Saprisa, emitieron
comunicados asegurando absoluta lealtad al presidente Wasmosy. El
ministro Hugo Estigarribia, quien esa mañana llegó temprano al Palacio
de López, declaró un tanto aliviado: "Ya no hay problemas. El asunto era
amanecer, porque de noche pudo haber ocurrido cualquier cosa".
LLEGARON PERIODISTAS EXTRANJEROS
Periodistas nacionales como extranjeros que
comenzaron a llegar desde diferentes países amanecieron prácticamente en
frente y a los costados de Mburuvicha Róga. Solo el helicóptero
presidencial, color blanco, se encontraba estacionado en el predio de la
residencia bajo fuerte custodia de efectivos de la guardia
presidencial. Todos los puestos de vigilancia de la residencia
permanecieron reforzados.
Las radioemisoras siguieron paso a paso todas las
alternativas del suceso, mientras creció la incertidumbre. Oviedo siguió
en su cuartel.
EE.UU. APLAUDIÓ A WASMOSY
Ese día, la Embajada de los Estados Unidos dio un
segundo comunicado. El documento consignó: "El Gobierno de los Estados
Unidos de América aplaude las valientes acciones del presidente Wasmosy
para mantener en orden democrático y constitucional de la nación.
Entendernos que el Gral. Oviedo hará efectiva su salida del servicio
militar próximamente. El Gobierno de los Estados Unidos cree en
enfáticamente que las normas y reglas de la práctica democrática no
permiten la participación en política de ningún personal militar en
servicio activo".
"A través de esta crisis el compromiso del pueblo
paraguayo con la democracia fue claro y notorio. Su fuerte e inequívoca
convicción de las virtudes y valores de las instituciones democráticas
fue demostrada repetidamente. Los Estados Unidos congratulan al
Paraguay", concluyó el documento leído nuevamente por Mark Jacobs.
EL PRESIDENTE VA AL PALACIO
De repente, apareció la Policía motorizada desde el
interior de Mburuvicha Róga, sobre la avenida Kubitschet. Arrancaron
los motores del helicóptero cuando raudamente salieron cuatro
automóviles negros, uno de ellos el blindado, que habitualmente emplea
el mandatario para su desplazamiento. La caravana fue seguida por el
automóvil blanco perteneciente al embajador norteamericano Robert
Service, y más atrás los representantes diplomáticos de la Argentina,
Néstor Enrique Ahuad, y del Brasil, Marcio D'Oliveira, y de la República
Oriental del Uruguay, Federico Bouza, quien ya estaba en Asunción.
En medio de un gran despliegue de seguridad, los
automóviles presidenciales se dirigieron hacia el Palacio de López, pero
resultó que Wasmosy y Service abordaron el helicóptero para ir a la
casa de gobierno. El aparatoso movimiento terrestre fue nada más que
para despistar
Minutos después de que partieran los automóviles,
el helicóptero empezó a elevarse y tomó rumbo hacia el centro de la
ciudad. Aterrizó en el estacionamiento con que cuenta el Palacio, al
costado del Almacén Viola, a orillas del río. Desde allí, Wasmosy y el
representante norteamericano llegaron a la sede gubernativa en
automóvil, en medio de una estricta medida de seguridad. Wasmosy, muy
ojeroso y visiblemente cansado, aunque elegantemente vestido de traje
oscuro, bajó de su automóvil. Service acompañó al Presidente, llegó con
él a su despacho y desde entonces no dejó un rato al jefe de Estado. Los
otros embajadores del MERCOSUR llegaron también al Palacio para estar
al lado de Wasmosy. Mientras tanto, helicópteros de la Fuerza Aérea
comenzaron a sobrevolar la capital y sobre todo el área aledaña a la
casa de gobierno.
WASMOSY RECIBIÓ PLENO RESPALDO DE LA COMUNIDAD NACIONAL E INTERNACIONAL
Desde que se instaló en su despacho, el gobernante
recibió la visita de representantes de todos los sectores del quehacer
nacional. Una de las primeras delegaciones correspondió al Congreso
Nacional. Los legisladores en pleno presentaron su respaldo y alentaron
al Presidente en su determinación de pasar a retiro al general
sedicioso. Hicieron lo mismo empresarios nucleados en la Federación de
la Producción, la Industria y el Comercio (FEPRINCO), por citar algunas
delegaciones.
Un poco más tarde, arribaron al Palacio con el
mismo objetivo Domingo Laíno, del PLRA; Guillermo Caballero Vargas, del
Partido Encuentro Nacional, y dirigentes de otras nucleaciones políticas
del país. Llegaron además junto al jefe de Estado los miembros de la
Corte Suprema de Justicia encabezados por su presidente Dr. Raúl Sapena
Brugada, también Federico Callizo y los demás componentes del Consejo de
la Magistratura, y el fiscal general del Estado, Aníbal Cabrera Verón. A
todos Wasmosy aseguró que se mantendrá en su decisión de pasar a retiro
a Oviedo.
CLINTON LLAMÓ Y OFRECIÓ TODO TIPO DE AYUDA A WASMOSY
El presidente estadounidense Bill Clinton llamó
telefónicamente a Wasmosy y le ofreció su respaldo. Bastaba con que el
gobernante paraguayo se lo solicitara para que Norteamérica se hiciera
sentir inmediatamente. El mandatario guaraní agradeció el gesto y
prometió mantener a su colega norteamericano al tanto de la situación.
Mientras tanto, gobiernos de países amigos hicieron llegar similares
mensajes al gobernante.
¿EMBAJADOR DEL BRASIL SUGIRIÓ MINISTERIO PARA LINO OVIEDO?
En un momento dado, algunos de los presentes en el
Palacio habrían escuchado razonar al embajador brasileño Marcio
D'Oliveira Días -quien estaba con Wasmosy y demás embajadores en el
despacho presidencial- que se debería encontrar una salida honorable
para Oviedo y que no resultaba justo acorralar a nadie contra su
voluntad.
El diplomático brasileño habría propuesto entonces
otorgar el Ministerio de Defensa Nacional al sublevado militar como una
forma de darle cierto matiz de honorabilidad a las negociaciones.
Sin embargo, un mes después de aquel susto de la
ciudadanía, en una declaración a ABC Color, argumentó: "No me acuerdo
precisamente de quién fue la idea de ofrecer el Ministerio de Defensa al
general Oviedo, pero estoy cierto de que no partió de ningún
diplomático extranjero".
Luego de decidir los pasos a seguir, los mensajeros
Jiménez Gaona y Aranda fueron de nuevo convocados al Palacio por
Wasmosy. Les ordenó trasladarse hasta la sede de la Caballería donde en
esos momentos se realizaba el desfile militar para conmemorar el día de
San Jorge, patrono de dicha arma de las FF.AA.
Llevaban consigo la propuesta del pase a retiro del
general Oviedo y como compensación el cargo de ministro de Defensa
Nacional.
Arribaron al Primer Cuerpo de Ejército
aproximadamente a las 11:00 y entregaron el sobre con la propuesta 15
minutos más tarde.
Mientras esperaban la reacción del militar
observaron parte del desfile militar y contemplaban los tanques que
circulaban por la pista de la unidad. Entre los invitados al acto se
divisaba a conocidos adherentes del general y simpatizantes del
Coloradismo Democrático liderado por Blas N. Riquelme.
Un ambiente tenso se percibía en el lugar como consecuencia del enfrentamiento que sostuvieron Oviedo y Wasmosy.
Apenas abrió el sobre, Oviedo manifestó que Wasmosy
acababa de ofrecerle el cargo de ministro de Defensa Nacional y que
aceptaría la propuesta para terminar con el conflicto.
Sin embargo, cometió la imprudencia de comentar el
ofrecimiento, que fue inmediatamente informada la ciudadanía por algunos
oviedistas presentes en el Primer Cuerpo de Ejército.
Mientras la información causaba una gran decepción
entre los sectores que apoyaban a Wasmosy, los seguidores de Oviedo
festejaban la noticia con especial algarabía. Después de todo, dicen, el
general negoció bien la crisis, pues no perdería influencia dentro de
las FF.AA.
Los mensajeros terminaron su misión con la
aceptación de Oviedo de la propuesta de su pase a retiro a cambio de
ocupar el Ministerio de Defensa Nacional. Pero mantuvieron en absoluta
reserva.
EL JEFE DE ESTADO FUE ACLAMADO AL APARECER EN EL BALCÓN DEL PALACIO
Mientras tanto, a medida que el Presidente
permanecía en el Palacio de López, llegó más y más gente frente a la
casa de gobierno. Incluso, en un momento, la muchedumbre -estimada en
unas 5.000 personas- ingresó a los jardines de la sede gubernativa para
exteriorizar su apoyo al gobernante. Cerca de las 11 de la mañana,
Wasmosy salió de su despacho en compañía de Sapena Brugada y otras
autoridades nacionales. Subió a la planta alta de la casa de gobierno y,
al aparecer, en el balcón fue ovacionado por la multitud que, portando
banderas del Partido Colorado, del Partido Liberal Radical Auténtico,
del Partido Encuentro Nacional y del Partido Revolucionario Febrerista,
aclamó al gobernante. Pudieron notarse entre la concurrencia exponentes
de los más diversos sectores de la ciudadanía, hombres, mujeres y niños
que no retacearon su respaldo a Wasmosy
A través de altoparlantes, el Presidente de la
República improvisó un discurso y, al pronunciar la frase "Mis queridos
compatriotas", nuevamente recibió la ovación de los presentes, aunque
durante el transcurso resultó medio desconcertante por la ambivalencia
de sus conceptos.
Comenzó su alocución diciendo: "Les agradezco esta
muestra de afecto. En un mundo convulsionado, en un mundo en que todavía
hay insatisfacciones sociales. Les agradezco de corazón esta muestra de
afecto que no lo tomo como un triunfo sobre una derrota. Al contrario,
que nos aproveche esta oportunidad para decirles a todos ustedes, de
diferentes banderías políticas, respetémonos a pesar de nuestras
discrepancias. Hay algo mucho más grande y superior, que es el objetivo
de esta patria.
Les pido que pacíficamente vuelvan a sus hogares.
Déjenme, que yo tengo la suficiente responsabilidad de hacer frente a
mis obligaciones. Pero quiero decirles, mis queridos compatriotas, les
pido calma, tranquilidad y tolerancia. Estamos trabajando todos, porque
el Gobierno es de todos, para construir un país mejor. Estamos
transitando por una democracia haciendo reformas. Es difícil, pero con
tolerancia, con patriotismo; respetémonos unos a otros y así podremos
llegar a ese objetivo.
Les repito, saquemos experiencia de la
inexperiencia y seamos tolerantes con aquellos que a veces, en el fervor
de hacer bien las cosas, las hacemos mal y me incluyo yo mismo.
Compatriotas, trabajemos por este Paraguay querido
que se merece mejores días, aprovechemos este ambiente de libertad
plena. Pocas veces este Palacio, y hoy esta multitudinaria concurrencia y
en armonía.
Mantengámonos así, con prudencia, con decencia y
dejemos que las cosas busquen su nivel. Todo va a estar solucionado para
bien de todos, sin vencedores ni vencidos", finalizó Wasmosy.
LLEGÓ CÉSAR GAVIRIA
Cerca del mediodía, aterrizó en el aeropuerto
internacional Silvio Pettirossi el avión privado que condujo al
secretario general de la OEA. César Gaviria vino desde La Paz, donde
estaba de visita. Fue recibido en nuestra principal estación aérea por
el canciller Luis María Ramírez Boettner y desde allí se dirigió al
Palacio de López para reunirse con Wasmosy. Previamente Gaviria sostuvo
un encuentro con los embajadores representantes de las naciones
componentes de dicho organismo, quienes se presentaron más tarde a la
casa de gobierno para testimoniar el apoyo de sus respetivos gobiernos a
Wasmosy.
Gaviria presentó al gobernante la solidaridad de
los 34 países integrantes del organismo continental, tras anunciar
haberse puesto previamente en comunicación telefónica con varios
presidentes a fin de exponer su preocupación a la comunidad
internacional a raíz de la acción del general Oviedo.
El secretario general conversó largamente con
Wasmosy en el gabinete presidencial y con posterioridad declaró a los
periodistas nacionales y extranjeros apostados en el Palacio que el
Presidente tiene que completar su periodo constitucional "cueste lo que
cueste". En directa alusión a Oviedo, recordó lo ocurrido hace algunos
años en Haití cuando fue derrocado el presidente constitucional Bertrand
Aristide por el jefe militar Cedras. Advirtió, sin embargo, que si bien
asumió en aquella ocasión el militar sublevado como presidente de
Haití, no duró mucho tiempo para que finalmente saliera del país
asilado, y Aristide regresó y retomó el poder.
De esta manera Gaviria envió un claro mensaje al
entonces comandante del Ejército quien siguió con su postura de no
obediencia al Comandante en jefe.
FIESTA POR EL DÍA DEL JINETE EN LA CABALLERÍA
Aun cuando la comunidad nacional e internacional
estaba expectante de la inminente quiebra institucional en nuestro país,
el todavía comandante del Ejército participó de una misa y luego
festejó con sus leales el Día del jinete en la misma sede de la
Caballería. Rodeado de adulones y aprovechadores empresarios y sus
subordinados del arma, Oviedo hizo oído sordo al reclamo del mundo que
exigía su obediencia al Comandante en jefe. Vestido con su uniforme de
general de división y con el bastón de mando respectivo, lejos de
preocuparse de la vida de sus compatriotas y mucho menos de la imagen
internacional de Paraguay, continuó dando rienda suelta a su afán de
lucimiento personal, y en medio de estridente música y abundantes
bocaditos, prosiguió con su fiesta, alentado por sus adherentes. Es que
ya había recibido la oferta de Wasmosy de ser ministro del Poder
Ejecutivo. Se comentó que incluso el jefe castrense llegó a exhibir en
algún momento copia del decreto, aunque sin firma del Presidente ni la
fecha de suscripción.
Aquel mediodía, Wasmosy ofreció un almuerzo en su
residencia oficial a los embajadores acreditados ante el Gobierno
nacional.
Al almuerzo de Wasmosy fueron invitados y
participaron además dirigentes de partidos políticos, ministros, entre
otros. El Presidente oficializó entonces a sus huéspedes haber ofrecido
la cartera de Defensa Nacional al general sublevado.
El anuncio no cayó muy bien para algunos
comensales, aunque de alguna manera tuvieron que disimular sus
disgustos. Caballero Vargas dijo al salir del almuerzo que
inmediatamente iba a someter el anuncio a consideración de la cúpula del
Encuentro Nacional. Laíno, por su parte, se mostró bastante dubitativo e
indicó a los periodistas que no se podía pedir mucho de la noche a la
mañana a nuestra incipiente democracia. No estuvo de acuerdo, pero
tampoco se opuso al nombramiento de Oviedo. Lorenzo Baldissieri, nuncio
apostólico de Su Santidad, prácticamente coincidió con el presidente del
PLRA y expresó que de alguna manera se tenía que solucionar la crisis.
Mientras tanto, la proposición de Wasmosy de
otorgar un ministerio a Oviedo causó indignación y vergüenza al pueblo.
La comunidad internacional observó impotente lo que iba a ocurrir.
Cuando recibió el ofrecimiento para ser ministro,
Oviedo calificó al Presidente como su "gran amigo". Sin embargo, horas
antes nada más amenazó con liquidarlo.
TRAS LA GLORIA WASMOSY FUE CONDENADO POR EL PUEBLO
La propuesta hecha al general para ocupar el
Ministerio de Defensa fue confirmada más tarde por el mismo Wasmosy en
un mensaje leído a la ciudadanía desde Mburuvicha Róga. Este hecho no
hizo sino llenar de amargura al pueblo que comenzó a movilizarse
nuevamente, esta vez en repudio de la actitud del gobernante. Los
jóvenes se convocaron para una manifestación ante el Congreso, mientras
el Parlamento se pronunció en contra del premio que sería otorgado a
Oviedo.
"Quiero manifestarle con viva satisfacción que,
superados los acontecimientos que nos tocó vivir durante las últimas
horas, resultó fortalecido el orden institucional y robustecido el
proceso democrático", comenzó diciendo el jefe de Estado en su mensaje.
"Nuestra firme determinación -prosiguió-, la
invalorable cooperación de los otros dos poderes del Estado, el
estimulante apoyo de la ciudadanía y la decidida y formidable
solidaridad internacional, así como el diligente protagonismo de la
prensa, lograron que la solución del conflicto se ajustara estrictamente
a la Constitución y a las leyes.
En efecto, mañana a las 8:00 horas, el general de
división Oscar Rodrigo Díaz Delmás asumirá la comandancia del Ejército,
en reemplazo del general de división Lino César Oviedo Silva, quien
pasará a situación de retiro.
El acatamiento por parte del general Oviedo de la
orden impartida por su Comandante en jefe demuestra que en nuestro
proceso político hemos logrado mantener a las Fuerzas Armadas de la
Nación subordinadas al poder civil legítimamente constituido.
Si hemos podido evitar los desbordes que hubieran
alterado el orden y producido derramamiento de sangre y hasta pérdida de
inocentes vidas compatriotas, fue porque el Gobierno supo concitar el
apoyo de los partidos políticos, de las organizaciones sociales y
gremiales, de los presidentes, cancilleres, parlamentarios de Argentina y
Uruguay y embajadores de todos los países con los que mantenemos
cordiales relaciones.
La presencia del secretario general de la
Organización de los Estados Americanos, Dr. César Gaviria, y la
permanente compañía del Nuncio Apostólico y de los señores embajadores,
respaldando nuestra gestión en estas difíciles circunstancias,
revitalizaron nuestra confianza en el triunfo de la democracia.
El MERCOSUR demostró la vigencia y validez del
principio de solidaridad internacional, con la presencia entre nosotros
de los cancilleres Guido di Tella, de Argentina, y Álvaro Ramos, de
Uruguay; del viceministro Sebastiao do Rego Barros, del Brasil, quienes
ratificaron su confianza en el Presidente de la República del Paraguay,
elegido por la voluntad popular y a la solución arbitrada para esta
ocasión.
Cabe destacar que también llegaron hasta nosotros los coordinadores del Grupo de Río y del Encuentro Iberoamericano.
Las decisiones adoptadas son de mi única y absoluta
responsabilidad, y mantengo el pleno dominio de las facultades que la
Constitución otorga al Presidente de la República
La propuesta de designar al general Lino César
Oviedo una vez en situación de retiro como ministro de Defensa sin
participación en la cadena de mandos militares es fruto de la solución
pacífica de esta crisis.
No cejaremos en nuestros afanes ni en nuestros
esfuerzos por consolidar la democracia, mantener la institucionalidad de
la República y buscar por todos los medios posibles el progreso y el
desarrollo de nuestro país para que el pueblo paraguayo acceda a mejores
niveles de bienestar", finalizó el mensaje de Wasmosy.
EL DÍA MIÉRCOLES 24
Aun cuando en la noche del martes 23 hubo una
aparente calma, pero con un pueblo avergonzado, efectivamente, a las 8
del día siguiente, Oviedo entregó su cargo en la sede del Ejército en
Mariano Roque Alonso. Asistieron el presidente Wasmosy, Gaviria,
embajadores, jefes militares y simpatizantes del aún activo militar.
Ningún ministro del Poder Ejecutivo, a excepción del canciller Ramírez
Boettner -quien tenía que acompañar a Gaviria- asistió al acto.
"FIRME CON ESTA LAPICERA, GENERAL"
"Firme con esta lapicera, general", fue la orden
impartida por Wasmosy al Gral. de división Oscar Rodrigo Díaz Delmás
cuando el jefe militar citado se dispuso a firmar el acta de entrega y
recepción de la comandancia del Ejército durante la ceremonia celebrada
en la mañana del 24 de abril, en Mariano Roque Alonso.
El jefe de Estado entregó su lapicera, que acababa
de sacar de su bolsillo izquierdo interior de su saco, al nuevo
comandante del Ejército. Esta actitud del gobernante fue interpretada
-aunque para muchos pasó inadvertida- el rechazo y desagrado que le
produjo la conducta de Oviedo durante los dos días anteriores.
El saliente comandante del Ejército previamente
estampó su firma en el libro de actas con una lapicera que se encontraba
sobre dicho documento que debía suscribir también Díaz Delmás, a más de
los testigos.
Luego de firmar el acta, Oviedo levantó la mirada y
con la mano en alto, sosteniendo la lapicera, indicó a Díaz Delmás que
le correspondía suscribir.
En ese preciso instante el mandatario decidió que
Díaz Delmás no firmara con dicha lapicera que acababa de usar Oviedo.
También los testigos firmaron con la lapicera de Wasmosy.
SE PONÍA EN DUDA ASUNCIÓN DE OVIEDO COMO MINISTRO
Durante el transcurso de la ceremonia, se escuchó
la versión de que el militar no iba a ser nombrado ministro de Defensa.
El comandante de la Armada, vicealmirante López Moreira, fue, uno de los
primeros en insinuar que tal juramento no iba a ocurrir. Incluso llegó a
decir en alusión al "arreglo" con Oviedo que "matemáticamente esta
solución no es la más justa".
Concluido el acto de posesión de Díaz Delmás como
nuevo comandante del Ejército, inmediatamente Wasmosy y Gaviria salieron
del lugar en automóvil. Fuertemente custodiados, se dirigieron al
Comando en Jefe. López Moreira tampoco participó del brindis que
finalmente fue ofrecido en el Ejército.
El enojo de la ciudadanía se agudizó y cada vez más
sectores se sumaron a los jóvenes acampados frente al Congreso en
repudio del premio a Oviedo.
Wasmosy y Gaviria llegaron al Gran Cuartel General y
se reunieron con los comandantes de la Armada, vicealmirante López
Moreira, y de la Fuerza Aérea, Gral. Cramer. También participó de la
reunión el Gral. Noguera. Analizaron la situación tras el relevo de
Oviedo.
OVIEDO PIDIÓ SU RENUNCIA PARA ACCEDER AL MINISTERIO
El Presidente exhibió a los presentes la nota
firmada por Oviedo en donde pidió su pase a retiro de las Fuerzas
Armadas. La nota tenía el membrete de la comandancia del Ejército.
Expresa el documento dirigido al Comandante en jefe cuanto sigue: "Tengo
el honor de dirigirme al Excelentísimo Señor Presidente de la República
y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de la Nación con el objeto
de exponerle lo siguiente:
En mi larga vida militar he tenido oportunidad de
ejercer innúmeras funciones, coronando mi carrera con el actual honroso
cargo de comandante del Ejército paraguayo, resaltando mi participación
en la gesta libertadora del 2 y 3 de febrero de 1989, como soldado de la
democracia.
Como ciudadano, en esta magnífica oportunidad
reitero mi invariable lealtad y apoyo a las instituciones democráticas y
acatamiento absoluto al ordenamiento jurídico y constitucional de la
República, especialmente a las autoridades legítimamente constituidas.
Habiendo cumplido con todos los requisitos exigidos
para el efecto, solicito respetuosamente su autorización para acogerme a
los beneficios del retiro de las Fuerzas Armadas.
Agradezco al Señor Comandante en jefe en forma muy
especial todas las deferentes atenciones y amistad con que me ha
honrado, lo que me permitió comandar con suma satisfacción y acierto,
resaltando la feliz experiencia de haber sido usted mi primer Comandante
en Jefe civil, función que desempeña en forma ejemplar, con su
extraordinario dinamismo y alta moral, haciendo que todos sus
subordinados le sirvamos con lealtad y admiración", finaliza la nota
firmada por Oviedo. Al mismo tiempo fue dado a conocer el Decreto 13.098
por el cual fue nombrado comandante del Ejército el Gral. Díaz Delmás,
en reemplazo de Oviedo.
Al concluir la reunión con Wasmosy y los más altos
mandos castrenses, el secretario general de la OEA, César Gaviria,
declaró al salir del Comando en jefe que estaba con mucha confianza en
que la situación sería resuelta en forma definitiva. Exteriorizó su
optimismo en que Wasmosy actuaría con buen criterio. Alentó al
mandatario a seguir firme como presidente constitucional del Paraguay.
EE.UU. RATIFICÓ RESPALDO AL PROCESO DEMOCRÁTICO
Ese día, miércoles, 24 de abril, la Casa Blanca
emitió una declaración. El texto es como sigue: "Todos los amigos de la
democracia deben sentirse alentados por la respuesta a la reciente
amenaza al orden constitucional del Paraguay. Como lo dijera nuestro
Presidente (Clinton) al presidente Wasmosy ayer, los Estados Unidos de
América apoyan plenamente al Presidente y al pueblo paraguayo en su
posición valiente hacia la democracia. Con el apoyo de los EE.UU. y de
otras naciones de la región, se ha enviado otro mensaje firme repudiando
a aquellos que retrasarían el progreso de la democracia en nuestro
hemisferio.
Para alcanzar este fin, los EE.UU. de América
trabajó muy de cerca con la Organización de los Estados Americanos y
fuertemente apoyó los esfuerzos de los países integrantes del MERCOSUR
con el fin de dejar en claro que los vecinos y socios en el comercio más
cercanos al Paraguay no aceptarían ninguna violación a un gobierno
democrático. El Presidente felicita los esfuerzos del secretario general
de la OEA César Gaviria y los de cancilleres extranjeros de Argentina,
Brasil y Uruguay que viajaron al Paraguay para demostrar el apoyo
regional hacia los principios que rigen la democracia y la autoridad
civil sobre la militar.
Esto marca la cuarta vez, desde 1991, en que las
naciones democráticas de este hemisferio se han unido en apoyo a la
democracia en contra de aquellos que desean destruirla. El compromiso
para con los principios democráticos que abriga la carta de la
Organización de Estados Americanos y reafirmados en la Cumbre de las
Américas que mantienen como la piedra angular de nuestra asociación
regional. Continuaremos trabajando con el Gobierno y el pueblo
paraguayos para asegurar la integridad y el desarrollo ininterrumpido de
la democracia en este país" concluye la declaración del Gobierno
norteamericano.
LA JUVENTUD PERMANECÍA FRENTE AL CONGRESO NACIONAL
La posibilidad de designación y posterior toma de
posesión de Oviedo como ministro de Defensa siguió latente, lo que
enervó aun más el ánimo de los jóvenes congregados frente al Parlamento.
Ni la torrencial lluvia de aquella noche aminoró la voluntad juvenil
por defender la democracia.
EL DÍA JUEVES 25
Albergados bajó carpas, sombrillas y hasta algunos
añosos árboles, con guitarras, cánticos y una decencia admirable, los
pendex amanecieron el jueves 25 firmes en sus puestos. Estudiantes
secundarios, universitarios y todo amante de la libertad, estoicamente,
aguantaron la inclemencia del tiempo. La probabilidad de que Oviedo
accediera a la citada cartera continuaba invariable.
Seccionaleros adherentes a Oviedo, militares
retirados que sustentaron el régimen dictatorial de Stroessner, serviles
ex directores de entes públicos y hasta parientes de conocidos ladrones
de la época anterior convocaron a sus adeptos para ir al Palacio de
Gobierno y presenciar el juramento de Oviedo. Mientras tanto, los
jóvenes se desplazaron también hasta frente a la casa de gobierno en
reclamo de que el militar revoltoso no asumiera.
A las 10:45 salió Wasmosy de Mburuvicha Róga, en
helicóptero y se dirigió al Palacio. Los adulones de Oviedo con pañuelo
colorado al cuello y banderas del partido de gobierno atropellaron
prácticamente la sede gubernativa con anuencia de los policías que más
bien se preocuparon de contener a los jóvenes que a los seguidores del
militar. Estos llegaron a ingresar en tropel y hasta subieron a la
segunda planta para presenciar supuestamente la ceremonia de juramento.
Oviedo arribó también al lugar fuertemente
custodiado. Con traje oscuro y en medio de aplausos de sus secuaces,
ingresó, pero no se le permitió llegar ni siquiera a la antesala del
despacho presidencial. Wasmosy se negó a recibirlo.
Frente al Palacio se intensificaron los forcejeos
entre la Policía y los estudiantes. Los colorados festejaron el
inminente juramento con petardos y hurras. Los legisladores Marcelo
Duarte y Fernando Kurt fueron golpeados, al tiempo de que dirigentes
sindicales se sumaron a los jóvenes.
INVOCANDO EL CLAMOR POPULAR, WASMOSY REVIÓ DESIGNACIÓN DE OVIEDO
Cerca del mediodía, el jefe de Estado lanzó un
mensaje televisivo. Fue para anunciar que dejo sin efecto la designación
de Lino cómo ministro de Defensa. Estalló la algarabía de los jóvenes
quienes protagonizaron de esta manera una brillante página en defensa de
la democracia. Ínterin, César Gaviria llamó telefónicamente desde
Colombia al Palacio de López para interiorizarse de la situación actual.
Lo atendió el entonces secretario privado de la casa de gobierno, Dr.
Rubén Melgarejo Lanzoni.
El mensaje pronunciado por el Presidente fue el
siguiente: "Los acontecimientos que a los paraguayos nos tocó vivir en
estos días son una dura prueba para todos nosotros, con nuestra decisión
de vivir en libertad y en democracia para la solidez de las
instituciones que hemos creado. A Cristo, a su entrada en Jerusalén,
todo el mundo lo aclamó, mas luego lo vilipendió. Hoy algunos paraguayos
no saben valorar las actitudes que he tomado en favor de la vida y no
de la muerte de tantos inocentes. Pero estén seguros de que la historia
con el paso del tiempo sabrá valorar esta actitud en un momento crítico
de mi país, en su tránsito hacia la consolidación de la democracia.
Afortunadamente podemos decir que salimos airosos
merced al equilibrio y a la tolerancia. Como Presidente de la República y
Comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de la Nación, tenía la
obligación de hacer cumplir mis decisiones, para preservar el principio
de autoridad. Pero esta salida, acaso la más indicada para aquéllos que
se dejaron dominar por lo pasión, hubiera tenido un indeseado costo en
sangre y vidas humanas que desechamos desde el principio.
Asumimos entonces compromisos que, aun cuando
pudiera pensarse que no respondían a la expectativa popular, nos
permitieron descartar definitivamente el riesgo de perder inútiles vidas
de inocentes compatriotas. Los compromisos que asumimos en la hora más
difícil nos enfrentaron con otro dilema, que tenemos que resolver
despojados de sentimientos subalternos. La cuestión es esa, debe el
Presidente de la República mantener su palabra, desoyendo la voz del
pueblo, y sobre todo la de esos jóvenes que soportaron la vigilia y la
lluvia para mantener sus anhelos e inquietudes.
Pero el conflicto que los paraguayos estamos
logrando superar tiene tan amplia gama de matices, que no es posible
abarcar con una sola y simple respuesta. Porque también debemos
preguntarnos si podemos admitir interferencias en las decisiones del
Poder Ejecutivo, al que la Constitución faculta a nombrar y a remover
ministros, bajo su única y exclusiva responsabilidad.
El Presidente de la República no es, finalmente,
sino un mandatario a quien el pueblo le encomienda funciones que están
expresamente establecidas en la Constitucion y en las leyes. El pueblo,
por su parte, no se expresa sino por los canales que la misma
Constitución y las leyes tienen prevista. El mandato que recibe el
Presidente de la República no puede ser alterado sino por las vías
señaladas. Pero el Presidente de la República también tiene la
obligación de escuchar permanentemente la voz de su mandante, que es el
pueblo, de escrutar su pensamiento y hurgar sus deseos.
Esta tarea es la más delicada, porque nunca se oye
una sola voz, porque siempre existen las discrepancias, y es bueno y
saludable que eso ocurra. Como Presidente de la República me enfrenté,
compatriotas, a este dilema. Debo confesar que en esta difícil
encrucijada hubo una voz que nunca me abandonó, se me achacaba
insistentemente en mi espíritu, la voz del pueblo que me eligió como su
mandatario, y en especial a esos jóvenes que supieron expresar sin
violencia y sin otro interés que el creer que así estaban defendiendo a
la democracia.
Decidí escuchar esa voz que me ayudó a superar mi
propio orgullo y a mantener que por encima del compromiso, que podía
haber asumido, está la voluntad popular, y que es a ella la que debo
acatamiento. Es por eso que he resuelto sacrificar mi compromiso
personal, con todas las consecuencias que ello implica, y, asumiendo mi
responsabilidad de estadista y mandatario del pueblo, no designar al
general Oviedo como ministro de Defensa.
Compatriotas, recuerden que las tribulaciones son
el camino que el ser humano transita para perfeccionarse y madurar. El
conflicto ha sido definitivamente superado; volvamos a trabajar por la
grandeza de la patria, con fe en las instituciones republicanas y
democráticas y confianza en las autoridades de la nación.
Acá solo se admite un solo vencedor, el pueblo
paraguayo. El Paraguay va a cambiar, el Paraguay está cambiando, el
Paraguay ya cambió. Viva la patria y que haya paz entre todos los
paraguayos", terminó el mensaje.
EE.UU. CONGRATULÓ A WASMOSY POR NO DAR MINISTERIO A OVIEDO
Casi simultáneamente, el Departamento de Estado de
los Estados Unidos de América dio a publicidad su último mensaje. El
documento emitido el 25 de abril señaló: "El Gobierno de los EE.UU. de
América apoya plena y enfáticamente la decisión del presidente Wasmosy
de no ofrecer la posición de Ministerio de Defensa al general retirado
Lino Oviedo. Esa decisión está claramente dentro de la autoridad del
Presidente. En su mensaje, el presidente Wasmosy dijo que había
escuchado la voz del pueblo. Esta es una demostración más de la fuerza
de la democracia paraguaya. Los EE.UU. de América se une a todos los
pueblos y gobiernos democráticos para felicitar al presidente Wasmosy
por la valentía que ha demostrado en la protección y defensa de la
democracia y el orden constitucional del Paraguay".
SE RETIRÓ WASMOSY Y OVIEDO QUEDÓ EN LA SEDE DEL GOBIERNO
Ni bien concluyó el mensaje, el Presidente se
retiró de la casa de gobierno en helicóptero. Fue nuevamente a su
residencia. Inmediatamente, Mburuvicha Róga reforzó otra vez sus puestos
de control. El mandatario recibió la visita del Dr. Sebastián González
Insfrán, el entonces ministro de Obras Públicas y Comunicaciones, Carlos
Facetti, directores de entes públicos como Miguel Fulgencio Rodríguez,
de la ANDE; Juan Manuel Cano, de CONATEL; Miguel Horacio Gini, de la
ANTELCO; Gustavo Pedrozo, de CONAVI, entre otros. También estuvo aquella
siesta con Wasmosy el candidato a intendente municipal de Asunción,
Ing. Paul Sarubbi. Oviedo, por su parte, permaneció por casi una hora
más en el Palacio de Gobierno en compañía de sus adherentes. Incluso
estuvo a punto de subir al balcón para dirigirse a sus adeptos.
Cuando todo estaba listo para que el militar
retirado pronunciara su discurso, se le acercó el jefe del gabinete
militar de la casa de gobierno, Gral. Juan Evaristo González, le tomó
del brazo derecho y le dijo: "General, le pido que me acompañe. Le está
esperando un helicóptero que le va a llevar a su casa". También se
presentó el comandante de las Fuerzas Militares, Gral. Noguera, para
respaldar a González.
Oviedo no ofreció resistencia, pero pidió ingresar a
una de las oficinas. Entró al interior de una de las dependencias y
curiosamente, el ex comandante del Ejército salió luciendo una impecable
remera de color rojo. Al parecer, tenía en su bolsillo bien guardadita.
Previamente, por Radio Asunción, el ex hombre fuerte de las Fuerzas
Armadas convocó a sus adherentes a un encuentro, a las 14, en la Plaza
de la República, el "linódromo".
Simulando estar tranquilo, sonriente, apareció otra
vez Oviedo entre sus adherentes quienes, en medio de una evidente
confusión, no entendieron lo que estaba pasando, pues fueron al Palacio
con la seguridad de que asumiría su líder.
Oviedo, finalmente, obedeció al Gral. González y
salió por la puerta lateral de la calle O'Leary. Acompañado de custodios
de la sede gubernativa vestidos con "para para’i", fue conducido hasta
el helicóptero de la Fuerza Aérea que lo estaba esperando con el motor
en marcha en el estacionamiento. Desde allí, el militar retirado fue con
destino desconocido. Inmediatamente, efectivos de la Infantería de
Marina, con armas de guerra, coparon los alrededores del Palacio,
especialmente hacia la Bahía. Se instalaron en posición de combate,
mientras la Policía comenzó a despejar el área. Los jóvenes quisieron
mantenerse sobre la calle El Paraguayo Independiente entre O'Leary y
Ayolas, frente a la Manzana de la Rivera, pero finalmente, "por razones
de seguridad", se trasladaron nuevamente a la plaza Juan de Salazar,
donde prosiguieron sus festejos.
Para entonces se conoció que el juez Alcides
Corbeta ya había instruido sumario en averiguación de los delitos contra
la autoridad pública atribuidos a Oviedo. Fue ante la inacción de la
Fiscalía General del Estado. El fiscal del crimen de turno, Eladio
Valiente, pidió el procesamiento del militar por el supuesto delito de
sedición.
DISCURSO INCOHERENTE DEL MILITAR RETIRADO
Aproximadamente a las 15, apareció en el
"linódromo" el jefe castrense defenestrado siempre con su remera
colorada. Los mismos personajes que lo acompañaron esa mañana al Palacio
estuvieron con él. Se sumó el entonces líder del Coloradismo
Democrático, Blas N. Riquelme. Nuevamente fueron traídos los indios
maka. No faltaron otros personajes acostumbrados a hacernos pasar
vergüenza internacional como el veterano cantante Rolando Perci, quien,
otra vez fuera de sí -como aquella noche en el anfiteatro José Asunción
Flores de San Bernardino- a gritos, dijo que él también fue golpeado en
la OTI. Tras un cansador e incoherente discurso, terminó el ciclo
militar de Lino Oviedo.
Aquella tarde, el director de Informaciones de la
Presidencia Edward Bogado anunció que a la noche se realizaría una rueda
de prensa en la Caballería. Fue ante el persistente rumor de que habría
malestar en dicha unidad. Desde las 17 aproximadamente, periodistas
nacionales y extranjeros montaron guardia en el acceso a dicho
establecimiento castrense. Aproximadamente a las 20, llegó Noguera. Ante
la consulta de los periodistas aseguró que volvería junto a ellos.
El comandante de las Fuerzas Militares asistió a
una misa de acción de gracias por las bodas de plata de Zaracho, en la
capilla San Jorge. Con posterioridad volvió junto a los hombres de
prensa. Regresó después acompañado de los Grales. Díaz Delmás y Zaracho.
Aseguró que estaban en dicha unidad solamente para compartir la fiesta
del comandante del Primer Cuerpo de Ejército. Pidieron los jefes
militares que la ciudadanía fuera tranquila, asegurando que no habría
golpe de Estado mientras ellos permanecieran dentro de las Fuerzas
Armadas. Finalmente ingresaron de nuevo. Se dirigieron hasta el quincho
de la Caballería, donde participaron de la fiesta. Oviedo, si bien
estaba invitado, no asistió a aquel encuentro social.
NADIE REVELÓ EL MOTIVO REAL DEL PASE A RETIRO DE OVIEDO
El 25 de abril, el diario ABC Color, en su
Editorial, consignó que la causa original del enfrentamiento entre
Wasmosy y Oviedo "no es conocida hasta ahora; lo que se sabe es apenas
lo que ha ocurrido después, su desenvolvimiento. Y aun de esto, no se
sabe todo y lo que se conoce esa medias".
"Esta manera de discutir y decidir la suerte
política del país -decía ABC Color- que desde hace dos días han adoptado
los protagonistas, a espaldas de la ciudadanía, la ha puesto a ella
alerta y en vigilia, con elocuentes manifestaciones de repudio contra
ambos y poco dispuesta a admitir que el conflicto que dirimen continúe
siendo negociado a puertas cerradas, como si se tratara de un asunto
privado".
"PARA MÍ, QUE LA ORDEN VINO DE LOS EE.UU."
"El hermano mayor del norte (Estados Unidos) fue el
que exigió a Wasmosy el retiro de Oviedo. La orden vino de la Casa
Blanca", comentó en esos días una fuente diplomática que pidió el
anonimato. Fue al ser consultado sobre la verdadera causa de la
separación de Oviedo de los cuadros permanentes de las Fuerza Armadas.
El informante sostuvo que desde tiempo atrás, los Estados Unidos
estuvieron "marcando" a Oviedo. "En algún momento tenía que saltar",
dijo durante una conversación informal en la semana siguiente a la
crisis.
La fuente descartó que el motivo del diferendo
entre Wasmosy y Oviedo haya sido la construcción del segundo puente
sobre el río Paraná, cómo se indicó en algunos sectores. "Es probable
que sea un complemento, pero la causa real, el pedido, vino de
Norteamérica", remarcó.
LA VERSIÓN DE WASMOSY
El presidente Wasmosy aseguró en Buenos Aires, el
17 de mayo de 1996, que no es cierto que el retiro de Oviedo de las
Fuerzas Armadas haya obedecido a cuestiones de "negocios", como el
segundo puente sobre el Paraná, entre ciudad Presidente Franco y Foz de
Yguazú. El Presidente paraguayo estuvo en la capital argentina para
agradecer personalmente a Carlos Menem el apoyo recibido durante la
crisis militar. Fue dentro de una gira realizada con el mismo objetivo
por Brasilia y Montevideo en donde Wasmosy igualmente se entrevistó con
Fernando Henrique Cardoso y Julio María Sanguinetti, respectivamente.
Cabe recordar que una de las empresas constructoras
vinculadas al Jefe de Estado estuvo precalificada para concurrir a la
licitación del puente, pero el Senado -con el apoyo de los senadores
conocidos como oviedorriquelmistas-votaron en contra de la realización
de las obras. Sectores identificados con el militar retirado señalaron
luego que este fue el motivo por el cual Wasmosy pasó a retiro a Oviedo,
dando a entender que el entonces comandante del Ejército estaba en
contra de que la empresa del mandatario se encargara de los trabajos.
A propósito, el jefe de Estado afirmó que el pase a
retiro de Oviedo decidió en uso de sus atribuciones como comandante en
jefe de las Fuerzas Armadas de la Nación "y nada más".
CAPÍTULO IV
LAS CAUSAS DE LA VIOLENTA RÚPTURA ENTRE DOS SOCIOS
PELEAS ANTERIORES ENTRE PROTAGONISTAS DE LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA
La constante en los años del proceso democrático
que se inició en febrero de 1989 en nuestro país fue la ruptura
sistemática de las alianzas establecidas entre los grupos y factores de
poder que derrocaron la dictadura del anciano general Alfredo
Stroessner.
Desde 1989 a la fecha se produjeron divisiones y
separaciones, en la mayoría de los casos de manera traumática, entre las
cabezas visibles de los grupos de poder económico, político y militar
que tuvieron implicancia directa en el golpe del 2 y 3 de febrero.
En la mayoría de los casos, el factor político fue
decisivo a la hora de deshacer las alianzas, pero también tuvo notable
implicancia la economía cuando, llegado el momento, los diferentes
grupos económicos se repartieron los grandes negocios del país.
RUPTURA RODRÍGUEZ-ARGAÑA
El primer afectado por la puja en las altas esferas
del poder político fue el doctor Luis María Argaña. El dirigente
colorado fue uno de los líderes civiles del movimiento golpista que
derrocó a Stroessner. Incluso, en un primer momento, la estrategia fue
instalar a Argaña en el sillón de los López.
Sin embargo, los coroneles de Rodríguez,
victoriosos en el golpe y encabezados por el ya influyente Lino César
Oviedo Silva, le indicaron, en la sede del Primer Cuerpo de Ejército,
que solo respetarían sus órdenes.
Algunos allegados al general Rodríguez relataron aspectos de una conversación que este sostuvo con Oviedo.
Oviedo: - Gral. Rodríguez, los coroneles
victoriosos del golpe contra Stroessner consideramos justo y necesario
que usted asuma el gobierno del país. Solo seremos leales a sus órdenes y
nos comprometemos a apoyarle en el proceso democrático del país. Si
vienen los políticos, se atribuirán la victoria y realizarán acuerdos
por encima de las Fuerzas Armadas. Debemos ser tutores de este proceso.
Rodríguez: - Existe un acuerdo previo que debe ser
respetado, coronel. Ese acuerdo establece que el Dr. Argaña debe
conducir los destinos del Gobierno.
Oviedo: - Nosotros fuimos los que peleamos y nos
enfrentamos a las balas de los stronistas. No es justo que asuma Argaña.
Además, si usted se presenta como candidato del Partido Colorado,
ganaremos de punta a punta las elecciones y se legitimará su gobierno,
general.
Rodríguez: - Veremos qué hacer y les agradezco la posición que tomaron.
La actitud de Oviedo fue compartida por el entorno
de Rodríguez, y la junta de Gobierno encabezada por Juan Ramón Chaves
apoyó, posteriormente, la decisión de los militares.
Luego de regularizar la situación interna de la
ANR, los colorados nominaron candidato para presidente de la República
al general de ejército Andrés Rodríguez.
El militar ganó las elecciones nacionales por amplio margen al Dr. Domingo Laíno, líder del PLRA.
Argaña fue nombrado ministro de Relaciones
Exteriores en el gabinete de Rodríguez, pero al mismo tiempo se
convirtió en líder de un ala del tradicionalismo colorado.
Desde la junta de Gobierno enfrentó a los ex contestatarios que ingresaban al partido luego de 30 años de exilio.
El espacio de poder que Rodríguez dio a los
mopoquistas, a los dirigentes de la ANRER y de otros sectores
no-tradicionalistas fue, otra de las causantes de las diferencias entre
el canciller y el Presidente de la República.
Voceros de los movimientos contestatarios,
principalmente Mario Mallorquín; Enrique Riera, Waldino Ramón Lovera;
Miguel Ángel González Casabianca, Juan Carlos Galaverna, entre otros,
utilizaron duros términos para referirse a los tradicionalistas
colorados a quienes cuestionaban la entrega que hicieron de la ANR a los
militares y a los militantes stronistas.
Desde el otro frente, Luis María Argaña, Edgar L.
Ynsfran y Ángel Roberto Seifart eran las cabezas visibles del
tradicionalismo que no cedía un milímetro de espacio a los
contestatarios.
La intransigencia en algunos casos y la falta de
voluntad política para negociar esos espacios de poder fueron dividiendo
a ambos grupos. Por otro lado, los propios intereses personales y las
aspiraciones políticas de cada uno de los líderes colorados fueron
causantes de la división del tradicionalismo.
SIEMPRE HABRÁ UN 13 DE ENERO
Las diferencias entre Argaña y Rodríguez, fueron
profundizándose por diferentes motivos. Los allegados al presidente de
la República apuntaban que el líder colorado no cumplía a cabalidad sus
funciones como canciller y que anteponía los intereses partidarios a los
del país.
Algunas decisiones de Rodríguez también fueron
cuestionadas por Argaña, como los nombramientos de ciertos elementos del
grupo ex contestatario en la función pública.
Los rodriguistas también cuestionaban algunos
negocios de los hijos de Argaña quienes, valiéndose de las influencias
del padre, se acaparaban los despachos aduaneros que correspondían
anteriormente a allegados del stronismo. Esta versión fue confirmada
años después por el general de división Lino Oviedo.
Todos estos elementos sumados pintaban un panorama
poco alentador en las relaciones Rodríguez-Argaña, que se deterioró
definitivamente cuando en la segunda quincena del mes de junio de 1990
el dirigente colorado manifestó, durante una reunión con líderes de
seccionales de la capital, que estaba dispuesto a hacer otra revolución
si fuera necesario y recordó que siempre habrá un 13 de enero en la vida
del Partido Colorado.
El encuentro que se realizó en el Centro de
Economistas Colorados despertó notables comentarios por las
declaraciones de Argaña y por la forma como trató a un periodista del
diario ABC Color.
El lunes 23 de abril de 1990 el presidente
Rodríguez dio a conocer el Decreto N° 6.409 por el cual destituyó del
cargo de canciller nacional a Luis María Argaña y nombró en su reemplazo
a un hombre de su entorno, el ahora extinto Dr. Alexis Frutos Vaesken.
Esta decisión de Rodríguez fue considerada por los tradicionalistas como
una medida persecutoria contra el Partido Colorado.
Desde ese mismo momento, Argaña hizo campaña en
contra del gobierno de Rodríguez y se alineó en el sector más duro y
radicalizado de la ANR, atrayendo consigo las simpatías de los
seguidores del ex dictador Stroessner.
RODRÍGUEZ-GRAL. BERNAL
Los militares victoriosos el 2 y 3 de febrero de
1989, conocidos con el nombre de "Carlos" fueron rápidamente ascendidos a
puestos de importancia en la estructura militar.
Los "Carlos" fueron los coroneles Pedro Concepción
Ocampos, Lino César Oviedo, Aníbal Regis Romero, Víctor Aguilera, Oscar
Díaz Delmas, el general Eumelio Bernal y el vicealmirante Eduardo
González Petit.
Romero fue designado jefe del Gabinete Militar de
la Presidencia de la República; Oviedo y Ocampos fueron designados
comandantes de divisiones de la Caballería; Bernal ocupó la jefatura del
Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, mientras González Petit fue
confirmado como comandante de la Armada Nacional.
De todos los "Carlos", el de más rápido ascenso
dentro de la estructura castrense, sin ninguna duda, fue Lino César
Oviedo, quien no dudó en recurrir a la intriga para aumentar su
influencia en el estamento militar y tener una meteórica trayectoria
hacia los niveles más altos de la jerarquía castrense.
Para deshacerse del comandante del Ejército, Gral.
Humberto Ramón Garcete, alentó al Cnel. Luis Catalino Rojas para
denunciar el auto trafico que normalmente se realizaba por destacamentos
militares del Chaco.
El plan concebido e ideado en conexión con la
Embajada norteamericana en el Paraguay sirvió para despejar el camino de
Oviedo hacia las máximas jerarquías de las Fuerzas Armadas, pues el
escándalo fue determinante para pasar a retiro a Garcete, así como a
otros generales como Carrillo Melo, Balbuena, implicados en el tema.
EN CINCO MINUTOS, RODRÍGUEZ DECIDIÓ PASE A RETIRO DE BERNAL
Los problemas entre Rodríguez y el general Bernal
comenzaron cuando este se negó a modificar la historia de una reunión
que se celebró en el Estado Mayor y que por las implicancias
comprometían seriamente a varios generales de las FF.AA. en el tráfico
de vehículos hacia Bolivia.
De acuerdo a declaraciones del propio Bernal, el
origen del problema fue su firme determinación de contar con exactitud
los pormenores de una reunión celebrada en el Comando en Jefe cuando
Juan de Dios Martínez comentó la conexión existente entre altos jefes
militares y el tráfico de vehículos por destacamentos del Chaco.
Se supo que Bernal sufrió fuertes presiones del
entorno rodriguista y del mismo Presidente de la República para no
contar ante la justicia la verdad de lo que había escuchado respecto de
las coimas que se pagaban en los cuarteles y destacamentos militares del
Chaco.
El traficante dijo que los comandantes de las
distintas unidades formaban parte del enjuague y recibían periódicamente
los pagos por los favores de permitir el paso de los vehículos robados
hacia Bolivia.
Por ratificarse en su declaración ante el juez,
Rodríguez manifestó su enojo con Bernal separándolo de su grupo de
confianza y saludándolo muy secamente en los actos militares.
Para pasarlo a retiro reunió al Tribunal de
Calificación de Servicios de las FF. AA., y en menos de cinco minutos
decretaron su desafectación del servicio activo. Quedaban así truncados
más de 35 años de labor dentro de la milicia.
Algunos de los miembros del Tribunal de
Calificación comentaron que el comandante en jefe manifestó que Bernal
estaba de acuerdo con su pase a retiro. Nadie atinó a salir en apoyo del
militar, ni siquiera el general Oviedo, quien se comprometió a votar
contra el deseo de Rodríguez.
Antes de reemplazar a Bernal, el Presidente de la
República le ofreció el cargo de ministro de Defensa Nacional, el cual
asumió un mes después de pasar a retiro.
En su reemplazo, Rodríguez nombró al general
Francisco Sánchez, ex jefe de policía, como jefe de Estado Mayor de las
FF.AA. Este duró poco en el cargo, acosado por las sospechas de haber
hecho figurar a "fantasmas" dentro de la lista de funcionarios de la
institución policial.
Las relaciones entre Rodríguez y Bernal desde
entonces nunca fueron cordiales, pero el Presidente de la República se
mostró cauteloso a la hora de tomar una determinación más seria contra
el ministro de Defensa porque conocía el apoyo que le brindaba el
embajador norteamericano Jon Glassman.
Durante el ejercicio de su cargo como secretario de
Estado mantuvo diferencias con el presidente Rodríguez sobre la
creación del cargo de comandante de las Fuerzas Militares.
Para Bernal, dicha figura dentro del ''organigrama
militar" no tenía sentido, pues entendía que el objetivo del mismo era
evitar que el Presidente de la República tuviera, como comandante en
jefe de las FF.AA., control sobre el estamento castrense.
"Es una delegación del cargo de comandante en jefe
de las FF.AA., que está prohibida por la propia Constitución", alego en
diversas ocasiones el militar retirado.
El 30 de julio de 1993, Rodríguez increpó duramente
a Bernal por sus opiniones sobre el tema durante una reunión celebrada
en el asiento de la Primera División de Infantería.
Esta opinión le costó más de una llamada de
atención de parte de Rodríguez y finalmente el cargo de ministro de
Defensa Nacional. De esta manera, uno de los "Carlos" del golpe de
febrero de 1989 pagaba con el puesto su discrepancia con Rodríguez.
RODRÍGUEZ-RIQUELME
La relación entre el general Andrés Rodríguez y el
senador colorado Blas N. Riquelme se sustentó siempre en el interés y no
en la amistad. Para el empresario, estar ligado a uno de los hombres
más fuertes de las Fuerzas Armadas durante la dictadura le aseguraban
protección e impunidad para realizar sus negocios e incrementar sus
activos.
Para el militar, en tanto, resultaba sumamente
atractivo recibir dividendos en su cuenta corriente sin mayores
esfuerzos. La recomendación de Rodríguez en tiempos de la dictadura y
durante su gobierno, después del 2 y 3 de febrero de 1989, fue sumamente
importante para conformar el imperio de Riquelme, quien no dudaba en
pagar bien los favores que recibía.
Mientras la política no tuvo influencias en la relación entre ambos, la misma fue próspera y positiva.
Pero la misma fue deteriorándose a medida que
transcurría el gobierno de Rodríguez. En un principio, Riquelme estuvo
del mismo lado de Argaña, Seifart e Insfrán en el Partido Colorado para
enfrentar a los ex contestatarios.
Sin embargo, rápidamente se alineó del lado del
Presidente de la República cuando este destituyó de su cargo de
canciller a Argaña y también se apeó del seifarismo para acordar una
unión sorprendente con los disidentes cuando percibió señales de
Rodríguez en ese sentido.
Con los ex contestatarios conformó el movimiento denominado Alianza Democrática.
La falta de definición de Rodríguez en algunas
cuestiones fundamentales dentro del Partido Colorado fue minando la
confianza que Riquelme tenía en el Mandatario, pero siempre se cuidó
para no cuestionar públicamente la política gubernamental.
En voz baja sí expresaba su descontento por la
falta de señales claras de Rodríguez para corregir la conducción
partidaria.
Ganador de las internas coloradas para
convencionales con el lema "Trabajo en primer lugar", no pudo evitar,
sin embargo, que con la mayoría de los convencionales colorados se
decidiera en la Convención Nacional Constituyente impedir la reelección
de Rodríguez y se incluyera un artículo que también evitaba que un
pariente del militar pudiese ser nominado como candidata a la
presidencia de la República.
Riquelme era presidente del Partido Colorado cuando
en la residencia del general Andrés Rodríguez, en "Las Carmelitas", se
decidió nominar a Juan Carlos Wasmosy como candidato del oficialismo
colorado a la presidencia de la República en las internas de la ANR.
Esta decisión fue fundamental para la ruptura
definitiva entre Rodríguez y Riquelme, pues el titular de los colorados
nunca aceptó a Wasmosy como candidato ideal del partido.
Públicamente manifestó su desacuerdo con el
candidato elegido por los círculos de poder y cuestionó los antecedentes
liberales del mismo. Sus frases como "peor es nada", "es preferible
este a no tener candidato" se hicieron célebres al referirse a Wasmosy.
LA DEMANDA DE RODRÍGUEZ
La finalización del mandato de Rodríguez también
significó el término de las "buenas" relaciones que Riquelme mantuvo con
el militar.
Sin las mismas influencias del pasado, poco, o nada
era lo que podía aportar Rodríguez a la sociedad, por lo que
rápidamente Riquelme se alejó de su socio y buscó otros protectores en
los círculos de poder.
Esta situación hizo que olvidara algunos
"compromisos" que debía cumplir regularmente con el ex presidente, por
lo que este, el lunes 4 de setiembre de 1995, le inició una demanda en
los estrados judiciales reclamando el pago de documentos vencidos de su
sociedad en la Cervecería Asunción por 1.900 millones de guaraníes.
Sin embargo, se supo que, a inicios de 1994,
Rodríguez ya había planteado ante la justicia otra demanda reclamando la
restitución de 500 acciones de 50 millones de guaraníes cada una y
otras 250 acciones de 25 millones cada una de Cervecería Asunción.
Riquelme acusó a Rodríguez de mal agradecido por
reclamarle el cobro de las acciones mencionadas que le fueron regaladas
en su oportunidad.
El 21 de abril del citado año, en la ciudad de
Pilar, el empresario se despachó duramente contra Rodríguez
calificándolo de narcotraficante y anticolorado por poner en el gobierno
a un candidato que "no quiere a los colorados", como Wasmosy.
SABA-DOMÍNGUEZ
La lucha por manejar el país también se trasladó a
los grupos económicos que durante el gobierno del dictador Stroessner
acumularon y acrecentaron sus fortunas con las ventajas que otorgaba a
sus amigos el depuesto gobernante.
Los sectores económicos allegados al ex presidente
Andrés Rodríguez intentaron dividirse el país compartiendo los negocios
de los cigarrillos y las bebidas alcohólicas.
Pero muy rápidamente las intrigas, la obsesión por
seguir acumulando riquezas a cualquier costo y utilizando todo tipo de
recursos fueron dividiendo también a los que apoyaron económicamente a
Rodríguez.
El grupo más cercano al anterior presidente,
encabezado por los empresarios Gustavo Saba, Antonio Saccarello y otros,
mantuvo constantes enfrentamientos con representantes de otros sectores
de poder económico.
El control del mercado del cigarrillo importado
desde los Estados Unidos, Brasil y Argentina fue la excusa para el
enfrentamiento entre Saba (yerno de Rodríguez) y Osvaldo Domínguez Dibb,
propietario de Tabacalera Boquerón.
Domínguez Dibb, identificado con el sector
argañista del Partido Colorado, denunció a Saba ante la Fiscalía General
del Estado por usurpación de bienes del Estado. El empresario-dirigente
de futbol aseguró en su denuncia que Manufactura Gloria, propiedad de
Saba y Juan Ángel Napout, se apropiaba de funciones que corresponden al
Estado al erigirse en estampillador de cigarrillos.
El caso fue ventilado en esferas judiciales donde las primeras medidas favorecieron al grupo cercano a Rodríguez.
En otro ámbito, los productos elaborados por
Tabacalera Boquerón fueron perseguidos sistemáticamente por inspectores
del Ministerio de Hacienda ante denuncias formuladas por la empresa
Souza Cruz, de que la empresa de Domínguez Dibb elaboraba cigarrillos
cuyas marcas se encontraban registradas a favor de la multinacional.
Desde el inicio de los pleitos judiciales el
empresario-deportista fue perdiendo uno a uno los juicios, pero pese a
ello sigue produciendo en la tabacalera de su propiedad cigarrillos
cuyas marcas no le corresponden.
El control de los negocios y del mercado fue
causante de las peleas entre grupos allegados al poder, como puede
apreciarse en este caso.
La lucha entre el poder político y el económico
alcanzó también, en agosto de 1989, al entonces canciller nacional de
nuestro país, Luis María Argaña. El político colorado se sintió acosado
por las críticas vertidas en su contra a través del diario Noticias y el
Canal 13, propiedad del empresario Nicolás Bó, más conocido como "Nino"
en los círculos sociales de la República.
Debido a esta situación, el Dr. Argaña separó a Bó
del cargo de consejero económico que supuestamente ocupaba en la
Embajada paraguaya de Buenos Aires y lo acusó de ser el "primer
planillero diplomático destituido por la gesta revolucionaria del 3 de
febrero".
Argaña se sintió molesto por las constantes
críticas a su gestión como dirigente del Partido Colorado y como
canciller de la nación y culpó de lo que consideraba una campaña
periodística en su contra al propietario de los medios mencionados.
En su virulencia, el ministro de Relaciones
Exteriores calificó a "Nino" Bó como el "planillero más antiguo de la
Embajada en Buenos Aires".
Argaña dijo también que las críticas a su gestión
no se justificaban y que "este señor (por Nicolás Bó) está respirando
por la herida, y entonces organiza una campaña en mi contra para
desprestigiarme".
Alegó que tal campaña no estaba inspirada en el
bien común, sino en el "hecho bochornoso de haber sido el primer
diplomático planillero destituido por la gesta revolucionaria".
El canciller no se quedó solo en esas expresiones,
sino que también comentó aspectos de las supuestas operaciones que
realizaba "Nino" Bó como consejero económico de la Embajada del Paraguay
en Argentina.
En ese sentido, dijo: "Bó no cobraba un peso, pero
ganaba millones a través de liberaciones totalmente ilícitas que no le
correspondían".
"El señor Bó jamás fue a Buenos Aires sino para
obtener liberaciones de automóviles, enseres domésticos y una serie de
ventajas por el estilo. En materia de autos, él liberó por un valor
superior a los 300 millones de dólares, los cuales volvió a vender con
grandes beneficios y grandes ganancias", destacó a los medios
periodísticos el entonces canciller de nuestro país.
El problema entre Argaña y Bó terminó abruptamente
luego de una reunión que supuestamente habrían mantenido en un yate,
propiedad del empresario.
Si bien nunca pudo probarse que se realizó dicho
encuentro, la campaña contra Argaña se atenuó y durante las internas
coloradas celebradas en diciembre de 1992, para elegir al candidato de
la ANR para la presidencia de la República, fue obvio y manifiesto el
apoyo de los medios de comunicación de la RPC a la candidatura del ex
canciller nacional.
EL PUENTE, LA POLÍTICA Y EL NARCOTRÁFICO
Diversas conjeturas se tejieron sobre los reales
motivos de la destitución del general de división Lino César Oviedo de
su cargo de comandante del Ejército, decidida por el presidente Juan
Carlos Wasmosy. Sin embargo, ninguno de los principales protagonistas
del problema pudo aclarar el tema hasta el momento.
Los allegados al titular del Ejecutivo manejaban
algunas informaciones que de alguna manera podrían servir para
establecer ciertas hipótesis sobre las razones del relevo del polémico
jefe militar.
Una versión indicaba que el comandante del Ejército
resultaba ya insoportable para Wasmosy por sus cada vez más exigentes
reclamos en cuestiones de Estado. Oviedo criticaba públicamente la falta
de resolución del Gobierno en cuestiones relacionadas con los
asentamientos campesinos y la falta de decisión para combatir la
corrupción estatal.
Sus operadores políticos, desde el Congreso o la
Junta de Gobierno, se encargaron de dar a conocer la posición del
general en dichas cuestiones.
Igualmente, Oviedo era partidario de ejercer mayor
presión sobre el Congreso por la manifiesta mala predisposición -según
afirmaba entre sus íntimos- para tratar temas relacionados con la
reforma del Estado y los proyectos de leyes de las Fuerzas Armadas.
La posibilidad de disolver el Congreso para
reencauzar la República también tuvo buen parecer del militar. Sin
embargo, debido a su doble discurso, dicha pretensión siempre estuvo
bien guardada, pese a que sus seguidores lanzaron la propuesta en
diversas ocasiones.
El último ejemplo lo brindó el senador Julio
Rolando Elizeche, quien dijo que era partidario de una interrupción del
proceso para cambiar el actual estado de cosas en el país.
Por otro lado, su injerencia en los asuntos
partidarios y su alianza con el Coloradismo Democrático, encabezado por
Blas N. Riquelme, fueron factores que resquebrajaron la relación con
Wasmosy.
El empecinamiento del militar de suspender
indefinidamente la realización de las internas coloradas pese a la
decisión del oficialismo partidario de llevarla a cabo fue otro motivo
de enfrentamiento entre el Comandante en jefe y su comandante de
Ejército.
Otra versión indicaba que el Comandante en jefe
relevó a Oviedo de su cargo por no cumplir con la orden de terminar con
las acciones judiciales que impedían la realización de las internas
coloradas pese a los acuerdos establecidos entre los líderes de los
distintos movimientos internos en ese aspecto.
Finalmente, corrió la versión de que el relevo de
Oviedo fue producto de la presión ejercida por el Gobierno
norteamericano y los países del MERCOSUR debido a los fuertes indicios
existentes de que el comandante del Ejército era el protector del
narcotráfico en el Paraguay.
Pese a que se admitió la falta de pruebas en ese
sentido, resultaba sumamente sugestivo para los norteamericanos que los
narcotraficantes siguieran utilizando nuestro país como puente para el
tráfico de marihuana y cocaína hacia Estados Unidos y Europa, a pesar
del aumento de control de los organismos especializados en el combate
contra las drogas.
Sin embargo, la mayoría coincidió en que la gota
que colmó el vaso y resultó fundamental para decidir el relevo del
polémico militar fue el apoyo que la bancada colorada oviedista brindó a
la propuesta de la oposición de rechazar el acuerdo con Brasil para
construir el segundo puente sobre el río Paraná en Presidente Franco y
refaccionar el Puente de la Amistad en Ciudad del Este.
Además, los oviedistas en todo momento significaron
que la causa real del alejamiento de Oviedo del servicio de las FF.AA.
fue la lucha que desde el interior del estamento castrense realizaba
para combatir la corrupción administrativa de los entes del Estado,
según aseguró el Dr. José Francisco Appleyard.
El apoderado legal del militar sostuvo públicamente
que Wasmosy relevó a Oviedo por intereses comerciales y por descubrir
que el mandatario estaba realizando manejos dolosos de los fondos del
IPS en bancos de plaza. Involucró al cuñado del Presidente y a algunos
connotados banqueros sospechosos de estafas en nuestro país en el tema.
RELACIÓN DE MUTUO INTERÉS
Las relaciones entre Wasmosy y Oviedo nunca fueron
del todo satisfactorias debido, principalmente, a las veleidades
políticas del militar que complicaban la imagen del Comandante en Jefe.
Pero justamente ese tipo de intereses comunes en
materia política fue factor determinante del apoyo que en numerosas
ocasiones brindó el Presidente hacia el militar.
Para el Mandatario, Oviedo era un elemento útil
para tener controlada la situación dentro de las Fuerzas Armadas.
Además, era consciente del favor que le debía al general de Caballería
por el papel trascendente que tuvo durante la campaña electoral que lo
ubicó como candidato colorado para las nacionales del '93.
En las internas coloradas de diciembre del '92,
Oviedo y otros generales de gran prestigio recorrieron no solo los
cuarteles de todo el país, sino también las seccionales coloradas,
trabajando en apoyo de la candidatura de Wasmosy.
Fue así que lograron atraer de nuevo para mayo del
'93 a la mayoría de los dirigentes de base del argañismo que estaban
haciendo campaña en contra del candidato colorado, a instancias de su
líder Luis María Argaña.
Este hecho permitió a Oviedo tener gran influencia
en las decisiones de Wasmosy, principalmente en lo concerniente a las
FF.AA. Cuando esa influencia intentó mantener en la esfera política,
tuvo gran resistencia y empezó el distanciamiento con el Mandatario.
LOS DESENCUENTROS
Sin embargo, no deben olvidarse los desencuentros
entre el Comandante en Jefe y el comandante del Ejército, por las
presiones que este ejerció para realizar cambios en la estructura
armada. Algunos de los oficiales leales a Wasmosy, como el general
Carlos Ayala, fueron perseguidos por el oficial de Caballería hasta
lograr su retiro de las FF.AA.
En lo interno partidario, la negativa a aceptar al
Dr. Ángel Roberto Seifart como candidato del oficialismo para enfrentar a
Argaña fue otro motivo de desencuentro.
El apoyo manifiesto de Wasmosy hacia la candidatura
de su vicepresidente llevó a Oviedo a negociar con Blas N. Riquelme, un
hombre marcado a fuego por Wasmosy desde el nacimiento mismo de su
candidatura para la presidencia de la República en 1992 y lo alejó del
bloque oficialista.
Esta división causó un gran disgusto a Wasmosy
porque otorgaba chances a Argaña por la falta de renunciamiento de los
líderes del oficialismo y culpó de la situación directamente a Oviedo.
Por otro lado, para profundizar aún más las
diferencias, el militar se mantuvo firme en su postura de plantear
recursos judiciales para evitar la realización de las elecciones
internas coloradas.
Wasmosy, a último momento, también optó por apoyar
la realización de los comicios de la ANR, por las dificultades que las
continuas postergaciones ocasionaban al país.
El candidato oficialista, Ángel Roberto Seifart, en
los últimos días del mes de marzo del cte., acordó con Argaña llevar
adelante las internas de renovación de autoridades del Partido Colorado,
dejando sin apoyo al movimiento oviedista que continuaba buscando
posponer los comicios de la ANR con acciones judiciales.
El militar siempre puso como excusa para evitar las
elecciones que con Seifart como candidato oficial se abrían las puertas
para el triunfo argañista y como consecuencia de ello, la vuelta de los
stronistas al primer plano de la política nacional.
Las internas partidarias fueron efectivamente una
de las causas del enfrentamiento entre Oviedo y Wasmosy, pero no fue la
única pues, como consecuencia de ello, también proyectos del Ejecutivo
en el Parlamento nacional fueron postergados por la falta de apoyo de
los legisladores oviedistas a ciertas propuestas provenientes del propio
Mandatario.
El caso de la construcción del puente en Presidente
Franco, en el Alto Paraná, es una muestra de las consecuencias que tuvo
el enfrentamiento Oviedo Wasmosy en todos los niveles.
LA NEGATIVA OVIEDISTA DE CONSTRUIR EL PUENTE
El 26 de setiembre de 1992, los gobiernos de
Paraguay y Brasil firmaron el acuerdo relativo a la construcción de un
segundo puente internacional sobre el río Paraná, teniendo en cuenta el
significativo incremento del flujo de pasajeros y cargas por el Puente
de la Amistad, que une las ciudades fronterizas de Ciudad del Este y Foz
de Yguazu.
El documento establecía que las obras debían ser
concedidas con preferencia a consorcios constituidos entre empresas
paraguayas y brasileñas, de acuerdo a sus respectivas legislaciones y
que tuvieran sus sedes en el Paraguay y/o en el Brasil.
En junio de 1994, vía Cancillería, ambos países
agregaban un anexo al acuerdo firmado, por el que establecieron la
realización de obras de recuperación-modernización de la manutención, de
la operación y de la exploración del Puente de la Amistad y de sus
obras complementarias.
Es decir, se decidió construir un nuevo puente y arreglar el de Ciudad del Este.
El gobierno de Wasmosy tomó como una de sus
prioridades el cumplimiento del acuerdo con Brasil y utilizó todos sus
recursos a fin de convencer a los legisladores sobre las ventajas y
conveniencias que tendría para nuestro país y su economía la
construcción de un nuevo puente.
Para el efecto, convocó en varias oportunidades a
los parlamentarios para analizar el tema en Mburuvicha Róga y obtuvo el
compromiso de los mismos para llevar adelante el proyecto.
PIDIÓ A OVIEDO EL VOTO DE SENADORES DE SU MOVIMIENTO
Para asegurar el apoyo del Congreso, el presidente
Wasmosy convocó al general Lino Oviedo a Mburuvicha Róga para pedirle el
voto de sus legisladores. Al parece; en un primer momento, el militar
comprometió el apoyo de los senadores riquelmistas a la construcción del
puente.
Sin embargo, fuentes militares cercanas al general
retirado indicaron que los problemas internos partidarios fueron
decisivos para el cambio de actitud del general en torno al proyecto.
Oviedo consideró una traición de Wasmosy su
decisión de apoyar la realización de las internas partidarias a
sabiendas del inminente triunfo de Argaña frente al candidato
oficialista.
El militar se manifestó a través de José Francisco
Appleyard y las innúmeras acciones judiciales planteadas para suspender
la realización de los comicios.
El enfrentamiento se profundizó cuando en las
semanas previas a las internas del 28 de abril el presidente Wasmosy
ordenó a Oviedo poner fin a los recursos judiciales.
El militar no hizo nada por suspender las acciones
judiciales y, antes bien, sus operadores continuaron amenazando que
seguirían presentando incidentes para suspender la asamblea de los
colorados.
La venganza de Oviedo se materializó en el Congreso
cuando los senadores oviedistas, siguiendo instrucciones del militar,
votaron en contra de la aprobación del acuerdo suscripto con Brasil para
la construcción del segundo puente sobre el río Paraná y el arreglo del
Puente de la Amistad.
Los opositores iniciaron una campaña a través de
los medios de comunicación, alertando sobre la posibilidad de un gran
negociado que se estaría gestando en dichas obras. Del mismo, según las
denuncias presentadas, se verían beneficiadas las empresas allegadas al
presidente Wasmosy.
Esta campaña tuvo eco favorable, pues con el voto
de los oviedorriquelmistas el Senado rechazó la aprobación del acuerdo
para la construcción del segundo puente.
EL NEGOCIO PERDIDO
En realidad, el costo de las obras para la
construcción del puente sería prohibitivo para cualquier empresa
paraguaya, máxime teniendo en cuenta que la recuperación del capital
invertido se tendría recién después de 20 años y las ganancias, en los
subsiguientes 10.
La empresa ganadora dula licitación, la firma
brasileña Andrada-Gutiérrez, obtuvo la concesión por 30 años del puesto
de peaje en Presidente Franco y, según las estimaciones; el costo total
de las obras ronda los 100 millones de dólares.
Esta empresa propuso a CONEMPA tener participación
en las obras, pero, según explicaron directivos de esta entidad, no
tenían los recursos suficientes para afrontar un compromiso semejante.
Indicaron que con un índice de participación bajo
no se justificaba entrar en la operación porque no tendrían el control
de la misma.
Admitieron sí que obtuvieron de Andrada-Gutiérrez
la concesión de obras complementarías como ser la construcción de obras
de acceso a la cabecera del puente y el permiso correspondiente para que
aparezca el nombre de CONEMPA junto al de la empresa brasileña en los
letreros de la obra.
Al parecer, la inclusión del anexo para el arreglo
del Puente de la Amistad despertó sospechas entre los detractores de
Wasmosy, por la posibilidad de que las empresas del Presidente formaran
parte de un gran negociado en estas obras.
LOS ARGUMENTOS PARA RECHAZAR EL ACUERDO
La mayoría de los senadores cuestionó las supuestas
irregularidades que se habrían cometido en el proceso de licitación de
la obra, pues se hizo el llamado sin que existiera una ley que aprobara
la construcción.
Los legisladores encontraron sumamente sospechosa
la inclusión en el pliego de bases y condiciones de la reparación del
Puente de la Amistad y el establecimiento del peaje para ambos puentes.
El plazo de 30 años de concesión del peaje para la
empresa ganadora también fue considerado exagerado por los integrantes
de la Cámara Alta.
El senador argañista Víctor Hugo Sánchez manifestó
que la construcción del nuevo puente que unirá Presidente Franco con Foz
de Yguazú y la reparación del Puente de la Amistad costarán unos
50.400.000 dólares, mientras que las posibilidades de recaudación en 30
años superan los 2.000 millones de la moneda norteamericana para la
empresa ganadora de la licitación.
La presunción de que las empresas constructoras
ECOMIPA y CONEMPA, la primera, propiedad del presidente Wasmosy, y la
segunda, en sociedad con otros, serían beneficiadas durante la
licitación fue factor determinante para que el Senado rechazara el,
acuerdo para construir otro puente en el Este del país.
Luego de casi tres horas de debate, el proyecto del Ejecutivo fue rechazado por 23 votos contra 18.
La pérdida de un gran negocio que se controlaría
por 30 años molestó a Wasmosy, debido a que los senadores oviedistas
traicionaron en el Congreso el proyecto de ley del Ejecutivo. La
conjunción de intereses contrapuestos en lo político y lo económico fue
finalmente la causa principal que apresuró el pase a retiro de Oviedo de
las Fuerzas Armadas.
LO QUE HABRÍA PERDIDO WASMOSY
Cálculos estimativos publicados en la revista Nexo
indican que la inversión total para construir el segundo puente sobre el
río Paraná no supera los 45 millones de dólares. La obra se puede
construir en tres años mediante los ingresos que generará para la
empresa ganadora de la obra, el control y cobro de los peajes en el
nuevo puente y en el de la Amistad.
Técnicos indicaron que sí se tiene en cuenta la
estimación de los vehículos, que cruzan la frontera hacía el Paraguay
cada día, unos 22.000 según los estudios, a una tarifa de dos dólares
por cada transporte, la recaudación anual sería de unos 16 millones de
dólares. Como se estima que la inversión total para construir el puente
no superaría los 45 millones de dólares, en tres años, con él ingreso
calculado, se estará pagando con creces la inversión a realizarse.
Pero el negocio no termina en esos números, pues
quien controle físicamente la frontera, al administrar la totalidad de
los puentes, controlará el tráfico fronterizo, que mueve cada año unos
12.000 millones de dólares.
LA SUTIL PRESIÓN NORTEAMERICANA PARA ASEGURAR LA ESTABILIDAD DEMOCRÁTICA Y COMBATIR EL NARCOTRÁFICO
Periódicamente, para no decir con frecuencia,
fuerzas militares norteamericanas vienen al país con miras -según dicen-
a realizar ejercicios combinados con unidades militares, sean de la
Armada, la Fuerza Aérea o el Ejército. Las "visitas" están enmarcadas
dentro de los programas con diversas denominaciones como ser "Ejercicios
UNITAS", "Fuertes Caminos del Sur", por citar algunos casos.
Los entrenamientos incluyen maniobras para combatir
el narcotráfico, entre otros propósitos, tal como afirmó en marzo de
1994 el entonces comandante de la Armada, vicealmirante (SR) Flavio
Abadíe. Normalmente, acompañando estas operaciones vienen gigantescos
aviones como los C-141, aunque en más de una ocasión fue aclarado por la
representación diplomática norteamericana que dichos aparatos solo
llegan para traer elementos para la misión militar que los Estados
Unidos tienen en nuestro país, y no para transportar armamentos.
Según versiones, estas maniobras suelen ser
aprovechadas también para controlar el área fronteriza ante los
frecuentes hechos ilícitos relacionados con el contrabando en las
jurisdicciones limítrofes. Las unidades militares estadounidenses, sobre
todo aéreas, están dotadas de potentes radares capaces de captar
cualquier tráfico ilegal. Y, a propósito de narcotráfico, durante la
visita realizada al Paraguay en la segunda quincena de marzo del 96, el
subsecretario norteamericano Timothy Wirth declaró: "La pregunta sería
que Paraguay se enfrenta con toda esta serie de informaciones y lo que
tendría que hacer es convencer a las autoridades sobre lo que deberían
hacer y no ser los mejores amigos de los narcotraficantes".
Las actividades desarrolladas por militares de
naciones amigas dentro de nuestro territorio nunca fueron del agrado de
Lino Oviedo, a tal punto que se le atribuye haber impulsado la idea del
retiro de las misiones militares extranjeras de nuestro país en 1994.
Las misiones afectadas fueron las de Argentina, Brasil y de los Estados
Unidos. Sin embargo, el embajador norteamericano Robert Service aplaudió
-a mediados de mayo del 96- la autorización del Senado para el regreso
al Paraguay de las misiones militares extranjeras.
El Congreso había suspendido dicha cooperación en
1994 a pedido del presidente Wasmosy, inducido por Lino Oviedo con el
argumento de que era muy costoso el mantenimiento de dichas misiones.
"Es una cooperación importante no solamente en la parte estrictamente
militar, sino también en las relaciones cívico-militares. Un país puede
aprender de otro las maneras de trabajo para un mejor desempeño. Es
importante que existan esas relaciones de cooperación", aseguró el
diplomático.
En más de una ocasión, surgieron versiones de que
el extremado celo de Oviedo radicó en el hecho de que el Ejército tenía
bajo su dominio gran extensión territorial. Según dichas versiones, el
militar no quería que sus jurisdicciones fronterizas con Brasil y
Bolivia sean controladas. Tras el golpe de 1989, el predominio físico de
la Caballería se extendió aun más en comparación con las otras armas.
CAPÍTULO V
LOS NUEVOS PROTAGONISTAS
EL ANILLO INTERNACIONAL DE SOLIDARIDAD EFECTIVA Y ACTIVA
El fallido golpe del 22 de abril de 1996 en nuestro
país no solo demostró que estaban equivocados quienes pensaban que Lino
Oviedo era un hombre inteligente, sino también reveló que el Paraguay
existe para las grandes potencias y organismos internacionales. Por
sobre todas las cosas, afloró un nuevo estilo en el relacionamiento
entre las naciones.
Quedó patente que tanto la comunidad nacional como
la internacional ya no están en condiciones de tolerar el rebrote del
pasado autoritario que tanto daño causó. Surgió el espíritu de
solidaridad entre los pueblos, capaz de enfrentar cualquier embate en
defensa de las instituciones democráticas.
Ni bien se conoció la amenaza de rompimiento de la
institucionalidad en nuestro país, los demás gobiernos, bloques
regionales y otras organizaciones internacionales se unieron para
defender al "amigo en desgracia" y salvarlo de las garras de un golpe
militar.
EL PAPEL DECISIVO DE LOS EMBAJADORES
Cuando el gobierno de Wasmosy comenzó a temblar
ante la aparición de las primeras y aún aisladas nubes en el firmamento
democrático, los embajadores acreditados, con precisas instrucciones de
sus gobiernos, la Organización de los Estados Americanos, la Unión
Europea, etc., salieron a enfrentar con todas sus fuerzas a la
turbulencia que amenazaba con obligar a un brusco cambio de rumbo. Fue
cuando aparecieron el embajador de los Estados Unidos de América, Robert
Service; de la Argentina, Néstor Enrique Ahuad; de Brasil Marcio
D'Oliveira Dias; del Uruguay Federico Bouzá; el nuncio apostólico de Su
Santidad, Mons. Lorenzo Baldisseri, quienes desde ese momento
prácticamente comandaron la tripulación hasta calmar la tempestad.
Wasmosy, hasta si se quiere perdido en el espacio, encontró la fórmula
salvadora que lo libró de una inminente caída.
El papel de las demás naciones, a través de sus
representantes diplomáticos, fue decisivo también para superar la
crisis, pues sin pérdida de tiempo acudieron al auxilio de nuestro país.
Fue muy claro y contundente el mensaje. Ninguna intención golpista iba a
prosperar, por lo menos por mucho tiempo. Paraguay, de nuevo, iba a
quedar aislado del resto del mundo.
Evidentemente, Lino Oviedo erró en su cálculo, tal
vez traicionado por su desmesurada ambición de poder. Sus asesores (que
nunca faltan) cometieron la torpeza de alentarlo en su proyecto, o tal
vez, cuando se dieron cuenta de lo que estaba pasando, ya fue muy tarde.
La intervención del secretario general de la
Organización de los Estados Americanos, César Gaviria, fue gravitante y
hasta se dijo que fue el que, con su llamada telefónica a Wasmosy en la
madrugada del 23 de abril en la Embajada de Estados Unidos, reanimó y
fortaleció al Mandatario para continuar dirigiendo los destinos de
nuestro país. Localmente, el pueblo paraguayo en general, a excepción
del militar y sus leales, respaldó también sin retaceos la gestión del
jefe de Estado.
La dura prueba a la que sometió al país el entonces
comandante del Ejército sacó a luz que ninguna nación democrática está
sola en la actualidad. Es decir, cualquier intento de quebrar la vida
democrática encontrará una valla infranqueable y, lo que es peor, sus
propiciadores tendrán los días contados en el caso de que logren
eventualmente sus propósitos.
No sin fundamento, el canciller argentino Guido di
Tella dijo que "hace 20 años, opinar sobre la democracia de otro país
era considerado interferencia en los asuntos internos. Ahora, los países
no solo creemos que tenemos el derecho, sino que tenemos la obligación
de intervenir cuando están en peligro la democracia o los derechos
humanos". Esta reflexión formuló en Washington, Estados Unidos, durante
una visita a principios de mayo del 96.
Así entendieron los demás gobiernos que,
presurosos, respaldaron al Presidente paraguayo. Jefes de Estado y de
gobierno, cancilleres y organismos internacionales demostraron que el
autoritarismo ya pasó a la historia y que ahora se impone la solidaria
defensa de la democracia, porque es entendida como la mejor forma de
convivencia entre los pueblos civilizados.
Fue así que el MERCOSUR lanzó un definido mensaje
al mundo de que no solo es una asociación comercial, sino que sus
proyecciones van, mucho más allá del marco económico que inspiró su
creación. Tanto es así que, a raíz de los sucesos acaecidos, los
presidentes Carlos Menem y Fernando Henrique Cardoso, de Argentina y
Brasil, respectivamente, coincidieron, ni bien pasó el alzamiento de
Oviedo, en la necesidad imperiosa de incluir una nueva cláusula en el
Tratado de Asunción, instrumento que precisamente dio vigencia a dicho
organismo subregional integrado inicialmente, además, por Paraguay y
Uruguay.
Es así que los presidentes del MERCOSUR se
propusieron la incorporación de dicha cláusula que, en adelante, exigirá
que los socios sean países con gobiernos democráticos. Es decir, no se
permitirá la presencia en el bloque de una nación antidemocrática, y en
el caso de que aparecieran serán "extirpadas", sin contemplación, de su
seno. En otras palabras, los gobiernos no democráticos no tendrán cabida
en la organización.
Precisamente, este será uno de los puntos
fundamentales a ser tratados durante el próximo encuentro que
sostendrán, a mediados de año, en Buenos Aires, los mandatarios de los
cuatro países.
La comunidad nacional e internacional sigue y
seguirá manteniendo viva en su memoria el duro golpe asestado por Oviedo
al pueblo paraguayo; y les será muy difícil olvidarlo. Evidentemente,
se trata de una oscura página en nuestra historia. Es por ello que la
comunidad nacional exige que sus autores, cómplices y encubridores sean
juzgados. Tarde o temprano tendrán que rendir cuentas porque, con
seguridad, vendrá el inapelable veredicto de la conciencia ciudadana.
EL "INJERENCISMO DEMOCRÁTICO"
El Dr. José Luis Simón, analista político, sostuvo
que con la desobediencia de Lino Oviedo al presidente Wasmosy quedó
demostrado que los autoritarios, los totalitarios, ya no tienen futuro.
Dijo que pueden incluso derrocar eventualmente a un presidente
democrático para instalar "un gobierno títere", pero deben tener la
seguridad de que estarán condenados al fracaso en el corto o mediano
plazo. Resaltó que con la experiencia paraguaya se develó una nueva
manera de relacionamiento internacional, a la que definió como el
"injerencismo democrático".
"A lo mejor pueden llegar a derrocar a un
presidente democrático, pueden tomar el poder, pero van a durar muy poco
tiempo", aseguró Simón al referirse a los que por medios violentos
quieran desalojar a un gobierno constitucional. Sobre el caso específico
de Oviedo, afirmó que su alzamiento y eventual éxito podría haber
significado mucho daño para el Paraguay porque, lógicamente, una
situación de inestabilidad política afecta a todas las relaciones
internacionales, a la política, a la economía, y a un montón de
aspectos.
Comentó que hoy día tenemos en América Latina una
nueva modalidad en donde todas las democracias tienen que preocuparse
precisamente por la defensa de sus instituciones. Aclaro que actualmente
existe todo un basamento jurídico dentro de la Organización de los
Estados Americanos (OEA), a través de la resolución 1.080 de la Asamblea
General que se reunió en Santiago de Chile en 1991. Aclaró que, en
virtud de esta disposición, ningún país no democrático puede formar
parte de la organización continental. "No se puede estar dentro de la
OEA si no hay legitimidad, ni legalidad democrática".
Recordó que durante la época de las dictaduras, los
regímenes autoritarios, totalitarios, utilizaban el famoso argumento de
la "autodeterminación, de la soberanía" para someter a los ciudadanos a
modelos políticos opresivos.
Al aludir nuevamente a Oviedo, comentó que, en
dicha ocasión, los gobiernos amigos intervinieron no para decirnos lo
que teníamos que hacer, ya que no vinieron a imponernos la democracia,
sino que intervinieron para neutralizar la fuerza de la prepotencia, del
autoritarismo. "Vinieron a neutralizar todo vestigio del pasado porque
ya los propios ciudadanos paraguayos estábamos defendiendo nuestras
instituciones democráticas".
Indicó que un supuesto éxito de Oviedo hubiera sido
nada más que momentánea. Al tomar el poder tras un golpe de Estado, la
sociedad internacional no le iba a reconocer jamás. Afirmó que esto "es
muy positivo" y significa "un cambio profundo en las relaciones, en el
derecho internacional".
Al mencionar al MERCOSUR recordó que es un proceso
de integración. Acotó que este organismo subregional no tiene aún lo que
se llama una Cláusula Democrática, pues el Tratado de Asunción no
previó, a pesar de que la democracia está en los antecedentes directos
del ente.
Precisó que, a través de dicha cláusula
democrática, ningún gobierno antidemocrático podrá formar parte del
MERCOSUR, por lo que esta entidad representará un reaseguro para la
democracia.
CRISIS PARAGUAYA MOTIVÓ A GOBIERNOS VECINOS
A propósito, a partir de la crisis militar
registrada el 22 de abril, gobiernos vecinos como los de Argentina y
Brasil comenzaron a coordinar sus acciones a fin de acordar la inclusión
de dicha Cláusula Democrática en el Tratado de Asunción. Esta
posibilidad se volvio a exteriorizar durante la visita de agradecimiento
que Wasmosy realizó a mediados de mayo a sus colegas Fernando Henrique
Cardoso, Carlos Menem y Julio María Sanguinetti. Fue durante una gira
relámpago del gobernante compatriota para expresar su reconocimiento a
sus demás colegas por el apoyo recibido durante la crisis militar.
Durante la estada del Mandatario paraguayo en
Brasilia se supo que en más de una ocasión el Gobierno brasileño envió
misiones militares junto a Oviedo para advertirle acerca de lo riesgoso
de su conducta. Según informaciones recogidas en Itamaraty, Brasil
estuvo, desde un tiempo atrás, muy preocupado por las permanentes
actitudes amenazantes de Oviedo a las instituciones democráticas. Las
versiones indican que vinieron hasta misiones militares, a través del
Ministerio del Ejército, a fin de sosegar el afán hegemónico del ahora
retirado general de Caballería. Brasil protagonizó, junto a los demás
gobiernos del MERCOSUR, una efectiva actuación. A más de la
participación de su embajador, Marcio D'Oliveira, estuvo en Asunción el
viceministro de Relaciones Exteriores, Sebastián Do Rego Barros, quien
arribó el martes 23 a la tarde, coincidentemente con los cancilleres de
la Argentina, Guido Di Tella, y de la República Oriental del Uruguay,
Álvaro Ramos.
Informaciones difundidas desde la capital
norteamericana indicaron que el propio Bill Clinton hizo llegar sus
expresiones de complacencia al Gobierno del Brasil por su cooperación
para superar el intento golpista en Paraguay. Representantes de los
demás gobiernos latinoamericanos y de la Unión Europea respaldaron
también plenamente a Wasmosy ante la amenaza del general Oviedo.
AGRADECIMIENTO DE WASMOSY A LA OEA
En agradecimiento por la intervención de la OEA en
favor del Gobierno paraguayo durante la crisis, el presidente Wasmosy
envió una misiva a dicho organismo continental en la persona de su
secretario general, César Gaviria. Remarcó el Mandatario la importancia
de la solidaridad demostrada cuando Oviedo se alzó contra el Comandante
en Jefe. En su carta, el Presidente puntualizó que la fuerza moral es de
mayor poderío incluso que la de las armas.
El documento fue enviado al Consejo Permanente
-cuyo presidente es el embajador de Panamá Lawrence Chewning Fabrega-
por "la tan acertada y decisiva actuación" que le correspondió.
PAÍS NO DEMOCRÁTICO ES UN ENFERMO QUE PUEDE CONTAGIAR SU MAL
Para el ex canciller paraguayo Alberto Nogués
cambiaron los tiempos y, en la actualidad, ya no se puede hablar de
"asuntos internos" de un Estado en forma absoluta, como se invocaba
antes.
Ahora hay una interrelación muy fluida entre las
naciones y tanto es así que la democracia "es una filosofía política que
interesa a todos los gobiernos". "A la fecha, un país con gobierno no
democrático es considerado un país enfermó y, por lo tanto, hay que
aislarlo para no contagiar a los demás".
Al resaltar la solidaridad expresada por los
gobiernos amigos y organismos internacionales hacia nuestro país, Nogués
explicó que el desarrollo de los pueblos debe ponerse a tono con el
mundo y que en este orden debe ubicarse a la democracia.
Según el ex ministro de Relaciones Exteriores, la
democracia ya no es un asunto interno de un Estado, sino una forma de
vida que interesa a todos los gobiernos. Refiriéndose al respaldo de la
comunidad internacional, agregó que "dé ninguna manera fue una
intervención, sino una expresión de voluntad y, por supuesto, una firme
manifestación de apoyo a un gobierno surgido de la voluntad popular. Los
tiempos modernos exigen superar ese antiguo concepto de asuntos
internos de otros estados" concluyó.
LA JUVENTUD PARAGUAYA
Posiblemente si los jóvenes no tuvieran la energía
suficiente para resistir el mal tiempo de la noche del martes y toda la
madrugada del miércoles, el desenlace de la crisis hubiera sido otro.
La figura de Oviedo generó tanta resistencia de la
ciudadanía que podría decirse que desde el golpe de Estado de 1989, la
sociedad paraguaya no ha encontrado un "enemigo común" como este. Oviedo
produjo el milagro de la casi unanimidad en su contra de una ciudadanía
políticamente heterogénea, que no encontró aún la forma de implementar
un proyecto alternativo al autoritarismo.
Con la crisis militar de abril de 1996 emergió en
Paraguay un protagonista que estaba ausente en las lides políticas: la
juventud.
A pesar de ser un país con población eminentemente
joven, Paraguay tiene un bajo nivel de participación de la juventud. El
único caso de éxito electoral que se puede atribuir al electorado
juvenil es el triunfo del candidato independiente para la Intendencia
Municipal de Asunción, en el año 1991.
Desde entonces, los jóvenes volvieron a los asuntos
triviales. Ni siquiera los centros estudiantiles tuvieron el
protagonismo de otras épocas en la transición y, en la práctica, la
universidad y el colegio secundario se limitaron a fabricar títulos y
diplomas en vez de producir líderes.
La resistencia ciudadana fue uno de los factores
decisivos para que el levantamiento de Lino Oviedo contra la
institucionalidad de la República se derrumbara.
Resistencia ciudadana y anillo efectivo de
solidaridad internacional fueron la clave del fracaso de una aventura
golpista y los factores de triunfo del ordenamiento constitucional del
Paraguay.
No se puede atribuir a nadie en particular la
organización de las manifestaciones de resistencia y protesta, que por
momentos se convirtieron en jornadas de apoyo al Presidente de la
República, a la civilidad y a la continuidad del proceso democrático.
Las manifestaciones populares tuvieron las siguientes etapas:
1. Manifestación, frente al Parlamento, de repudio
al levantamiento de Oviedo en contra de la orden del Comandante en Jefe,
luego de conocerse el comunicado de la Embajada de los Estados Unidos
de América.
2. Manifestación frente a Mburuvicha Róga en horas
de la noche, luego de conocerse la decisión del presidente Juan Carlos
Wasmosy de relevar del cargo al comandante del Ejército y del
nombramiento en su reemplazo del general Díaz Delmás.
3. La manifestación frente al Parlamento fue
creciendo luego de trascender la intención de Oviedo de atacar la
residencia presidencial y de que pensaba permanecer en el cuartel hasta
tanto el Presidente no reviera su decisión.
4. Manifestación, frente al Palacio de Gobierno, de
apoyo al Presidente de la República por haber tomado la decisión de
relevar del cargo al comandante del Ejército y de mantenerse en su
postura.
5. Manifestación, frente al Congreso, en señal de
protesta por el anuncio del Presidente de la República de que Oviedo se
avino a entregar el cargo de comandante del Ejército y de aceptar su
pase a retiro a cambio de ser nombrado ministro de Defensa Nacional.
6. Manifestación, frente al Palacio de Gobierno, de
protesta por la inminente asunción del general Oviedo al cargo de
ministro de Defensa Nacional.
7. Manifestación y marcha, desde el Palacio de
Gobierno hasta el Congreso, de aprobación por la decisión del Presidente
de la República de no designar al general Oviedo como ministro de
Defensa Nacional.
Este permanente activismo ciudadano sirvió al
propio Presidente de la República como argumento para cambiar de actitud
con respecto al titular del Ministerio de Defensa Nacional. "He
decidido escuchar la voz del pueblo...", dijo Wasmosy y de esa forma se
parapetó en una valla infranqueable, aunque aclaró que no siempre es
posible ceder a la presión en cumplimiento de sus atribuciones.
Lo valioso de la concentración ciudadana durante
los cuatro días de la crisis es, sin duda alguna, el rescate de un
protagonista que estaba apagado y confundido en el complejo teje y
maneje de la transición: la juventud.
Los jóvenes encontraron un nuevo espacio y
empuñaron la herramienta de la participación para acoplarse a la
compleja tarea política de construir el bien común.
CAPÍTULO VI
SECUELAS DE LA CAÍDA
CONSECUENCIAS
El pase a retiro de Oviedo tuvo sus consecuencias
inmediatas que fueron sentidas por la población en general, y el
malestar que dejó él hecho en un sector de las FF.AA. no pudo ser
despejado rápidamente por Wasmosy, porque el ex comandante del Ejército
se esmeró en hacer creer que las determinaciones tomadas por el
presidente Wasmosy, más la presión nacional e internacional, tenían la
intención de perjudicar a la misma Caballería, cuidándose muy bien de
dejar sentada la idea de que no abandonaba la carrera activa por causa
de su conducta personal como oficial del Ejército paraguayo.
El clima de presión que persistía todavía dejaba al
Presidente en la disyuntiva de convivir con aquellos militares que con
su apoyo a Oviedo le eran desleales o correr el riesgo y realizar la
purga requerida en las Fuerzas Armadas. Finalmente, Wasmosy, a últimas
horas de la noche del 6 de mayo, ordenó el relevo en 27 comandancias,
jefaturas, prefecturas y direcciones militares, información que el
diario ABC Color trajo en su portada al día siguiente como primicia, que
tomó de sorpresa a los mismos oficiales que dejaban o asumían cargos.
Las novedades que se notaron en la Orden General
102 del Comando en Jefe fueron la confirmación del general de división
Oscar Rodrigo Díaz Delmás como nuevo comandante del Ejército y el
ascenso del general de brigada Pablo Manuel Idoyaga Viera como jefe del
Estado Mayor Conjunto. Estos dos oficiales generales estuvieron en la
Caballería el 23 de abril, ocasión en que se recordó el Día del Jinete.
Sin embargo, algunos generales oviedistas debieron
dejar sus respectivos cargos y quedar a disposición del Comando en Jefe.
Entre ellos estaban los generales de división José Felicísimo Segovia
Boltes y Héctor Adriano Ocampos Díaz (este, un oficial de la Fuerza
Aérea que no compartió la actitud institucionalista de su arma), y los
generales de brigada Pedro Fernando Torres Martínez, Adolfo Segovia
Ríos, Antonio Dejesús Martínez, Sindulfo Fernando Ruiz Ramírez y Abilio
Giménez Acosta.
Entre los que lograron permanecer en el cuadro
activo y con cargo, además de Díaz Delmas e Idoyaga Vera, están los
generales de división Santiago Zaracho Frúcadez y Augusto Núñez
González, así como los generales de brigada César Concepción Ferreira
Sánchez, Jorge Caballero Silvero, Luis Salomón, Julián Riejo, Cirilo
Velázquez Steger; Hernán Oscar Ortiz Núñez, Eulogio Rodríguez y el
vicealmirante Andrés Legal Basualdo (oficial de la Armada Nacional que
estuvo contra la posición institucional de la Marina).
"Es que no se puede tomar una determinación muy
drástica, las heridas siguen latentes", comentó días después un ministro
del Poder Ejecutivo, defendiendo el proceder del Presidente. Sin
embargo, el mismo ministro de Defensa Nacional, Dr. Hugo Estigarribia
Elizeche, comentó que podrían producirse más cambios y que el objetivo
final es la institucionalización de las Fuerzas Armadas, dejando la
sensación de que antes de concluir el período '96 habrá más
modificaciones dentro de la institución armada.
Con el correr de los días, las heridas descritas
por el secretario de Estado seguían sin ser curadas. En su ánimo de
recomponer la relación entre los oficiales de la Caballería y el
Comandante en jefe, Wasmosy participó el 9 de mayo de un desayuno con la
mayoría de los oficiales generales de la Caballería en el Primer Cuerpo
del Ejército. Los medios de comunicación no ingresaron en la unidad
militar, sin embargo, la Dirección de Informaciones de la Presidencia de
la República proporcionó a los medios escritos las fotos de la reunión,
dónde Wasmosy aparecía rodeado de los generales de la Caballería, y
presentándose oficialmente la visita como un acto normal, casi
protocolar.
Unos días después la prensa tuvo acceso a una
grabación que contenía parte de la arenga de Wasmosy a los oficiales. El
Presidente, según dicha grabación, prometió impunidad a los militares,
diciendo que nadie de ellos será juzgado mientras él esté como
Comandante en Jefe. Para más, se lanzó con graves epítetos contra los
legisladores, a quienes calificó de irresponsables e ineficaces y de
estar obstaculizando la sanción de leyes en el Congreso Nacional. Así,
Wasmosy pasaba nuevamente a convertirse de héroe a villano, para muchos
por el deseo inmenso que tiene de quedar bien con él grueso de los
militares, en este caso, quienes justamente apoyaban la idea de Oviedo
de que el Presidente fuera removido del cargo.
El simple hecho de la entrega, de parte de los
mismos militares, de la grabación de las expresiones del Presidente a la
prensa muestra que todavía hay un foco o grupo desleal al Comandante en
Jefe. En otras palabras, el peligro o una eventualidad de posibles
nuevos quebrantos del proceso institucional no ha sido del todo
aplacado. Es más, algunos oficiales interrogados por los autores de este
libro dijeron que los oviedistas muy bien pudieron haber cambiado de
táctica sobre la marcha para evitar que todos pasaran a retiro. Es
decir, que como vieron que la aventura mesiánica de Oviedo no tendría
éxito, por la presión nacional e internacional, optaron por decidir
entre ellos quiénes serían sindicados como los malos de la película,
manteniendo su lealtad a Oviedo, y quiénes supuestamente se
arrepentirían por el camino, para ganar la indulgencia del Comandante en
Jefe.
Recién el 22 de mayo, el coronel DEM Carlos Alberto
Ovando, titular de la Dirección de Comunicación Social de las Fuerzas
Militares, comunicó oficialmente que el Comandante en Jefe decidió
remover al general de división Santiago Zaracho Frúcadez de la
comandancia del Primer Cuerpo de Ejército. Asumió el cargo el general de
división Evaristo González, hombre de confianza del presidente Wasmosy,
quien se desempeñaba como jefe del Gabinete presidencial. Zaracho, el
día 23 de abril, en el Día del jinete, hizo un discurso alabando a la
Caballería, cuidándose muy bien de no insistir en la figura de Oviedo
como tampoco insinuar algún comentario a favor o en contra del
Comandante en Jefe. Lo cierto es que hasta el momento de la impresión de
este libro continuaban en el cargo otros oviedistas, como Díaz Delmás e
Idoyaga Viera. El primero, en la comandancia del Ejército, y el segundo
en la jefatura del Estado Mayor Conjunto. Otros fueron mantenidos en el
cargo o solo relevados, hechos que invitan a pensar sobre la táctica de
última hora decidida por los oviedistas para no perder definitivamente
el espacio dentro de la organización militar. Es una hipótesis que solo
el tiempo podrá aclarar.
La otra consecuencia directa del retiro de Oviedo
fue que este general (SR), sin otra alternativa en la mano, optó por
crear su propio movimiento partidario, UNACE (Unidad Nacional de
Colorados Éticos), con lo cual se desprendió de su eterno brazo
político, Blas N. Riquelme, quien se ha quedado con el grupo denominado
Coloradismo Democrático (CODEM).
EMBAJADOR BRASILEÑO CONFIRMA PRESIONES DE OVIEDO
PARA OBTENER RENUNCIA DE WASMOSY Y SEIFART
Un mes después de los acontecimientos que
conmovieron a la ciudadanía, el embajador brasileño en el Paraguay,
Marcio D'Oliveira Días, concedió una entrevista al diario ABC Color, en
la que aclaraba no recordar si la propuesta de ofrecer el Ministerio de
Defensa Nacional al general Lino Oviedo partió de alguno de los
embajadores que acompañaron al presidente Wasmosy en la vigilia de los
días 22 y 23 de abril del año en curso. Sin embargo, por primera vez, en
forma oficial, el diplomático confirmaba que el rebelde militar
presionó al Mandatario para presentar su renuncia juntamente con la del
vicepresidente de la República, Ángel Roberto Seifart.
El embajador destacó que no recordaba de quién fue
la idea de ofrecer el Ministerio de Defensa a Oviedo, pero indicó que la
misma no partió de ningún diplomático extranjero.
Resaltó que el ofrecimiento planteado fue del
agrado de los embajadores que acompañaron permanentemente al presidente
Wasmosy durante los días de crisis.
Tanto para el titular del Ejecutivo como para los
embajadores era esencial y preciso ganar tiempo y lograr que no se
produjeran enfrentamientos entre las fuerzas leales al militar y al
Comandante en jefe.
Marcio D'Oliveira Dias remarcó que la oferta de un
ministerio era importante porque, en los términos de la Constitución, la
aceptación de la propuesta implicaba el pase a retiro del militar.
Significó que dicha medida sí era vital, "pues al
dejar Oviedo el Comando del Ejército, enseguida desaparecería el apoyo
militar con que podría contar".
"En resumen -dijo-, fue como una traqueotomía en
alguien que se está sofocando. Era esencial en ese momento abrirle la
tráquea, sea como sea, para permitirle respirar".
Seguidamente, el diplomático comentó que, después
del pase a retiro, "se cuida de completar la cirugía de forma más
prolija", con lo que confirmaba las versiones de que la suerte del
militar rebelde estaba echada de antemano y que su destino era el relevo
de su cargo y el pase a retiro en forma definitiva de las FF.AA.
APOYO DE PAÍSES DEL MERCOSUR Y ESTADOS UNIDOS FUE DECISIVO
El diplomático también confirmó que para la
solución del impasse fue importante la acción de la clase política y,
más que todo, de la sociedad paraguaya.
"Sin duda, el apoyo objetivo e inmediato de los
países amigos, notadamente los de MERCOSUR y los Estados Unidos, cuyos
representantes prestaron en todo momento al Gobierno constitucional su
irrestricta solidaridad, fue decisivo", agregó al destacar la
participación que tuvieron los representantes diplomáticos de Argentina,
Brasil, Uruguay y EE.UU.
Marcio D’Oliveira Días reconoció que acompañó a
Wasmosy "un buen número de horas", pero aclaró que no durante toda la
crisis. Refirió que en esos momentos quedó impresionado por la serenidad
del Presidente y su infaltable determinación de no permitir el
derramamiento de sangre.
Alabó la gestión del Dr. Domingo Laíno, la que
calificó de discreta y objetiva. Indicó que la misión del político
opositor fue intentar ganar tiempo para permitir la movilización de las
fuerzas democráticas de la ciudadanía y la ampliación del apoyo de los
países amigos de Paraguay.
INTENTO DE "GOLPE BLANCO" DE OVIEDO
El embajador del Brasil comentó también que Laíno
se mostró preocupado por el desarrollo de los acontecimientos y que en
la mañana del 23 de abril, alrededor de las 06:30, le buscó para conocer
la evolución de los hechos.
"Al saber del intento de golpe blanco (renuncia del
presidente Wasmosy y del vicepresidente Seifart), tomo la iniciativa de
proponer al Congreso la aprobación de un documento oficial por el cual
se disponía a no examinar ningún pedido de renuncia en aquel momento, ya
que sería claramente forzada", reveló el diplomático confirmando de
este modo que Oviedo presionó para obtener la renuncia del titular del
Ejecutivo y su compañero de gabinete.
Casi un mes después del intento de golpe del
general de Caballería, el embajador brasileño ratificó oficialmente las
verdaderas intenciones del caudillo militar que puso en jaque por tres
días al proceso democrático del país.
Marcio D'Oliveira Días terminó la entrevista
resaltando la labor de la clase política, de los militares
institucionalistas que cumplieron su rol, de la juventud del país y del
espíritu demostrado por toda la ciudadanía para defender la democracia
en el Paraguay.
INTERESES COMERCIALES
Otra secuela del retiro de Oviedo fue la
declaración del doctor Francisco Appleyard ante la Comisión Bicameral de
Investigación (CBI). Fue en la tarde del 21 de mayo, cuando el asesor
legal del ex comandante del Ejército afirmó que Lino Oviedo fue relevado
de su cargo por "intereses comerciales del presidente Wasmosy", la
lucha interna colorada y sus reiteradas denuncias de corrupción en la
administración púdica, como IPS, INC, Puertos, entre otras entidades.
Reveló algunos aspectos de la crisis militar, como la destrucción de un
avión T33 de la Fuerza Aérea en la estancia particular del titular del
Ejecutivo.
Appleyard es un ex juez y hombre de entera
confianza de Oviedo. Fue el primero en presentarse ante la Comisión
Bicameral de Investigación para dar su versión respecto a la intentona
golpista del ex comandad del ejército en la última semana de abril
pasado. El mismo, en un relato de casi cuatro horas (3:50 horas),
aseguró que el anuncio de un posible golpe de Estado, que puso en
zozobra a la población en la noche del 22 y 23 de abril pasado, fue
producto de una "sicosis" del titular del Ejecutivo.
Compareció en compañía de varios abogados y
senadores oviedistas e intentó presentar al ex comandante del Ejército
como víctima de los intereses comerciales de Wasmosy, y que la principal
causa de su alejamiento de la carrera activa fue su lucha contra la
corrupción. Aseguró con insistencia que Oviedo no estaba amotinado y que
el ambiente de tranquilidad que se vivía en la Caballería, como
calificó ante la CBI, era como de Navidad".
Appleyard volvió a relatar lo que había dicho a la
prensa respecto de una grabación de la reunión del jueves 25 de abril en
el salón auditorio del Comando en jefe, oportunidad en que el Primer
Mandatario, ante la presencia de toda la cúpula militar, explicó los
motivos por los que resolvió pasar a retiro a Oviedo.
Según la versión del ex magistrado judicial,
Wasmosy dijo que lo relevó a Oviedo porque este le traicionó al
influenciar en unos senadores para no apoyar la aprobación del proyecto
de la construcción de un nuevo puente internacional sobre el río Paraná a
la altura de Pdte. Franco y el cobro de peaje sobre el Puente de la
Amistad.
Appleyard aclaró que él no tiene la grabación de
esa reunión, pero que Oviedo la tendría y que la daría a conocer a la
Bicameral.
El ex juez luego hizo una larga exposición en que
relató los casos de corrupción de los que Oviedo se había enterado e
investigado, y de los cuales informó a Wasmosy, solicitando al
Mandatario que tomara las medidas adecuadas para que su gobierno no
cayera por las escandalosas ilegalidades. Appleyard habló de
recaudaciones irregulares con depósitos de dinero del IPS en que
aparecen involucrados el cuñado del Presidente de la República, Ricardo
Carrasco; el banquero procesado Miguel Kemper, Fermín de Alarcón, entre
otros.
Relató también casos de corrupción en Puertos, que
consisten, según la versión, en construcciones innecesarias y la
utilización de empresas dragadoras de José Espínola Manzoni, director de
Privatizaciones, pese a que la entidad portuaria cuenta con suficiente
equipamiento. Manzoni, en este caso, se defendió en una reunión de la
alta cúpula política, diciendo que las diferencias en dinero las daba al
titular de Puertos y ex presidente de la Junta de Gobierno del Partido
Colorado, Eugenio Sanabria Cantero, y al mismo vicepresidente de la
República, doctor Ángel Roberto Seifart, de acuerdo con la exposición
que brindó a la CBI.
En el tema de las internas coloradas, que es otra
de las supuestas causas que motivaron el retiro de Oviedo, Appleyard
comentó pormenorizadamente cómo el presidente Wasmosy, con el argumento
de que con el triunfo de Argaña iba a volver el stronismo, intentó
manipular personalmente a los miembros colorados del Tribunal Electoral
de la Capital Eduardo Giménez Rabito y Andrés Bogado Romero.
Appleyard habló, por otra parte, del pedido de
"licencia temporal" a su cargo de Presidente de la República y de
Comandante del Ejército que Wasmosy envió a Oviedo en la Caballería en
la noche del 22 y 23 de abril último. Reveló que los portadores de dicho
pedido fueron el titular del Congreso, Rafael M. Casabianca y Hugo
Aranda, y que el ex comandante del Ejército lo buscó a Seifart para que
él asumiera la conducción del país.
Appleyard, en todo su relato, se cuidó en hacer
entender que Oviedo no estaba insurrecto, y puntualizó que la mejor
prueba de ello es que entregó su cargo durante un acto solemne el 24 de
abril, presidido por Wasmosy y avalado por el secretario general de la
OEA, César Gaviria, y varios embajadores. Finalmente, dijo que cualquier
militar insurrecto termina en la cárcel, o se escapa, y no como su
líder, que pasó a retiro con todas los requisitos formales.
Fue evidente que la declaración de Appleyard buscó
justificar y defender a su "líder" y "patrón", en este caso Lino Oviedo,
y, por el contenido de la misma, ha sido incluida en este trabajo
minutos antes de su impresión.
Ahora, Oviedo está en la arena política, dentro del
marco de la ley, pero tiene encima un juicio en la justicia ordínaria y
otro dentro del estamento castrense que impulsa la Suprema Corte de
Justicia Militar. Ambos deberán dictar sentencia sobre su posible acto
de sedición por su insubordinación contra el Comandante en Jefe. Un
desafío que le espera a las dos instancias, cuyas resoluciones podrían
servir para embretar el rumbo de la República del Paraguay hacia un
verdadero estado de derecho.
Lo categórica es que el 22 de abril se gestó el
ocaso del Jinete, en este caso del ahora retirado general de división
Lino César Oviedo, oficial de la Caballería.
CONCLUSIÓN
Por las reacciones populares de apoyo a la
institucionalidad, se puede concluir que el relevo y el posterior pase a
retiro del general Oviedo constituían un deseo largamente acariciado
por la ciudadanía. Sin embargo, no puede decirse que con este hecho se
haya consolidado la naciente democracia y menos aun que se tenga por
decretada la defunción del militarismo en el Paraguay.
La estructura de las Fuerzas Armadas permite el
surgimiento de otros Oviedos en el futuro, ya que lo ocurrido fue
sencillamente el marginamiento de un caudillo más en la larga historia
del Paraguay.
Si los líderes civiles y los jefes militares con
formación democrática no encaran con urgencia el rediseñamiento de una
organización militar acorde a las necesidades reales de la nación y al
nuevo orden internacional, Paraguay seguirá soportando por años y
décadas los sobresaltos de un poder de facto en constante competencia
con el poder civil surgido de las contiendas electorales, que, aunque
bien o mal llevadas, son el producto del consenso y de la observancia
del ordenamiento jurídico del país.
De cualquier manera, el ocaso de Oviedo significa,
sin duda alguna, un duro revés a la mentalidad golpista que aún existe
en las instituciones castrenses de América Latina; un retroceso para los
retardatarios y un suspiro de tranquilidad, por lo menos momentáneo,
para quienes están convencidos de que los votos deciden y las botas
acatan.
CAPÍTULO VII
ANEXOS
ENTREVISTA CON EL EMBAJADOR DE LA REPÚBLICA ARGENTINA SR. NÉSTOR ENRIQUE AHUAD
"Si el Gral. Oviedo llega a ser presidente de la
República del Paraguay en 1998, será porque los paraguayos quieren.
Escuché decir a algunos oviedistas que perdieron un general, pero
ganaron un demócrata... Ojalá. El régimen democrático permite que muchos
antidemocráticos se vuelvan democráticos por obra del voto popular".
Estas reflexiones pertenecen al embajador argentino Néstor Enrique
Ahuad, quien durante una conversación reveló pormenores de la crisis
militar encabezada por Lino Oviedo. Dijo que el citado militar se
propuso una misión suicida al querer interrumpir el proceso democrático
porque sabía perfectamente lo que le esperaba, en caso de consumar su
objetivo.
-Usted fue uno de los embajadores que acompañaron
muy de cerca a Wasmosy durante la reciente crisis militar. ¿Fue una
iniciativa suya, un pedido del Presidente, o recibió una misión de su
gobierno?
- Mi actuación fue en nombre de la República
Argentina y obedeció a una orden del presidente Carlos Menem, quien
pidió defender a toda costa el proceso democrático y constitucional del
Paraguay. Y creo que lo mismo ocurrió con los otros embajadores. Sin
interferir ni entorpecer la tarea del Gobierno ni del pueblo paraguayo
en la resolución de su propia crisis, y sin intervenir en los asuntos
internos, le hicimos saber a Wasmosy que en esta situación Paraguay no
estaba solo.
- ¿Cuándo y cómo se enteró de la crisis militar?
- Yo recibí un informe del Gobierno paraguayo y
comuniqué inmediatamente al mío. Eran las 14:00, más o menos, del lunes
22. Recibí instrucciones de Menem, para contribuir de alguna manera en
la defensa del proceso. Mi presidente se puso luego en contacto
telefónico con Wasmosy y desde allí ya estuvieron en permanente
comunicación.
- ¿Una vez enterado, se comunicó directamente con Wasmosy?
- Previamente vino a la Embajada un emisario de
Wasmosy para relatarme lo que estaba ocurriendo. Después me reuní con el
embajador estadounidense, Robert Service, y el del Brasil, Marcio
D'Oliveira. No pude hablar con el de Uruguay, Federico Bouzá, porque
estaba esa tarde en Ciudad del Este.
- ¿Fueron luego a Mburuvicha Roga?
- Sí. Estuvimos allí con Wasmosy. Nos informó lo
que estaba sucediendo y, desde nuestra responsabilidad, estuvimos a su
lado tratando de buscar una solución.
- Fueron también a la Caballería esa tarde. ¿Lo hicieron a pedido de Wasmosy o de sus gobiernos respectivos?
- Fuimos con los embajadores Service y D'Oliveira,
pero nos informaron en la Caballería que Oviedo no estaba allí. Fuimos
por instrucción de nuestros gobiernos. Wasmosy no nos pidió
absolutamente nada.
- Qué iban a decir a Oviedo si le encontraban?
- Hacerle conocer el pensamiento de los gobiernos
de Argentina, del Brasil, de los EE.UU. y el de la OEA con respecto a lo
que sería una posibilidad de que hubiere en el Paraguay alguna salida
no democrática a la crisis interna. Oviedo fue incluso un amigo de las
FF.AA. de la Argentina, del Brasil. Tenga en cuenta que el sábado
anterior a la crisis fue condecorado por las FF.AA. del Brasil y unos
tres meses antes por el Ejército argentino. En base a esto quisimos
hablar con él para explicarle que cualquier situación que soslaye los
mecanismos institucionales no iba a tener buen resultado desde el punto
de vista internacional. Cualquier ruptura del orden institucional iba a
generar un aislamiento, una censura de la OEA, un rechazo de la
comunidad internacional, con lo cual se haría inviable cualquier
proyecto que no tenga como base la expresión popular.
- ¿Usted creyó que Oviedo no estaba o simplemente no los quiso recibir?
- Yo estaba seguro de que él se encontraba en su cuartel y que no nos quiso recibir.
- ¿Esa actitud qué representa para un diplomático?
- Nosotros analizamos y dijimos que fue una táctica
de Oviedo, dictada por la circunstancia. No tenía mayores argumentos
valederos y él estaba consciente de eso. No fue un desprecio, ni falta
de consideración hacia nuestros países. El estaba seguramente un poco
aturdido también por la derivación que estaban teniendo las cosas,
desfavorables lógicamente para sus pretensiones. A lo mejor pensó que
iba a tener apoyo en la ciudadanía.
- ¿Luego volvieron Mburuvicha Roga?
- Exacto. Estuvimos allí reunidos. Le comentamos a Wasmosy que fuimos y lo infructuosa de nuestra misión.
- ¿Cómo recibieron los embajadores la propuesta de Wasmosy de nombrar ministro, de Defensa a un militar sedicioso?
- Yo escuché esa versión en el despacho
presidencial del Palacio, al día siguiente, el martes a la mañana,
cuando se estaba negociando una salida a la crisis.
- ¿Tal ofrecimiento fue una idea de Wasmosy o una sugerencia de algún embajador?
- Supongo que surgió del equipo que trabajaba con
el Presidente en su círculo más íntimo. Yo no participé en nada. Fueron
algunos amigos suyos cuyos nombres no tengo presentes.
- ¿Quién fue el emisario de Wasmosy que el lunes a
la siesta llegó junto a usted para informarle de la situación?
- Yo no quiero decir el nombre, pero es una persona
muy allegada al Presidente, que está todos los días con él. Estuvo acá
donde estamos nosotros, en mi despacho.
- ¿Es un civil?
- Por favor. No quiero decir el nombre. (Se ríe).
No es que sea un secreto de Estado, sino me parece que corresponde al
Presidente individualizarlo, en todo caso.
- ¿Usted, personalmente, cómo recibió el ofrecimiento de una cartera a Oviedo tras su alzamiento?
- Mire, yo puedo opinar muy poco debido a mi
condición de extranjero, pero mi razonamiento fue que Paraguay buscaba
la salida a su crisis como los paraguayos creen que mejor deben
resolverla, sin abrir juicio de si estaba bien o mal. Sin embargo, en mi
país, por ejemplo, en el caso de que haya un general sedicioso hoy por
hoy, a esta altura de nuestra democracia, esto sería visto muy mal como
en cualquier otro país que se precie de democrática
- ¿Oviedo incurrió o no en un acto de sedición?
- Eso tiene que decidir la justicia paraguaya. Yo
no puedo abrir juicio, pero, normalmente, en una democracia ya bien
fundada, con todos los mecanismos funcionando, con un Poder judicial
independiente, solucionar una crisis dándole un ministerio a quien se
resistió de alguna manera a una decisión presidencial sería bastante
anómala. Para la comunidad internacional sería una cosa exótica que, un
rebelde sea ministro. Sería por lo menos no común, no corriente. Por
otro lado, habría que tener en cuenta que Paraguay es un país que
empieza con una democracia todavía endeble, primaria, que recién está
dando sus primeros pasos. Por lo tanto, tambaleante, bamboleante, en
cierto aspecto casi sonámbula. Pero premiar a un rebelde no es justo.
- ¿Estaba usted en Mburuvicha Róga cuando Wasmosy
recibió la amenaza de Oviedo de bombardear la residencia? ¿Usted creyó
en aquella amenaza?
- Había gente que estaba convencida de que iba a
ocurrir esto. Yo no creí tanto, pero no tenía tampoco elementos
suficientes como para decir que iba a ocurrir o no. Simplemente tuve una
sensación interior de que no pasaría nada de eso y felizmente así fue.
- ¿Qué dijo Wasmosy cuando recibió ese mensaje? ¿Por qué vía recibió?
- No sé si fue a través de una llamada telefónica o
no, pero me enteré de tal amenaza. Wasmosy estaba necesitando apoyo.
Nuestra presencia, desde el punto de vista personal y humano, la recibió
con mucha emoción. Eso lo reconfortó y lo ayudó porque en algún momento
él manifestó que nuestra compañía lo ayudaba como persona para sacar a
flote la situación. Ciertamente él estaba muy preocupado porque ningún
gobernante tiene experiencias para resolver este tipo de problemas en
que estaba en peligro la vida de muchos paraguayos.
- ¿Estaba nervioso el Presidente?
- Todos los estados de ánimo pasaron por su cabeza.
Imagínese que esté pensando que puedan morir inocentes, que pueda
interrumpirse el proceso constitucional de su patria. Por momentos
estaba muy preocupado, nervioso y, por ahí también, decaído por las
diferentes noticias que llegaban.
- ¿Fumaba mucho su habano?
- No lo vi fumando mucho esa noche.
- ¿Se dijo que, en algún momento, Wasmosy pidió a
sus acompañantes salir de Mburuvicha Róga, para evitar la muerte de
inocentes? ¿Fue así?
- Cuando yo estaba allí no escuché nada de eso. Son
detalles. Lo importante es que el Presidente paraguayo es un presidente
constitucional y que así lo entendemos en el MERCOSUR y la comunidad
internacional. El es el representante de la democracia en el Paraguay y
la democracia se corporiza en su persona en este país.
- ¿De cualquier manera, y ahora que todo pasó, la crisis dejó algún mensaje para los militares?
- Sin ser el primer antecedente, este fue muy buen
antecedente para la reafirmación de la democracia. En Haití pasó algo
similar, como también en otros lugares, pero acá en el Paraguay, que es
el corazón del MERCOSUR, la democracia no se interrumpió por diversos
factores. ¿Qué significa esto? Que el MERCOSUR no es solo una cuestión
económica entre cuatro países para ver quién gana más, sino que también
conlleva una solidaridad. Y a partir de este bloque, aparecieron los
EE.UU., la Comunidad Europea, la OEA y todo el globo apoyó el proceso
democrático.
- ¿Usted cree que Oviedo desconocía todos estos factores?
- Yo creo que una persona que tuvo una trayectoria
fundamental en un país, y que tiene una historia personal, no puede
desconocer esta situación. Oviedo tuvo una charla con Guido Di Tella y
le dijo a mi canciller que le transmita a Menem que no iba a desconocer
todo lo que significa el MERCOSUR. Oviedo sabía perfectamente cuál era
la situación y las consecuencias que podrían aparejar.
- ¿Es un suicida?
- Acá ni en ningún lugar del MERCOSUR durará más de
90 días ningún gobierno no democrático. Vendrá de nuevo el aislamiento
internacional y verdaderamente fue una misión suicida la que se propuso.
MERCOSUR va a incorporar una cláusula que hará indispensable que los
integrantes tengan gobierno democrático. De hecho existe, pero ahora se
convertirá en una norma escrita.
- ¿Cuál fue la causa real que motivó la decisión de
Wasmosy de pasar a retiro a Oviedo? ¿El Presidente no le comentó en
algún momento?
- Yo desconozco. Lo único que nos comentó el
Presidente fue que él necesitaba hacer este cambio para poder gobernar
con más tranquilidad y con más soltura porque tenía una especie de
contrapeso entre las actitudes de Oviedo y su tranquilidad para manejar
el gobierno. Por lo tanto, el comandante en jefe decidió separar a un
subalterno y me parece que, desde el punto de vista de los mecanismos de
la democracia, fue una decisión impecable porque para eso es el
comandante en jefe de las FF.AA. Es el presidente elegido por los
paraguayos.
- Ahora que el militar sublevado se lanzó a la
política partidaria, ¿cómo vería la comunidad internacional su eventual
acceso a la presidencia de la República en 1998?
- El pueblo es soberano. Lógicamente, para ser
presidente, Oviedo tendrá que, previamente, obtener el respaldo popular,
en cuyo caso la comunidad internacional no podrá decir absolutamente
nada. Estamos hablando de elecciones libres y limpias. Sea Oviedo o
quien fuese el candidato, si gana en las urnas, no habrá reparos. Son
los paraguayos los que van a elegir para su presidente y lo tendrán que
elegir por el voto. Nosotros no tenemos nada que ver. Ahora, si accede a
la presidencia por medios violentos, bueno, allí tendremos protagonismo
porque Paraguay será aislado internacionalmente, en el caso de un golpe
de Estado por ejemplo, pero si ustedes lo eligen, ¿qué podemos hacer?
En democracia hay que aceptar lo que nos gusta y lo que no nos gusta. El
régimen democrático permite que muchos antidemocráticos por obra del
voto popular se vuelvan democráticos. A propósito, escuché en estos días
que los oviedistas perdieron un general, pero ganaron un demócrata.
Ojalá, ojalá..., concluyó el embajador Ahuad.
ENTREVISTA AL SENADOR MILCIADES RAFAEL CASABIANCA, PRESIDENTE DEL CONGRESO NACIONAL
- ¿Cómo se involucra personalmente en el tema del levantamiento del general Oviedo?
- Aproximadamente a las 16:00 del lunes 22 de abril
mis colegas del Parlamento me informan que existen versiones de un
levantamiento del general Oviedo contra un orden de su comandante en
jefe y que estaba decidido a resistir en la Caballería. Me pongo en
contacto con el presidente Wasmosy quien me confirma la versión y me
dice que el general Oviedo no acata una decisión del Comando en jefe y
que está atrincherado en su cuartel. También me dice que esperaba que
depusiera su actitud. "He dado una orden para que entregue su comando al
general Díaz Delmás y esa es la situación", me dijo el Presidente.
- ¿Qué hizo entonces?
- Hablé con unos colegas a quienes manifesté mi
deseo de mediar en la cuestión. Dialogué de nuevo con el presidente
Wasmosy y le pregunté si podía interceder ante el general Oviedo para
tratar de encontrar una salida a la crisis. Wasmosy, me dijo que
cualquier cosa que se pudiera hacer para evitar un derramamiento de
sangre estaba bien. En ese instante creí que era mi deber y mi
responsabilidad realizar gestiones para evitar la profundización de la
crisis pese a que numerosos amigos me dijeron que no era conveniente mi
participacion y me aconsejaron abstenerme de mediar en el caso.
Alrededor de las 18:00 resolví visitar a Oviedo en su cuartel
para lo cual hablé telefónicamente con su ayudante y le expresé mis
deseos. Me dijeron que el general estaba dispuesto a recibirme y me
dieron instrucciones para llegar hasta la Caballería por una entrada
lateral.
LA PRIMERA REUNIÓN CON OVIEDO
- ¿A qué hora se produjo ese primer encuentro?
- Fue alrededor de las 18:30 cuando me trasladé personalmente hasta el cuartel de la Caballería.
- ¿Cómo encontró la unidad militar? ¿Con guardias reforzadas y militares en estado de guerra?
- Si, efectivamente, la guardia estaba reforzada y estaban los tanques que me dijeron que trajeron de Cerrito.
- ¿Dónde se realizó ese primer encuentro?
- En su domicilio particular de la Caballería. En lo que vendría a ser su oficina. Estaba el solo en ese lugar.
- ¿Cómo encontró a Oviedo? ¿Estaba tenso?
- No. Al contrario, me llamó la atención su
tranquilidad. Le expliqué los motivos de mi presencia y la preocupación
existente por la situación que se originó por su resistencia a acatar su
relevo del Comando del Ejercito.
-¿Cuál fue la explicación a su actitud de rebeldía?
- Me detalló su posición desde el mismo momento que
participó del golpe del '89. Me dijo que hizo la revolución para traer
la democracia en el país, y para desterrar la corrupción. "Aquí no se
combatió la corrupción, cada vez hay más corrupción y, aparentemente, se
va a permitir la vuelta del stronismo con el triunfo del argañismo. Ese
grupo tiene mucha gente del stronismo y corremos el riesgo de volver al
sistema anterior. No es justo que mis camaradas y yo hayamos desterrado
el stronismo para que ahora el presidente tome una determinación ilegal
e injusta de relevarme del cargó", me dijo Oviedo.
- ¿Por qué consideraba injusto e ilegal su relevo de la comandancia del Ejército?
- Según me explicó era ilegal porque no se hizo un
sumario, no había una orden general escrita y no se llenaron las
formalidades para relevarlo del cargo. Dijo que las órdenes no tenían
valor y recalcaba que eran injustas. Aclaró que no acataría esa orden
por los motivos señalados y que permanecería en el cuartel hasta que se
modificara la situación.
- ¿Puso alguna condición para superar la crisis en ese momento?
- Si. La modificación de esa orden de relevo por
injusta e ilegal. El insistió en que no se consideraba destituido y que
por lo tanto iba a permanecer en su cuartel hasta tanto se modificara la
situación.
- ¿Hubo otros factores que determinaron su posición de rebeldía?
- El general Oviedo hizo mucha mención a la
corrupción existente y la falta de respuesta de parte del gobierno para
superarla y combatirla con efectividad. Concretamente, citó la
corrupción existente en la administración de Puertos, donde mencionó que
se realizan grandes negociados con la arena para las construcciones por
sumas millonarias en dólares. También citó el contrabando en el Este
pero no hizo cargos personales.
- ¿Hizo alguna mención a la construcción del Puente
en Presidente Franco, que según se dijo fue el detonante de la crisis
entre Oviedo y Wasmosy?
- No. Sé que se menciona ese tema como un
antecedente inmediato de las medidas tomadas por el presidente, pero él
no dijo nada al respecto. Se comentó que los legisladores oviedistas
recibieron instrucciones del general para rechazar el tratado para
construir el puente y votar en contra en el Parlamento, pero no dijo
nada sobre el tema.
- ¿Que le respondió a Oviedo luego de escuchar las razones de la actitud de rebeldía que adoptó?.
- Le dije que la gente interpretaba su posición
como una actitud de alzamiento y subversión contra el orden establecido.
Le agregué que transmitiría sus condiciones al presidente de la
República para ver qué actitud se tomaría respectivamente.
- ¿Cuánto tiempo duró esa primera reunión?
- Aproximadamente una hora y media o dos.
- ¿Oviedo señaló en esa oportunidad que estaba
dispuesto a utilizara las FF.AA. en caso de no cumplirse con sus
condiciones?
- No. En ningún momento pronunció esa amenaza pero
insistía en que se mantendría dentro de su cuartel hasta que se
modificara la orden general de su relevo.
- ¿Tampoco le dijo que acciones tomaría en caso de que el presidente Wasmosy se mantuviera firme y en su posición?
- Le dije que transmitiría sus condiciones al
presidente, pero tampoco le dije nada respecto de la actitud beligerante
que iba adoptando porque si así lo hacía ya era una acusación que
estaba lanzando en su contra.
- ¿Luego se trasladó a Mburuvicha Roga?
- Sí. Inmediatamente me trasladé hasta la
residencia presidencial donde encontré a Wasmosy con una serie de
colaboradores. Note al presidente muy preocupado, diría que hasta
nervioso. Le comenté lo que me dijo Oviedo y fue allí que me expresó:
"Prefiero renunciar a tener que revocar la orden que di porque voy
quedar en una situación de total falta de autoridad si modifico esa
resolución". Eso me expresó alrededor de las 20:30 del lunes.
- ¿El Presidente hizo algún comentario cuando usted le manifestó que Oviedo consideraba ilegal o injusto su relevo?
- No. Me dijo simplemente que era una orden que el general debía acatar y punto.
- ¿Le explicó cuáles fueron las razones de su determinación para ordenar el relevo de Oviedo?
- No. En ningún momento me dio esa explicación.
LA SEGUNDA REUNIÓN CON OVIEDO:
SURGE POSIBILIDAD DE RENUNCIA DE WASMOSY Y SEIFART
- ¿Qué hizo luego de salir de Mburuvicha Róga?
- Fui a visitar a mi suegra, que es la madre del
Ing. Jiménez Gaona, para felicitarla por su cumpleaños, y posteriormente
me trasladé de nuevo hasta la Caballería, porque prometí al general
Oviedo volver con una respuesta del presidente Wasmosy. Eso se produjo
alrededor de las 21:30.
- ¿Seguía el general Oviedo solo en su domicilio?
- No. En ese segundo encuentro ya se encontraba presente el doctor José Francisco Appleyard.
- ¿En esa ocasión pudo conversar con alguno de los generales leales a Oviedo?
- En realidad a los que encontré hablando con el
general Oviedo fueron los generales Santiago Zaracho (comandante del
Primer Cuerpo de Ejército) y Oscar Díaz Delmás (hasta ese momento jefe
de Estado Mayor Conjunto de las FF.AA.). El general Oviedo me los
presentó. Creo que estaba otro general, pero no me acuerdo del nombre.
Aclaro que en ningún momento estos generales participaron de la reunión.
- ¿Qué le expresó a Oviedo?
- Le dije que el Presidente se mantenía en su
posición, y me dijo que entonces él también se mantenía en la suya. Eso
ya lo expresó en un tono más claro. Me repitió que no encontraba ninguna
ilegalidad en su proceder y que mientras no se aclarara esa situación y
se explicara la razón verdadera de su relevo, permanecería en el
cuartel. Agregó que mientras no se llenaran todas las formalidades
legales para el relevo, él no lo iba a aceptar. Dijo, además, que no se
consideraba en subversión porque la orden de su relevo no era legal.
- ¿Estaban o no acuarteladas las tropas de Oviedo?
- Sí. La Caballería estaba acuartelada, porque existía gran despliegue militar.
- ¿A qué se refiere cuando dice que había gran despliegue militar?
- Me refiero a los tanques que vi estacionados en
el lugar y que normalmente no deberían estar allí. Me dijeron que
vinieron de Cerrito. También las guardias fueron reforzadas y no se
entraba por el frente, sino por entradas laterales. Todo eso daba la
sensación de un acuartelamiento serio.
-Luego de que expresara a Oviedo que Wasmosy se
mantenía en su posición, ¿analizaron otras posibilidades para solucionar
la crisis?
- En principio, la alternativa principal manejada
por Oviedo siempre fue la revocación de la orden general de relevo de la
comandancia del Ejército. Pero con lo que expresó Wasmosy de que
preferiría renunciar a modificar su decisión, se empezó a manejar esa
alternativa. Se planteó en ese segundo encuentro qué pasa si renuncia el
presidente.
- ¿Quién planteó el tema de la renuncia? ¿Oviedo o usted?
- Eso surgió en la conversación cuando se analizó
la posibilidad de la renuncia de Wasmosy si se mantenía en su
determinación de no revocar la orden de relevo del comandante del
Ejército. Le explicamos con Appleyard que entonces asumía el
Vicepresidente. Preguntó qué pasa si renuncia también el Vicepresidente,
y le explicamos que asume el Gobierno el presidente del Congreso
Nacional. Le aclaré que para que ello ocurriera, las renuncias debían
ser voluntarias y aceptadas por el Congreso. Recién entonces asume en
forma interina el Gobierno el titular del Congreso. Le dije también que
para que ello ocurra debe existir una razón o fuerza poderosa que
induzca al Presidente a renunciar.
- ¿Qué le contestó Oviedo?
- Que no se iba a mover de la Caballería hasta que
se revoque la medida o renuncien el Presidente y el Vicepresidente.
Desde ese momento empezó a manejar dos variantes para solucionar el
problema: la revocación de la orden de relevo o la renuncia de Wasmosy y
Seifart.
- Oviedo siempre intentó negociar desde una posición de fuerza....
- Claro, eso era evidente y ni se necesitaba hablar
de ello. Nunca me dijo que estaba sublevado, pero era evidente esa
situación.
- ¿Durante los diálogos que mantuvo con Oviedo, en algún momento manifestó que aceptaba el relevo de la comandancia?
- No. El siempre sostuvo que la orden de relevo era ilegal e injusta.
VUELTA A MBURUVICHA RÓGA
- Usted volvió a la residencia presidencial con dos
alternativas de solución. Frente a ambas propuestas, ¿qué dijo Wasmosy?
- Me respondió que no iba a revocar la orden
general de relevo. Si hace falta renunciar para que no se derrame
sangre, yo renuncio, dijo frente a todos.
- ¿Frente a quiénes realizó esa manifestación?
- Frente a los diplomáticos de Estados Unidos, de
Chile, de Brasil, de España, el nuncio Baldisseri, el Dr. Melgarejo
Lanzoni. Le expresé que era una decisión suya exclusivamente.
- ¿Cuál fue la reacción de los embajadores ante la posibilidad de la renuncia de Wasmosy?
- Claramente expensaron su negativa a dicha
posibilidad. El embajador Service y el Nuncio manifestaron a Wasmosy que
de ninguna manera debía renunciar y que, por el contrario, debía
mantener la institucionalidad.
- ¿Qué contestó Wasmosy?
- Dijo que no podía permitir derramamiento de
sangre. Por una actitud mía no permitiré derramamiento de sangre,
señaló, reiterando que si hacía falta, renunciaría.
- ¿Qué hizo usted entonces?
- Le dije que volvería a comunicar esa decisión a
Oviedo. Fue ahí que el Presidente me planteó que también fuera el Dr.
Domingo Laíno a dialogar con el general. Habló en mi presencia con
Laíno; también habló el embajador Service con el presidente del PLRA y
acordamos ir juntos a la Caballería. Laíno me dijo que también irían
Campos Cervera y Ramírez Montalbetti. Fui a buscarlos y se agregó Guanes
Gondra al grupo.
EL TERCER ENCUENTRO CON OVIEDO
- ¿Qué pasó cuando llegó el grupo a la Caballería?
- Entramos todos juntos y encontramos al general
Oviedo con el Ing. Ramón Jiménez Gaona. También estaban presentes en su
oficina el Arq. Hugo Aranda, el Dr. Appleyard, Víctor Galeano Perrone.
También vimos en la unidad al senador Amado Yambay. En realidad me
sorprendió la presencia de los mismos, pero creo que también trataban de
encontrar una salida a la crisis.
- ¿Qué participación tuvieron ellos en la conversación?
- Ninguna. Cuando se inició el encuentro, solo
permaneció el Ing. Jiménez Gaona. El general Oviedo explicó su posición y
las alternativas que se manejaban. El Dr. Laíno dijo que el PLRA ya se
había pronunciado en defensa de la institucionalidad de la República y
que no aceptaría ninguna solución alejada de estas razones. Intentó leer
el comunicado de su partido, pero el general Oviedo dijo que ya estaba
al tanto del mismo. Insistió en la ilegalidad de la orden de relevo y
que se mantendría en su posición. Comentó también que la otra
alternativa era la renuncia del Presidente y del Vicepresidente de la
República.
- ¿Cuánto tiempo duró ese diálogo?
- Fue breve, creo que media hora, o menos tal vez.- ¿Sirvió para algo?
- Creo que sirvió para que se conozcan cuáles eran las respectivas posiciones. Laíno y yo fuimos claros en señalarle que no aceptaríamos una quiebra institucional y que debería solucionarse el caso dentro del respeto y acatamiento a las leyes.
- Sin embargo, la gente piensa que fueron a negociar la sucesión presidencial.
- Sí, así es, pero están equivocados los que piensan de esa manera. Intenté ayudar en la solución de la crisis y estoy seguro de que el general Oviedo pensará que me faltó firmeza para tomar determinaciones en este tema. También estoy casi seguro de que el Presidente de la República desconfía de mi mediación, pero jamás estuvo en mi mente aceptar la posibilidad de gobernar mediante la renuncia de Wasmosy y Seifart.
- Personalmente, ¿cree que Oviedo se sublevó?
- Sí. Evidentemente fue un acto de sublevación, por la actitud de no acatar la orden del Comandante en Jefe. Por lo menos, su desacato constituye un acto de indisciplina. Pero aclaro que nunca Oviedo dijo que iba a sacar los tanques ni que atacaría la residencia presidencial. Solo que la orden de relevo era ilegal e injusta y que no saldría de su cuartel hasta tanto se revocara esa resolución. Después pensó en la renuncia de Wasmosy y Seifart como otra posibilidad de solución de la crisis,
- En estos momentos, ¿cuales, cree usted, fueron las causas de la crisis?
- Desde hace algún tiempo se comentaba que la relación entre Oviedo y Wasmosy no era buena. El general no compartía la realización de las internas coloradas, porque con un triunfo de Argaña regresarían los stronistas. Además, al parecer estaba bastante molesto por la poca lucha contra la corrupción generalizada en el país. Insistió siempre sobre la corrupción en la ANNP y afirmó que conocía el negociado que se llevaba a cabo con la provisión de arena, que se inventaba una provisión de arena para la ampliación de los puertos, que a su criterio constituía una estafa inaudita de millones de dólares al fisco.
LA CUARTA REUNIÓN
- ¿Pudieron informar de las exigencias de Oviedo al Presidente?
- Sí. Cuando volvimos a Mburuvicha Róga con Aranda y Jiménez Gaona, nos dijeron que el Presidente se había marchado ya a la Embajada norteamericana. Fuimos hasta allí y encontramos a Wasmosy con el embajador Service, el embajador del Brasil. Le comunicamos que Oviedo continuaba exigiendo la renuncia del Presidente y del vicepresidente de la República, y que en un momento dado señaló que ya se había cumplido el plazo otorgado para tomar decisiones.
- ¿Qué hizo Wasmosy?
- Pensó detenidamente qué hacer. En un primer momento tuvo intenciones de presentar su renuncia, pero el embajador Service le dijo que no podía llevar adelante esa idea. Wasmosy insistió en que no quería un derramamiento de sangre y que no deseaba ser responsable de la muerte de ninguna persona. En ese instante, el embajador brasilero comentó que debía darse una salida honorable a Oviedo y planteó que se le ofreciera un cargo a cambio de su pase a retiro. La cuestión era llegar al amanecer sin enfrentamientos. No le pareció mala idea enviar a Oviedo la renuncia de Wasmosy. Pero el tema no pudo concretarse debido a una llamada del exterior que recibió el Presidente, creo que era de Gaviria, el secretario general de la OEA.
- ¿Qué pasó después de ese llamado?
- Wasmosy entregó un sobre a Aranda y fuimos nuevamente a la Caballería donde el general, al abrir el sobre, comentó que no era la renuncia de Wasmosy, sino un simple pedido de permiso al cargo. Eso fue creo que alrededor de las 3:00 de la madrugada. Allí repitió que tomaría las decisiones que correspondían. Nos retiramos y ya no volvimos.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
1. "Desde el Stronismo Hacia la Transición a la Democracia. El Papel del Actor Militar". Paraguay en Transición: Riquelme, Marcial Antonio. Editorial Nueva Sociedad.
2. "Caracterización del Régimen Político Paraguayo". Anales del Cerpa 1985. Aproximación a un Proyecto Nacional.
3. "Intervención de las Fuerzas Armadas después del golpe". Paraguay en Transición: Carlos María Lezcano y Carlos Martini. Editorial Nueva Sociedad.
4. Revista Ejercito Guaraní. Órgano de Divulgación del Ejército Paraguayo. Año II, julio de 1995.
5. Colección de los diarios ABC Color, Noticias, Ultima Hora, La Nación y El Día.
6. Revista Análisis del Mes. Base Ecta.
7. Revista Militara Dirección de Comunicación Social de las Fuerzas Militares.
INDICE
Prólogo
Nota de los autores
CAPITULO I: Antecedentes del intento de golpe de Estado
* El militarismo durante la dictadura de Stroessner
* Coloradización gradual de las Fuerzas Armadas paraguayas
* Intervención de las Fuerzas Armadas en la transición
CAPITULO II: El heredero del poder comienza a proyectarse
* El papel del general Lino Oviedo en el golpe de Estado y su meteórico ascenso
* Hegemonía de la Caballería dentro del Ejército
CAPITULO III: Él intentó de golpe de Estado
*Los antecedentes mediatos e inmediatos
* El día lunes 22
* El día martes 23
* El día miércoles 24
* El día jueves 25
CAPITULO IV: Las causas de la violenta ruptura entre dos socios
* Peleas anteriores entre protagonistas de la transición democrática
* El puente, la política y el narcotráfico
CAPITULO V: Los nuevos protagonistas
* El anillo internacional de la solidaridad efectiva y activa
* La juventud paraguaya
CAPITULO VI: Secuelas de la caída
CAPITULO VII: Anexos
* Entrevista con el embajador de la República Argentina Sr. Néstor Enrique Ahuad
* Entrevista al senador Milciades Rafael Casabianca, presidente del Congreso Nacional
Bibliografía



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